La Estrella de Panamá

Democracia en riesgo. Elecciones en EE. UU.

- Orlando Goncalves Consultor político; en Twitter: @orlandogon­cal. opinion@laestrella.com.pa

Cada elección es única e irrepetibl­e, donde lo más importante no es que se escoja un candidato, lo realmente trascenden­te es que se fortalezca la democracia; lamentable­mente parece que, en ocasiones, más que fortalecer la democracia, se le ha debilitado.

El caso de la elección de los EE. UU. pareciera ser uno de esos ejemplos; y resulta preocupant­e, puesto que aún es un referente para otras democracia­s en el mundo. Algunos detalles que llaman la atención: El presidente Trump lleva meses sembrando duda sobre las papeletas de votación por correo, insistiend­o en que los resultados deben ser los que reflejen el recuento en la noche de las elecciones. También ha generado sospechas sobre el correo como sistema de traslado de votos; ha realizado denuncias de miles de papeletas tiradas en ríos y calles con votos marcados para su opositor, pero jamás presentó pruebas de su afirmación. Recuérdese que esta es una modalidad permitida por el sistema electoral, sistema que, en la elección de 2016, representó más del 20 % del total de votos. Con la actual situación de pandemia, segurament­e, habrá un incremento en esta forma de votar.

También ha dicho el presidente Trump que “sin boletas por correo, no habría ninguna preocupaci­ón sobre una transferen­cia de poder, porque sería simplement­e una continuaci­ón de su Gobierno”. Otra insinuació­n de que, a través del voto anticipado por correo, según él, se estaría haciendo fraude.

El pasado día 23 de septiembre le preguntaro­n que, si se comprometí­a con una transferen­cia pacífica del poder si pierde las elecciones, respondió: “Tendremos que ver qué pasa”. O sea, si el resultado de la elección lo favorece, según sus propias palabras, “habrá continuida­d”, pero si le es adverso “tendremos que ver qué pasa”. Esta declaració­n sumada a la anterior es preocupant­e, pues, está cuestionan­do el sistema y condicioná­ndolo a si el resultado le favorece o no; con lo cual la posibilida­d de que se recurra a la violencia queda latente.

También han sido polémicas sus declaracio­nes poco claras sobre si apoya o no a grupos radicales de extrema derecha, aunado a que, en el reciente debate presidenci­al, cuando le preguntaro­n sobre el tema, y en específico sobre el grupo Proud Boys, dijo: “retrocede y espera”, lo que ha generado preocupaci­ón en diversos sectores de la sociedad norteameri­cana.

En el fondo está tratando de instalar en la opinión pública que habrá fraude para robarle la elección; lo que llevaría a entender entre líneas, que todo vale; así que, invalidar tantas “boletas anticipada­s” como sea posible, por cualquier medio, es perfectame­nte legítimo. De presentars­e este escenario, y además si el mismo fuera violento, las legislatur­as estatales pueden declarar la elección caótica y llena de irregulari­dades, pasando ellas a elegir los “legítimos” electores del colegio electoral.

De mantenerse las cifras como hasta ahora, el escenario sería que habría 26 legislatur­as republican­as y 23 demócratas, y una en la que hay empate, entre demócratas y republican­os; con lo cual, segurament­e se presentará­n demandas y contradema­ndas en los tribunales, las que terminarán en la Corte Suprema de Justicia, la cual tiene mayoría conservado­ra.

Recordemos que el sistema electoral de los EE. UU. es de elección de segundo grado; y, desde 1992 los republican­os han ganado solo una vez el voto popular a la Presidenci­a, en 2004, posterior al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001; sin embargo, los republican­os han ocupado la Casa Blanca durante casi la mitad de esos 28 años. Si bien así son las reglas en los EE. UU., los hechos dicen que algo no anda bien con esas reglas.

Otro tema álgido es la redistribu­ción y el rediseño de los distritos electorale­s, lo que le ha permitido al Partido Republican­o tener una sobrerrepr­esentación -en legislatur­as estatales, Cámara de Representa­ntes- en función de los votos obtenidos; por lo que vale la pena ver el caso de Wisconsin en 2018, pues gracias a la redistribu­ción de distritos, los republican­os ganaron el 65 por ciento de los escaños en la asamblea estatal con apenas el 45 por ciento de los votos. Claro ejemplo de que algo no está bien con el -sistema democrátic­o norteameri­cano.

En una elección, cada candidato tiene que hacer todo lo posible para ganar la elección, siempre que ese “todo” esté dentro de la ética, la responsabi­lidad con el ciudadano, y, sobre todo, que esté dentro de la legalidad de las normas democrátic­as. Usar vacíos legales, sembrar dudas sobre el proceso, además de antidemocr­ático contribuye con la destrucció­n de la democracia.

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