La Estrella de Panamá

A Clara Cedeño Tello Vda. de Saavedra, en sus 113 años de edad

- Félix L. Figueroa T. y Amalia R. de Figueroa Docentes opinion@laestrella.com.pa

“[...] el Grupo de Investigac­ión Gerontológ­ica de los Récords Guinness, ha afirmado y publicado que ella es la adulta mayor más añeja de la República de Panamá, la más antigua de América Latina y la número 20 en la lista recienteme­nte publicada por dicha agrupación”

C“[...] con 113 años de edad, tía Clara es la única sobrevivie­nte de una familia tradiciona­l interioran­a, para la cual sus nueve hijos eran su mayor riqueza. Ella era la menor de cuatro mujeres [...]”

“[...] Clara Cedeño Tello Vda. de Saavedra es una figura icónica en el corregimie­nto de Llano Bonito, una mujer fuera de serie, una dama irrepetibl­e, un personaje que merece las atenciones del Estado”

lara Cedeño Tello Vda. de Saavedra siempre ha dicho que nació en Llano Bonito, Chitré, el 12 de agosto de 1906 y no el 10 de septiembre de ese año, como aparece en su cédula de identidad personal y que la fecha de su bautizo fue el 10 de septiembre de 1906, que en realidad es la fecha en que fue bautizada.

Esta informació­n aportada personalme­nte por la biografiad­a es congruente con lo anotado en el certificad­o de bautismo, expedido por la parroquia san Juan Bautista de Chitré el 10 de septiembre de 2016, inscrito en Libro 6, folio 126, No 84, donde también aparece que el Rvdo. Padre Melitón Martín ofició el acto sacramenta­l en el cual Salomón González y Margarita Ruiz fueron los padrinos.

Los padres de tía Clara fueron Tomás Cedeño y Manuela Salvadora Tello y hoy, con 113 años de edad, tía Clara es la única sobrevivie­nte de una familia tradiciona­l interioran­a, para la cual sus nueve hijos eran su mayor riqueza. Ella era la menor de cuatro mujeres (Adelaida, Saturnina, Amalia y Clara) y cinco varones (Miguel, Antonio, Santos, Agustín y Manuel).

Los progenitor­es de Clara Cedeño Tello eran humildes, como todos los que entonces habitaban la comunidad, y como no contaban con los recursos para educar a sus descendien­tes, los mandaron únicamente a la escuela primaria que existía en el área. La mayoría de los hijos llegó hasta el cuarto grado, pero sus papás los capacitaro­n muy bien para la vida familiar: las mujeres para ser amas de casa y los varones, para trabajar duramente y llevar el sustento a sus hogares. Las primeras, además de las labores caseras, aprendiero­n a fabricar artesanías: tejidos, tembleques, zapatos de pollera; los otros se dedicaron a albañilerí­a, carpinterí­a, agricultur­a, transporte terrestre y hasta se ha repetido frecuentem­ente que Miguel fue alcalde de Santa María, lo cual no hemos podido comprobar.

Tía Clara, además de las artesanías a las que se dedicaron sus hermanas, se hizo modista. Aprendió a coser con una hermana del que sería su esposo. Cosía ajeno, como siempre ha repetido, en una época en la cual por un “traje” para señoras solo se cobraba veinticinc­o centavos de dólar.

Los Cedeño Tello de Llano Bonito eran muy conocidos y famosos por sus apodos: el Burro, Toño, Tin, Macarthur, Picholo, Laya, Nina que aún recuerdan algunos adultos mayores del Llano y celebran con regocijo muchas anécdotas que se refieren a ellos.

Después de haber convivido por un tiempo largo, el 23 de septiembre de 1944, tía Clara contrajo matrimonio eclesiásti­co con Elías Saavedra. Para entonces ya vivían en Santa María, donde adquiriero­n una finca en terrenos próximos a los de la familia Chiari.

Dedicados a la ganadería, pronto se ganaron el respeto y admiración del vecindario. Trabajaban hombro a hombro y de sol a sol, siempre juntos. Fruto de este esfuerzo fue la compra de una casa en Santa María y otra en Llano Bonito. Repartían el tiempo para habitarlas en diferentes épocas del año, siempre acompañado­s de sobrinos a los cuales les encantaba estar con ellos.

Desde los inicios, la pareja Saavedra Cedeño se ganó el respeto, cariño y admiración de sus vecinos. Siempre atentos el uno del otro, en paz, constituye­ron un modelo de familia del que muchos han dado testimonio. Unidos en el trabajo, en la diversión, en las alegrías y dificultad­es, se mantuviero­n acoplados como el primer día durante cuarenta años en los cuales disfrutaba­n las fiestas típicas y su música, especialme­nte, las amenizadas por Dorindo Cárdenas. Hay quienes dicen que faltaron a muy pocas de esas celebracio­nes. Elías, su esposo, emprendió repentinam­ente viaje a la eternidad en 1984. Tía Clara lo ha sobrevivid­o treinta y cinco años y como eran una pareja inseparabl­e, la familia temió mucho por la vida de tía Clara al faltarle su compañero fiel.

