Año Nuevo: vicisitudes y problemas sociales
Al finalizar un año, suele darse el caso de que, algunas personas, acicateadas por el análisis e interpretación de las cosas, tratan de explicar el porqué de muchos eventos, omisiones o descalabros. En el caso particular, nos ocupamos en ver qué y cómo de algunos hechos.
El país, desde marzo del año pasado, enfrenta una pandemia progresiva con secuelas y daños incalculables en la economía, en el sistema de salud, en la educación, en el aspecto social y, de hecho, humano. Por eso, es preocupante la inoperancia y la lentitud con que se toman decisiones desde el Gobierno.
Señalamos lo anterior toda vez que la falta de previsión, la lentitud y la demora en asumir directrices eficaces, han dado traste en el enfoque de cómo enfrentar el problema. Desde siempre, hemos tenido un sistema de salud pública ineficiente, falto en modernización, nuevas instalaciones, personal médico e insumos necesarios. Asimismo, un sistema educativo con sensibles falencias, con un bajo presupuesto y con un año luz de atraso tecnológico.
Qué decir del valioso recurso humano con que contamos, sujeto, desde siempre, a los vaivenes de políticos inescrupulosos que, cada cinco año, vulneran sus derechos laborales y juegan con los empleos del ciudadano de a pie, de aquel que depende de un salario para subsistir él y su familia.
No importa quién gobierne, el resultado es el mismo: una pléyade de copartidarios con “derecho al trabajo”, en detrimento de otros que, al igual que ellos, tienen los mismos derechos constitucionales y existenciales. Es el caso que “el primer obrero del país” trajo consigo a su séquito de dinosaurios políticos, que directa o indirectamente degustan de los beneficios de su partido en el poder. A poco tiempo de su toma de posesión ya se visibiliza el desgaste político, el rechazo popular y luchas internas con copartidarios que se sienten “ninguneados”, tontos útiles o peldaños de subida de los bellacos.
A veces, algunos de estos adláteres incondicionales, al interpretar los discursos presidenciales, so pretexto de “análisis sesudos”, evidencian servilismo y uso de una lupa sin aumento. Pues, pretender que el arrastre económico de cinco o diez años de Gobiernos precedentes es la causa de un mal manejo presupuestario y de otros daños colaterales, es un absurdo.
Tenemos, sin caer en un subjetivismo enfermizo, que analizar las actuaciones de gobierno y entender que todo es según el cristal por donde se mira, pero no podemos sustraernos de una realidad que, a quemarropa, nos golpea el rostro y nos indica que muchas cosas malas se están dando, y todo en función a no asumir las medidas económicas correctas y a no garantizar coherencia en las acciones y decisiones gubernamentales.
Con algo de fe, esperamos que el actual Gobierno se deje de especulaciones y con determinación se dé cuenta de que no se gobierna para un grupo, sino para toda una población que exige equidad, responsabilidad, no ser excluida de los beneficios y tener que cargar con los grandes desaciertos en asuntos de salud, educación, servicios públicos y otras necesidades que deben ser suplidas. Amanecerá y veremos.