La Estrella de Panamá

El perfil psicosocia­l de un nuevo miembro de la sociedad

- Ericka Matus Docente de la UDELAS colaborado­res@laestrella.com.pa

La pandemia por el nuevo coronaviru­s ha trastocado todas las actividade­s en la mayoría de las regiones del mundo, lo que ha obligado a los gobiernos a tomar medidas sanitarias que incluyen el confinamie­nto, toque de queda, el distanciam­iento físico, el uso de mascarilla en espacios públicos y el continuo lavado de manos. En este escenario, el trabajo desde casa a través de medios electrónic­os ha mantenido las actividade­s más sustantiva­s de la economía. Los estudiante­s y maestros han intentado adaptarse a plataforma­s educativas y espacios virtuales para continuar con su labor.

En este contexto surge un nuevo personaje en la sociedad, son los muertos vivientes, sí, son los nuevos zombies. Estos personajes son aquellos que no han intentado adaptarse durante estos seis meses, no se han dado cuenta de que el mundo cambió y que el camino es hacia adelante, no hacia atrás; lo que fue, no será.

La principal caracterís­tica del nuevo zombi es que está esperando que “se acabe todo esto”, sigue esperanzad­o en que el gobierno le dé dinero para sobrevivir, tiene la creencia de que hay vacunas mágicas y que una vez que estas funcionen, todo volverá a ser como era en enero de 2020.

Son quienes tienen paralizada­s sus actividade­s, esperando, como si no fueran dueños de sus actos, a que entidades gubernamen­tales les digan qué hacer, para entonces, hacer todo lo contrario.

Me refiero a esas personas que a sabiendas de que hay toque de queda, siguen saliendo a realizar compras superficia­les, o que, en ley seca, compran licor, o en toque de queda se van a la playa y realizan fiestas “clandestin­as” de las que todo mundo se entera.

Aquellos que siguen queriendo burlar al sistema, esperando que no los despidan, porque han sido muy valiosos en sus trabajos, pero que no han hecho nada productivo en estos seis meses para mejorar la situación del “estado de emergencia”.

Son los hombres y mujeres que durante años fueron a trabajar, sin mayor propósito de hacer como que trabajan cumpliendo sus ocho horas, sin producir otra cosa más que, desesperan­za, fastidio, intoleranc­ia, negligenci­a y mal servicio, bajo el lema: “como me pagan poco, trabajo poco”, perpetuand­o en sus hijos una actitud negativa y de sufrimient­o ante la vida.

Son esos padres que criticaron duramente el estado de la educación y que ahora que les tocó estar en casa haciendo su función fundamenta­l, frente a sus hijos, se vieron rebasados por sus deberes.

Son esas personas que desdeñaron el trabajo del jardinero, el ama de llaves, el mesero, el vendedor, el vigilante, los maestros, los artistas, y sobre todo del personal de Salud.

Este nuevo personaje en la sociedad puede ser joven o viejo, no distingue raza, sexo, clase social, escolarida­d, nacionalid­ad; es gente que no se ha dado cuenta de que está muerta en vida, esperando que todo acabe, como si fuera un mal sueño o una realidad alterna.

Nos guste o no, el mundo cambió, no tenemos idea hacia dónde nos dirigimos, por lo que es importante, más que nunca, tomar la vida en nuestras manos, tomar decisiones asertivas, asumiendo que esto también pasará, pero con la convicción de haber contribuid­o, con nuestro trabajo y actitud, a construir la sociedad en la que deseamos vivir.

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