Turismo, conservación, investigación (TCI)
“Hace veintidós años se inició en Panamá el proyecto Turismo-conservación-investigación (TCI) […]. […]. Confiamos en que el Año del Bicentenario de Panamá será el de este proyecto”
Hace veintidós años se inició en Panamá el proyecto Turismo-conservación-investigación (TCI), propuesto por la doctora checa-estadounidense Hana Ayala, establecida en Irvine, California. Frente al turismo de sol y playa, modelo muy exitoso en otros lugares con ventajas comparativas frente a Panamá (país con clima tropical húmedo y más lejos de los grandes mercados de Norteamérica y Europa que las Antillas y el golfo de México) o al turismo puramente ecológico en el que Costa Rica se ha labrado su propio nicho, se proponía otro concepto: turismo patrimonial con un producto nuevo: el patrimonio natural y cultural en este país del trópico húmedo en el centro de las Américas. Dicho producto se ofrecería al visitante que tendría una experiencia enriquecedora en los diversos lugares que visitaría en Panamá, además de sol y playa y compras. En el TCI se unen un fuerte componente empresarial, un elevado componente de investigación y conservación del recurso patrimonial y una intensa participación comunitaria.
El perfeccionamiento de este concepto para ser aplicado en nuestro país fue en realidad resultado de un trabajo interdisciplinario de la doctora Hana Ayala con algunos científicos, expertos en el medio natural y humano de Panamá: los doctores Anthony Coates, Richard Cooke y George Anghers, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y el doctor Omar Jaén Suárez, geógrafo e historiador panameño. La Autoridad de la Región Interoceánica bajo la dirección del doctor Nicolás Ardito Barletta y durante la administración de Ernesto Pérez Balladares apoyó el proyecto que fue presentado al IPAT, pero su burocracia lo paralizó y archivó en el año 2000.
Para que el producto funcionara plenamente, el visitante, frente a una selva tropical, una formación geológica interesante, una excavación arqueológica, un barrio antiguo de la capital, un pueblo interiorano, un paisaje sabanero, una isla del Atlántico o del Pacífico, un sendero colonial o las obras del Canal de Panamá, debería contar con una explicación científica de lo que estaba observando. Cada elemento del paisaje cobraría sentido pleno para el visitante, panameño o extranjero, tanto por los elementos del medio natural como por su historia y por los hombres que participaron en el área o fabricaron el paisaje o el objeto observado. También los panameños podríamos ver nuestra propia tierra con otros ojos, con información de la riqueza natural y humana que hay detrás de cada paisaje geográfico y de cada edificación que se encuentre en él, lo que, además, contribuiría al fortalecimiento de nuestra propia identidad.
Turismo-conservación-investigación significa que cada sitio de interés patrimonial, edificación o paisaje natural, o conjunto de sitios que conforman una ruta, debería estar en el centro de actividad turística comercial (hotel, posada, restaurante en manos de un operador privado), actividad de conservación del sitio (con la participación de la población local que sería así beneficiaria de la actividad comercial), y actividad de investigación (que sufragaría, en todo o en parte, el operador turístico), para conocer mejor el recurso patrimonial. El visitante se informaría mediante un centro de interpretación moderno erigido para cada ruta en un sitio bien escogido y para el conjunto de rutas de Panamá que se proponía construir en Colón.
La selección de las rutas y la definición de los sitios patrimoniales más importantes en cada una de ellas fue obra de expertos. Así, los representantes del Instituto Smithsonian eran responsables por las Rutas Naturales (A. Coates y G. Anghers): Ruta del Paso entre los Mares, La Gran Colisión, El Surgimiento del Istmo, Las Huellas del Mar, El Sendero de Coral, De Tres Océanos, Santuarios de Vida, Las Cumbres de la Diversidad Natural, La Ruta Dorada del Colibrí, Del Merlín Azul, Del Águila Arpía.
Mientras que las Rutas Antropológicas o Humanas eran responsabilidad de R. Cooke y O. Jaén Suárez. El primero, La Jornada Precolombina y Paisajes Mitológicos y el Mundo Indígena cuando Omar Jaén Suárez se ocupó de la Ruta del Camino Real, la Ruta del Folclore, y la Ruta del carey y del banano. Las Rutas Funcionales (transístmicas) eran responsabilidad, también, de Omar Jaén Suárez: La Ruta del Mar del Sur, La ruta de los Tesoros de América. Ruta del Paso del Milenio -El Canal de Panamá-, la Ruta de los Vientos del Comercio, la Ruta de Las Perlas, y La ruta de Piratas y Pasajes Secretos (sobre todo el contrabando por Natá en el siglo XVIII y otras en Darién). Un libro debía servir de guía a todos los visitantes y estar en los centros de interpretación en los diversos lugares del país.
Epílogo: el presidente Laurentino Cortizo ha revivido el proyecto al firmar, el 28 de septiembre de 2020, el decreto que crea la Alianza Estratégica entre Turismo, Conservación e Investigación (TCI), con un comité formado por el Ministerio de Ambiente, la Autoridad de Turismo y el Senacyt, con el apoyo del Ministerio de Cultura. La Alcaldía de Panamá respalda esta iniciativa que tiene la intención de “desarrollar, promover y apoyar la ejecución de un plan nacional para el desarrollo del turismo patrimonial sostenible, bajo los lineamientos establecidos en el actualizado Plan Maestro de Turismo Sostenible 2020-2025 e identificar rutas temáticas patrimoniales que pueden ser objeto de alianzas estratégicas”, además de incentivar la creación de patronatos y otras asociaciones destinadas a esta finalidad. Confiamos en que el Año del Bicentenario de Panamá será el de este proyecto.
“[…] el presidente Laurentino Cortizo ha revivido el proyecto al firmar, […], el decreto que crea la Alianza Estratégica entre Turismo, Conservación e Investigación (TCI) […]”