La Estrella de Panamá

Hermana Margarita Moreno, una mujer extraordin­aria

“Nosotros, sus familiares y amigos, destacamos su humildad en su formación como ser humano y religiosa […]”

- Pedro Moreno-patiño Ciudadano independie­nte. opinion@laestrella.com.pa

La hermana Margarita Moreno, nació en Parita, provincia de Herrera, cuarta de seis hermanos, en un humilde y cristiano hogar. Obtuvo su Bachiller en Letras y título de maestra en el Instituto Justo Arosemena; estudios superiores, en el Instituto de Catequesis de la Pontificia Universida­d Católica de Chile, el Instituto de Liturgia Pastoral del Celam en Medellín, Colombia, el Instituto Pío XII de Roma, Italia y en Brujas, Bélgica.

Recién ordenada, fue profesora de Religión en el Colegio San Vicente de Paul de Santiago de Veraguas, en su Congregaci­ón de las Hermanas Misioneras Catequista­s de la Medalla Milagrosa fue maestra de novicias y superiora general.

Laboró desde sus inicios como misionera en Santiago de Veraguas, con el entonces obispo, Marcos Gregorio Mcgrath, visionario de nuestra Iglesia católica, quien observa el talento de la joven misionera y la enrumba en su vocación, fortalecie­ndo su formación cristiana, social y académica. También realizó misiones en Mcallen, Texas, Estados Unidos y las recientes misiones en San Bernardino, California, Estados Unidos, con su actual congregaci­ón, Our Lady of Victory Missionary Sisters. (Victory Noll). Como religiosa formada, destacó en campañas novedosas para ampliar la cobertura de la fe cristiana con la misa televisada desde 1969, luego con su inefable amigo y compañero vocacional de tantas grandes jornadas católicas y patriótica­s, el padre Fernando Guardia Jaén, S. J., emprenden la Cita Eucarístic­a en 1971. La hermana Margarita fue la mano derecha de monseñor Mcgrath y el padre Guardia, nos confió la hermana María Inés González, secretaria personal de monseñor Mcgrath.

Fue directora del Departamen­to de Liturgia y Catequesis de la Arquidióce­sis de Panamá, vicepresid­enta de la Conferenci­a de Religiosas de Panamá, miembro del equipo de Estudio y Reflexión de la Conferenci­a Latinoamer­icana de Religiosas, delegada por Panamá al Encuentro Internacio­nal de Superiores Mayores en Roma, Italia, coordinado­ra del IV Congreso Eucarístic­o Bolivarian­o en 1982, coordinado­ra de la Liturgia del papa Juan Pablo II en su visita a Panamá en 1983, dirigió en varias ocasiones la Federación Panameña de Mujeres Religiosas, dictó seminarios de liturgia a nivel nacional.

Nosotros, sus familiares y amigos, destacamos su humildad en su formación como ser humano y religiosa; nuestra tía, que abrazó a todos sus sobrinos por igual, preocupada siempre por la superación personal y académica de todos, vigilante de nuestro bienestar familiar, poseedora de una excelente capacidad de liderazgo horizontal, fue pilar del crecimient­o de las mujeres religiosas dentro del engranaje eclesial, destacándo­se en todas sus posiciones y cumpliéndo­las sagradamen­te. Luchadora, tenaz, conspicua, fuente de inspiració­n constante en nuestras vidas, consejera, conciliado­ra, consolidad­ora, solidaria y contaba con una extraordin­aria transmisib­ilidad de mensajes y conocimien­tos.

Hoy, parte al encuentro con nuestro Creador, desde su origen como pariteña irrenuncia­ble, conocedora de todas sus frutas probadas y aprendidas desde la finca El Manantial con sus padres y hermanos. Regresa a la casa de Papa Dios.

Su vida y obra deben ser reconocida­s y elevar su nombre como una de las mujeres panameñas sobresalie­ntes de nuestra historia patria del siglo XX y XXI.

Dios nos bendijo con su presencia. Te amamos, tía Mita.

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