Estimado COVID:
“Llevo seis meses estudiándote y aprendiendo sobre ti: qué eres, cómo funcionas, cómo afectas mi especie, cómo has cambiado mi hogar, el planeta Tierra […]”
Sinceramente, estoy asombrada. Gran parte de mí desea, intensamente, agradecerte. Sentimiento que nunca creí posible, refiriéndome a ti. Los primeros meses, sentí furia, miedo, tristeza, frustración y confusión, normal en los seres humanos, cuando se trata de un virus altamente contagioso que está atacando a nuestra especie; y, aún más normal, cuando te toca vivir una situación para la cual no estás preparado, algo que ni remotamente nos imaginábamos.
Llevo seis meses estudiándote y aprendiendo sobre ti: qué eres, cómo funcionas, cómo afectas mi especie, cómo has cambiado mi hogar, el planeta Tierra, básicamente estudiando cada cuestión que se me presenta sobre ti.
Me ha tomado seis largos meses entender que eres una parte importante de lo que nosotros llamamos “la vida”, que no siempre tenemos el privilegio de presenciar. Eres el responsable de que los seres vivos cambien a través del tiempo, en este caso, nuestra especie, y de determinar quién logra adaptarse al medio de la mejor forma posible.
Lo curioso y particular de ti es que normalmente todos estos procesos requieren tiempo, mucho tiempo. Por tanto, muy pocas veces somos capaces de presenciarlos.
Has seleccionado entre cientos de generaciones, la nuestra -generación Z-, para que seamos testigos de esta evolución del ser humano, suceso que considero una maravilla que nos regala la naturaleza. Así, no solo lo tendremos en los libros de ciencia y las teorías del evolucionismo, sino que somos ejemplos vivos de la selección natural.
Muchos podrán preguntarse... ¿“evolución”? Pues sí. La COVID-19 es un ejemplo preciso de lo que conocemos como evolución, selección natural. Diariamente, leemos noticias sobre las medidas de precaución necesarias ante esta compleja situación, como el frecuente lavado de manos, uso de mascarillas y distanciamiento social, entre otros.
Mi opinión, basada en el estudio que he desarrollado sobre el tema, es que este es un virus que vino para quedarse, con el cual nos tocará aprender a convivir. Tarde o temprano, independientemente de todas las precauciones tomadas, a la gran mayoría, nos va a dar.
Aquí recalco “evolución”, solo sobrevivirán los individuos que logren adaptarse de la mejor forma posible al medio, a la situación actual. No los más inteligentes o los más fuertes, sino aquellos que logren desarrollar todas las características que esta selección natural postula. Los que lleven una vida saludable, una alimentación sana, quienes tengan un sistema inmune fuerte y no sufran de enfermedades, entre otras.
La teoría de la evolución es, seguramente, la idea más importante e influyente desarrollada por la mente humana. De ella depende la persistencia de la vida sobre la Tierra. Theodosius Dobzhansky, notable genetista de los años 30 y padre de la “nueva síntesis” de la teoría evolutiva, decía: “nada en biología tiene sentido, si no es a la luz de la evolución”. Si no existiera evolución, no podríamos tener adaptaciones como la que estamos viviendo actualmente, resistencia a un virus extremadamente contagioso.
Todos los organismos y sus características son productos de la evolución; proceso biológico que subyace en todas las cuestiones de nuestro día a día. Los análisis y los métodos evolutivos han contribuido de una forma muy directa y relevante a mejorar el conocimiento de que disponemos sobre el mundo que nos rodea y, por supuesto, sobre nosotros mismos.
La biología evolutiva es una ciencia extraordinariamente compleja que ha creado relaciones entre gran parte de las ciencias biológicas y lo vemos claramente en la situación actual. Los métodos de control de esta enfermedad solo serán eficaces si se tienen en cuenta los principios evolutivos.
Hay motivos para estar tristes y frustrados, pero también los hay para agradecerle a la COVID-19. Diariamente leemos infinidades de artículos devastadores sobre el virus. Pero raramente dedicamos algunos minutos a pensar y agradecer por esta situación.
Personalmente, tengo mucho que agradecerle. Gracias COVID-19 por enseñarme tantas cosas, por forzarme a crecer y mejorar.
Gracias a ti, definitivamente, vamos a tener importantes consecuencias en el mundo de la información. Podría tomarme la libertad de llamarte “el nuevo antídoto contra fakes news”. Claramente, el consumo de noticias se ha elevado de manera exponencial, pero eso no significa que se vean beneficiados todos los medios. Aquellos que realmente van a salir fortalecidos son los que nos brinden información útil y veraz, ya que este virus nos ha enseñado a que, cuando se trata de salud, no todo vale por un “like”.
Gracias por hacernos ver que, en momentos difíciles, las acciones importan más que las palabras. Más que un “te quiero”, lo que realmente tiene valor es la conciencia y el sacrificio de no salir, sin necesidad, para cuidar a tus seres queridos. Definitivamente, esta adaptación es desafiante, ataca una de las cualidades intrínsecas del ser humano: la sociabilidad. Por eso, es la forma más genuina de expresar el amor hacia los que aprecias.
Por último, otro vívido ejemplo de que la unión hace la fuerza. Vivimos una realidad en la que debemos apoyarnos. En vez de criticar y recalcar lo negativo, deberíamos buscar lo positivo y tratar de convertir las deficiencias en lecciones. Necesitamos esperanza, fe y unión. Es un momento que quedará marcado para la historia, en el que, los seres humanos, estamos enfrentando una difícil pelea para preservar nuestra especie.
“Muchos podrán preguntarse... ¿“evolución”? Pues sí. La COVID-19 es un ejemplo preciso de lo que conocemos como evolución, selección natural”
“Hay motivos para estar tristes y frustrados, pero también los hay para agradecerle a la COVID-19”