La Estrella de Panamá

Un teleférico para el cerro Ancón: los bueyes frente a la carreta “El alcalde de la ciudad de Panamá, [...], es llamado por los electores a cumplir con todo el ordenamien­to jurídico [...]. Tiene la responsabi­lidad de garantizar, en el caso del cerro Ancón

- Orlando Acosta Patiño Ingeniero opinion@laestrella.com.pa

El cerro Ancón fue declarado reserva natural por el Consejo Municipal del distrito de Panamá en el 2001. En el 2019, mediante gestión del Ministerio de Ambiente y el Ministerio de Economía y Finanzas, fue realizado un ejercicio de mensura para determinar la extensión de su superficie. Sus poco menos de 72 hectáreas son de una riqueza extraordin­aria. Sus valores culturales, históricos y naturales son excepciona­les. Como la mayoría de las áreas protegidas del país, el cerro Ancón espera un Plan de Manejo que garantice los diferentes usos, desde lo turístico, pasando por educación, hasta los de conservaci­ón.

La toponimia de Ancón evoca 500 años de historia urbana de la primera ciudad en el Pacífico de América. Los versos de Amelia Denis de Icaza encierran más de cien años de poesía en Panamá, no siendo los únicos cantados al cerro.

En el cerro se encuentran los únicos ejemplos de arquitectu­ra en madera vinculada con la construcci­ón del Canal; entre ellos la casa que habitó el ingeniero G. W. Goethals, quien estuvo al frente de la construcci­ón del Canal de Panamá; es la misma donde vivieron todos los gobernador­es de la Zona del Canal y los administra­dores del Canal. Metros más abajo está el antiguo hospital Gorgas, que rinde memoria a uno de los episodios en temas de salud pública de alcance universal. Todo ello ocurre allí, en el cerro Ancón. El cerro Ancón no es un espacio ordinario.

Las faldas del cerro abrazan al Instituto Nacional, escenario de los eventos del 9 de Enero, movimiento estudianti­l que culmina con la firma del Tratado del Canal, la recuperaci­ón de la soberanía de la Nación y finalmente la transferen­cia del Canal. El cerro Ancón es un espacio de memoria. En su cima ondea la bandera que marca el inicio de la ejecución del Tratado del Canal de Panamá y la recuperaci­ón de la soberanía de este país. Es una pieza clave para entender la nacionalid­ad panameña.

Del corazón de cerro fue arrancado el basalto para la construcci­ón de las esclusas del Pacífico del Canal de Panamá. El cerro fue cantera y es ciudad. El barrio de Balboa es un ejemplo único y excepciona­l del urbanismo del siglo XX. Balboa es el resultado de movimiento­s estéticos y de la concepción de las ciudades bajo los preceptos de la ciudad jardín y del “beautiful cities”. El cerro Ancón es universal.

Los bosques del cerro son hábitat de importante­s especies de flora y fauna protegidas por la Ley. Familias de venados de cola blanca, en peligro de extinción, han logrado convivir con un desarrollo controlado en sus faldas. Sobre la rama de sus bosques viven familias enteras de monos titís, tucanes y loros. El cerro Ancón no solo es importante para la avifauna local, sino para las aves del hemisferio occidental. La Sociedad Audubon en el conteo anual del 2019, registró tres millones de rapaces en vuelo migratorio —evento excepciona­l y único que solo es posible admirar en tres lugares del planeta. El cerro Ancón es único y excepciona­l.

El cerro Ancón es de una complejida­d cultural, histórica y natural que no tiene referencia; es junto con el Casco Viejo y el Canal de Panamá uno de los lugares más visitados por propios y extraños: tiene un enorme potencial turístico y espacio que tiene la posibilida­d de articular procesos de identidad y cultura vinculados con el territorio, como pocos en la ciudad de Panamá.

La actual administra­ción de la Alcaldía de Panamá ha anunciado la integració­n del cerro Ancón a la oferta de visitación de la ciudad mediante un teleférico que permita acceso mecánico a la cima. La iniciativa es buena, lo que no resulta tan bueno es el desarrolla­r una obra de alto impacto sin saber aún todos los valores naturales, culturales, históricos que hay que manejar.

Cualquier acometida de inversión pública en el cerro Ancón, en el contexto de una sociedad democrátic­a, civilizada y con un ordenamien­to jurídico claro que aplica a las áreas protegidas de este país, debe ser tratada bajo la Ley. Gravita además, el ser la primera área protegida declarada por el Municipio en Panamá, y esta entidad debe cumplir con todas las acciones que garanticen la continuida­d y conservaci­ón de todos los valores naturales, culturales, históricos y universale­s que encierran. Anclar un teleférico antes de un plan de manejo integral sería un error.

La actuación como alcalde tiene que garantizar que los valores del cerro Ancón sean conservado­s y puesto al disfrute de las presentes y futuras generacion­es de panameños. Promover la construcci­ón de un teleférico en el cerro Ancón, sin antes formular un Plan de Manejo con programas de usos público, conservaci­ón y educación es como decir en buen panameño: “poner los bueyes frente a la carretera”.

El alcalde de la ciudad de Panamá, electo por voto popular, es llamado por los electores a cumplir con todo el ordenamien­to jurídico que impera para administra­r la ciudad. Tiene la responsabi­lidad de garantizar, en el caso del cerro Ancón, el interés no solo de los ciudadanos que lo eligieron, sino de todos los panameños y panameñas. De los niños y niñas de hoy, los hombres y mujeres de la sociedad del mañana.

De impulsar una acción como la que se propone sin cumplir los requisitos que establece la Ley y bajo criterios científico­s, menoscabar­á la calidad y el contenido del universo que conforman los elementos que construyen la Nacionalid­ad de los panameños; a de un costo político que estará por ser ponderado. Sin ser pesimista ni augurar el futuro, esto será el detonante de un avispero de los sectores sociales que vienen siendo defensores del patrimonio de las áreas revertidas, con un alto costo político que no será reversible.

Finalmente, señor alcalde, abordar el manejo y tratamient­o del cerro Ancón es un tema delicado y de mucha responsabi­lidad histórica que demanda ser discutido de manera amplia, de forma científica y en el marco de la Ley.

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