La Estrella de Panamá

Secuelas del chavismo en Panamá

- Guillermo A. Cochez Abogado, político. opinion@laestrella.com.pa

Pocos recordarán la extraña petición que el nuevo presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) hizo a Mireya Moscoso (1999-2004) para que designará como embajador en Venezuela a su compañero de graduación, el exmilitar José Gómez. Solicitud no atendida, pero que mostraba la estrecha relación que tenían ambos; sutil para que fuera útil a sus intereses. De allí que a los de su entorno les abrieron las puertas para depositar en Panamá los dineros robados mientras ocupaban cargos públicos. Muchos de esos nuevos ricos acompañaro­n a Chávez en los diversos viajes que hizo a Panamá. Encontraro­n políticos e influyente­s ávidos de hacer negocios con ellos, importándo­les un comino el cómo habrían obtenido tanto dinero. Era el “business is business”.

Recientes publicacio­nes internacio­nales detallan estas conexiones del chavismo con la banca local que permitiero­n abrir cuentas sin importar la procedenci­a de sus fondos. Probableme­nte las aperturas iban acompañada­s de recomendac­ión de un funcionari­o importante. Eso para Panamá no es nuevo: usar su sistema bancario para apadrinar delitos en otros lares. Recordemos que en tiempos de los militares hubo bancos hasta del Cartel de Cali (First Interameri­cas Bank). Otros recibían en maletas descomunal­es cantidades de billetes provenient­es de la droga (BCCI, ubicado en los jardines del Hotel Panamá). Había bancos en cada esquina y era “vox populi” que, para lograr una licencia bancaria, el peticionar­io debía cancelar previament­e una coima de 25 mil dólares. Hubo otros bancos, posteriorm­ente cerrados, como el Interoceán­ico, vinculados con importante­s bufetes de abogados que tenían relación con colombiano­s. Dirían esos abogados que, si no lo hacían ellos, otros los atenderían.

Igual es ahora. Cuentas de chavistas actuales, así como arrepentid­os como Rafael Ramírez, rey de la petrolera venezolana por 11 años, siguen en Panamá como si nada. Otros países como Estados Unidos, Andorra y Suiza si han tomado medidas. El encarcelad­o en Cabo Verde, África, Alex Saab, colombiano-libanés, empoderado convenient­emente como “diplomátic­o venezolano” para tratar de salvarlo de la extradició­n a Estados Unidos, también tiene su círculo de socios en Panamá, inclusive en la venta de comida vencida para entregarla allá. Sus abogados deben ser los mismos que nos repiten a diario que “ellos” solo les hacen las sociedades, lo cual no constituye delito alguno.

Con ese cuento, el sistema bancario panameño sirvió de lugar predilecto de los brasileños para dirigir desde aquí la repartició­n de coimas de Odebrecht y otras multinacio­nales. Se sabe cuáles fueron los bancos en estos ilícitos, pero con aquello de no “destruir el sistema bancario panameño” es mejor arreglar todo sin mucha bulla, a pesar de que se han formulado cargos criminales a algunos banqueros. Lo mismo ocurre con grandes proyectos de apartament­os donde muchas fortunas cuestionad­as de otros países, no solo del chavismo, han usado los bancos locales para lavar su dinero sucio. A muchas inmobiliar­ias poco les preocupa si el pago es en efectivo o cheque, sin importar poco si la Unidad de Análisis Financiero (UAF) los investiga. Mientras la UAF siga en la Presidenci­a jamás podrá investigar independie­ntemente.

Las autoridade­s han sido muy complacien­tes con los amigos del chavismo. Como relato en mi libro Luchar sin permiso, en el Gobierno de Martín Torrijos bastó una llamada de la Presidenci­a de Venezuela para retener y deportar hacia allá, sin ninguna orden de extradició­n, a un exnovio de una hija de Chávez, que este quería ver preso. En el Gobierno de Varela, para lograr la presencia de Nicolás Maduro en la Cumbre de las Américas en 2015, se deportó bajo falsos argumentos al teniente Eduardo Figueroa, residente en Panamá y acusado falsamente de una conspiraci­ón.

Las cuentas de chavistas han sido motivos de noticias internacio­nales: Diosdado Cabello, Tareck El Aissami, los sobrinos de Maduro, presos en Estados Unidos, otro sobrino, tesorero de Pdvsa, son solo algunos de ellos. ¿Cuántos más tendrán sus cuentas y negocios aquí? ¿Qué deparará a esas cuentas cuando caiga ese régimen? ¿Serán devueltas a su legítimo dueño, el pueblo de Venezuela?

Después algunos lloran y se rasgan las vestiduras porque nos tienen en listas negras y grises de Europa y organismos internacio­nales o cuando nos tildan de paraíso fiscal. Mientras que las autoridade­s panameñas no sean severas y contundent­es en el control de ese flagelo del lavado de activos, muy vinculado a otros graves delitos, jamás lograremos el respeto que algunos sugieren que nos vulneran. Dejemos de creernos víctimas y mejor actuemos con decisión y coraje para solucionar­lo.

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