A seis meses de la pandemia
Aseis meses de la pandemia, solo puedo pensar en ese 9 marzo del 2020, cuando aparecieron los primeros casos de la COVID-19 en Panamá. Todo pasaba tal cual una película.
Se activó nuestro instinto de supervivencia y el miedo a la escasez de alimentos, nos hizo comprar de forma compulsiva.
Curiosamente, escaseó el papel higiénico y comprendimos que tener un desinfectante Lysol en ese momento, era tener oro en polvo.
Los centros comerciales cerraron sus puertas, la ropa y demás ya no eran prioridad.
Nuestros hogares se convirtieron en escuelas, oficinas de trabajo y sitios recreativos para nuestros hijos.
La vida nos hizo un llamado a hacer una pausa obligatoria, encontrarnos con nosotros mismos, con nuestros anhelos y nuestros miedos.
Matrimonios se volvieron a enamorar, otros se dieron cuenta de que no eran más que dos extraños en un mismo lugar.
Socialmente nos distanciamos, pero emocionalmente nos acercamos.
Hoy, puedo decir que conozco cada espacio de mi hogar; y, reconozco que no era tiempo lo que nos faltaba para hacer esos proyectos que teníamos en pausa, el tiempo siempre ha estado ahí.
Se puso en evidencia la desigualdad social y económica que siempre ha prevalecido, pero ocupados en nuestro propio devenir, una actitud un tanto egoísta, no nos permitíamos ver.
A seis meses de la pandemia, irónicamente, se llenaron los parques, nada mejor que sentir el abrazo del viento y ver ese hermoso cielo, que, en nuestra prisa, no nos permitíamos contemplar.
Algunos han encontrado el valor de la vida, el valor de un abrazo y el valor de una despedida.
Probablemente nada será como antes, hemos vividos distintas pérdidas, algunas irreversibles, otras recuperables.
¿Qué nos espera? No lo sé, pero de nada sirve seguir corriendo hacia ese futuro incierto, que al final solo genera angustia.
El presente es un regalo, vivámoslo con amor, sin prisa y con compasión, mientras seguimos siendo parte en ese libro de historia, que algún día contaremos…