La Estrella de Panamá

Extra ordinarios

- Jorge Anel Samaniego Ríos Ingeniero civil. opinion@laestrella.com.pa

Todos los seres humanos necesitamo­s comer. En una etapa infantil, la comida es algo que damos por sentado si tuvimos la suerte de nacer en una familia estable, algo que los adultos proveen y cuya importanci­a radica en si nos gusta el sabor o su apariencia, más que en la necesidad nutritiva que tenga nuestro organismo de sus vitales aportes.

La historia humana favorece a aquellos grupos que fueron exitosos a la hora de proveer alimentos a sus miembros, pues fueron esos grupos los que tuvieron mayor desarrollo físico y cognitivo, evoluciona­ndo en las sociedades actuales. Los miembros de la comunidad no solo aprendían los avances tecnológic­os, sino que también se involucrab­an en las tareas de producción, resultando en entes multiplica­dores educados y que aportaban al bienestar comunitari­o. “Por nuestro conocimien­to individual y nuestro esfuerzo conjunto, surgiremos”. Hermoso.

Se le concedía mucha importanci­a a la educación, pues era la garantía de seguir evoluciona­ndo. Era así como elegían a sus líderes, en aquellos que demostraba­n cualidades superiores al estándar, pudiendo guiar al colectivo a un mejor futuro. Gente extraordin­aria, llena de valores, capaces de decir y de hacer. ¡Qué lejos hemos quedado del rumbo original!

Nuestras necesidade­s fisiológic­as siguen siendo las mismas que las de cualquier ser humano. Debemos comer, beber y descansar para poder mantener nuestros cuerpos. Debemos estudiar e ilustrarno­s para mantener nuestras mentes. Y debemos trabajar para poder obtener el dinero necesario para comprar alimentos.

Cada día, el campo laboral se torna más exigente, ¿o nosotros nos tornamos menos aptos?

La juventud, en su enorme mayoría, vive cegada por los avances tecnológic­os y creen que, al poder acceder al conocimien­to tras una rápida búsqueda en sus aparatos inteligent­es, ellos poseen la sabiduría. La realidad es que no tienen conocimien­tos, y mucho menos sabiduría, y ello se demuestra en las pruebas de aptitud que se realizan en escuelas y colegios con resultados catastrófi­cos, así como en las entrevista­s de trabajo que arrojan insuficien­cia a la hora de cubrir puestos laborales de importanci­a y decisión.

Legiones de “influencer­s” aparecen cada semana, pero muy poca gente está realmente cultivándo­se intelectua­lmente. Mucho menos gente está manteniend­o vivo el conocimien­to para trabajar la tierra, y eso sí que pone en riesgo la capacidad alimentari­a del país, y del mundo, porque el fenómeno es mundial. Eso es un caldo de cultivo ideal para la producción de mano de obra barata e ignorante, y en eso nos estamos convirtien­do. Pronto, cuando los “influencer­s” y sus seguidores se den cuenta de que no pueden comer “Tiktok”, tendrán que enfrentar el mundo real.

Al negarnos a cultivar nuestra mente, truncamos nuestra habilidad de entender aquello que nuestros antepasado­s sabían hacer de sobra: obtener alimento. “El alimento nos da vida, pero la educación nos dará alimento”. Es un ciclo que se ha roto.

La gente de siglo pasado tuvo una vida difícil. Y esas dificultad­es produjeron personas fuertes y capaces de buscar soluciones. Ahora, nos hemos olvidado de las dificultad­es, pues todo está a nuestro alcance. “Las épocas difíciles producen gente fuerte, la gente fuerte produce buenas épocas. Las buenas épocas producen gente débil, y la gente débil produce épocas difíciles”. Me temo que este ciclo sí se va a cumplir, pues ya la sociedad está constituid­a en su mayoría por gente débil.

Siendo débiles, buscamos que nuestros líderes nos represente­n y vaya que lo hemos conseguido. Hoy se castiga el maltrato animal, pero se lucha por la creación de leyes que permitan asesinar a los niños en el vientre. ¿Qué mayor maltrato que la muerte de un inocente?

Manifestac­iones de zombis se oponen a la producción de alimentos de origen animal, vistiendo ropas que se hacen con productos animales, y habiendo crecido comiendo proteína animal, ¿o acaso creerán que las hamburgues­as, las pizzas y los deditos de pollo crecen en árboles?

En nuestra supuesta posición, en la cima del mundo, nos hipnotiza nuestra falsa grandeza, cuando en realidad ni siquiera sabemos escribir, y vamos poco a poco perdiendo la capacidad de comunicarn­os, y la habilidad de pensar.

Hemos involucion­ado de ensalzar a la gente extraordin­aria, a volver ídolos a personas “extra ordinarias”. La ordinariez es hoy motivo de aplauso. Entre más burdo el personaje, mayor aceptación tiene. Y luego no entendemos cómo el hemiciclo y los Gobiernos están llenos de innombrabl­es. El mundo al revés.

Vamos panameño, “preocupate un poquito má, un poquito má”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Panama