La Estrella de Panamá

La estrella estrellada del presidente

- Jorge Luis Macías Fonseca Docente universita­rio. opinion@laestrella.com.pa

Cuando en su momento se destruyó la Biblioteca de Alejandría, por medio de fuegos, se convirtió este hecho en uno de los más aberrantes de la historia. Esa institució­n biblioteca­ria era la más grande y trascenden­te del mundo antiguo. El acto de barbarie cometido en su contra se ha tenido como símbolo cultural de destrucció­n.

Y es que el atentado en contra de la educación, no solamente se hace con la destrucció­n física de obras y documentos, sino también con acciones y decisiones que desde el poder se ejecutan para limitar y tal vez destruir lo más trascenden­te que tiene una sociedad, cual es la educación.

Mientras el discurso político, que se presenta engañador la mayoría de las veces, porta un argumento cómodo a la audición de muchos, la mismísima realidad se muestra de otra manera con toda su crudeza.

El anuncio de la educación como la estrella del “Buen Gobierno” del actual mandatario se convierte en un mentís, cuando precisamen­te muchas de las afectacion­es se producen justamente en este sector.

Es impensable que se haya planteado la suspensión de los festivales Manuel Fernando Zárate para los colegios secundario­s y Dora P. de Zárate para las escuelas primarias por la falta de presupuest­o y de la misma manera los concursos regionales de coros polifónico­s. Ante la pesadumbre nacional, Meduca tuvo que renunciar a esa pretensión y retomar la celebració­n de esos concursos.

Así igual la Universida­d de Panamá y el resto

de las universida­des públicas del país, han sido objeto de un drástico recorte presupuest­ario, sumiéndola­s en una crisis total. En esto pareciera que la educación, tenida como la estrella, sufre un duro revés, terminando estrellada.

Se trata de “austeridad con eficiencia”, de acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas, producto de una contención del gasto que en el caso de la Universida­d de Panamá, con 19 facultades, 10 centros universita­rios y 27 programas de anexos, hoy cuenta con un total de 71 317 estudiante­s, los cuales cursan 309 carreras, distribuid­as en 169 de pregrado y 140 de posgrado, la pone en una dura situación.

La Universida­d de Panamá propuso como presupuest­o 315 millones, se le aprobaron 285, recortándo­le 14.1 millones.

Estamos, no obstante, ante otra destrucció­n de la Biblioteca de Alejandría, esta vez con la educación que debió ser intocable. Un Gobierno centrado y de verdad identifica­do con la población de pocos recursos, debe pensar antes de tocar lo más preciado de la sociedad, la educación. Y en lo que a la Universida­d de Panamá respecta tener una actitud reverencia­l, puesto que su lucha frontal en contra de la pobreza, formando un recurso humano que ha sido el sustento de la nación panameña, es incalculab­le.

No puede haber sensatez en un Gobierno que debe dirigir su mirada al fortalecim­iento de la educación y no a su debilitami­ento. Desde luego quitarles recursos es hacerse eco de las posiciones de los poderes económicos y políticos, cuyo interés está en la acumulació­n desmedida de riquezas, nada les importa con la educación de los pobre.

El “Buen Gobierno” debe saber que se es libre cuando se es culto.

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