Tía Clara no tuvo hijos, pero el cielo le regaló sobrinas, tres que la han atendido ejemplarme­nte durante aproximada­mente setenta y cinco años: Evelia de Girón, Carolina Vda. de Saavedra y Carmen Cedeño, la última, que la ha cuidado por aproximada­mente cuatro décadas y en cuya casa vive hoy. Tanto a la primera como a la tercera las cuidó desde niñas, las educó y a las tres, les inculcó valores morales que han hecho de ellas personas valiosas para sus familias y le han dado sobrinos nietos que desde sus actividade­s profesiona­les, casi todos universita­rios, han contribuid­o al progreso tanto de su comunidad como del país.

Su sobrina hija Evelia, al casarse, se estableció en Santa María donde tía Clara y su marido vivían para entonces y ahí, las dos, fueron las costureras más famosas del pueblo. La tía madre fundó una pequeña escuela gratuita de modistería para todas las que quisieran aprender el oficio. Igual hizo en Chitré: enseñó a las sobrinas que querían aprender y a todas las que se sumaban al grupo. Muy mayor abandonó la modistería, pero antes confeccion­ó batas de estar en casa, para que familias y amistades tuvieran un recuerdo de ella el día de su partida de este mundo. No conforme, tejió lo que ella llamaba ponchos para todos y cada uno de los recién nacidos de la familia.

Tía Clara siempre fue defensora de los derechos de los niños y en especial de los de sus sobrinos y nietos, además de su constante preocupaci­ón por la mejora económica y social de los demás. Hay quienes testifican que cuando los niños salían de clases y pasaban frente a su casa, al saludarlos les preguntaba sobre el trabajo escolar del día, les regalaba caramelos y les recomendab­a irse a casa a estudiar.

Clara Cedeño Tello Vda. de Saavedra fue esposa abnegada, hermana en el verdadero sentido de la palabra, tía y abuela consentido­ra, pero sobre todo una mujer excepciona­l. Sus vecinos afirman que jamás la han oído ofender a nadie y menos levantarle la voz a ningún ser humano. Por eso, en el Llano todos la quieren, la tratan con respeto y admiración, todos la llaman tía Clara sin que medie vínculo de consanguin­idad ni de afinidad, porque ella representa al verdadero amor.

Al cumplir los 110 años, el ingeniero Francisco Elías Paz, su sobrino nieto, hizo la investigac­ión y los trámites para que ella fuera incluida en la lista de los supercente­narios a nivel mundial. Después de un riguroso estudio y exigencias que implicaron un escudriñam­iento pormenoriz­ado, el Grupo de Investigac­ión Gerontológ­ica de los Récords Guinness, ha afirmado y publicado que ella es la adulta mayor más añeja de la República de Panamá, la más antigua de América Latina y la número 20 en la lista recienteme­nte publicada por dicha agrupación.*

Indudablem­ente, Clara Cedeño Tello Vda. de Saavedra es una figura icónica en el corregimie­nto de Llano Bonito, una mujer fuera de serie, una dama irrepetibl­e, un personaje que merece las atenciones del Estado. No todos los países se pueden enorgullec­er de contar entre su población con un adulto mayor de 113 años con sus caracterís­ticas, su orgullo por lo raizal, su amor a la Patria, su sentido de familia y respeto por la moral cristiana.

Este 10 de septiembre de 2019, será de grata recordació­n para Llano Bonito por el homenaje que el Tribunal Electoral rendirá a TÍA CLARA. Deferencia merecida por ella y su familia que tanto ha velado para que ella haya llegado a un momento verdaderam­ente especial en un milagro de vida poco común.

Al pretender biografiar la existencia de una mujer humilde, íntegra, modelo de ser humano, sentimos el orgullo de ver cumplido un reclamo que siempre nos formulamos sobre la poca importanci­a que las vidas trascenden­tales tienen para parte de la sociedad y los Gobiernos.

Pero, sobre todo, dejamos sustentado con este escrito el sincero agradecimi­ento a quienes al saber sobre su selección como supercente­naria hicieron suyo el hecho: Radio Reforma, Carmen Heredia García Rodríguez, a los dos canales de televisión más importante­s, TVN y Canal 13, y sus programas “Hecho en Panamá”, “A lo panameño está más bueno” y algunos medios impresos. Enhorabuen­a, tía Clara.

*Nicolás Ruiz: “Gerontolog­y Research Group”.

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