Extra ordinarios
Todos los seres humanos necesitamos comer. En una etapa infantil, la comida es algo que damos por sentado si tuvimos la suerte de nacer en una familia estable, algo que los adultos proveen y cuya importancia radica en si nos gusta el sabor o su apariencia, más que en la necesidad nutritiva que tenga nuestro organismo de sus vitales aportes.
La historia humana favorece a aquellos grupos que fueron exitosos a la hora de proveer alimentos a sus miembros, pues fueron esos grupos los que tuvieron mayor desarrollo físico y cognitivo, evolucionando en las sociedades actuales. Los miembros de la comunidad no solo aprendían los avances tecnológicos, sino que también se involucraban en las tareas de producción, resultando en entes multiplicadores educados y que aportaban al bienestar comunitario. “Por nuestro conocimiento individual y nuestro esfuerzo conjunto, surgiremos”. Hermoso.
Se le concedía mucha importancia a la educación, pues era la garantía de seguir evolucionando. Era así como elegían a sus líderes, en aquellos que demostraban cualidades superiores al estándar, pudiendo guiar al colectivo a un mejor futuro. Gente extraordinaria, llena de valores, capaces de decir y de hacer. ¡Qué lejos hemos quedado del rumbo original!
Nuestras necesidades fisiológicas siguen siendo las mismas que las de cualquier ser humano. Debemos comer, beber y descansar para poder mantener nuestros cuerpos. Debemos estudiar e ilustrarnos para mantener nuestras mentes. Y debemos trabajar para poder obtener el dinero necesario para comprar alimentos.
Cada día, el campo laboral se torna más exigente, ¿o nosotros nos tornamos menos aptos?
La juventud, en su enorme mayoría, vive cegada por los avances tecnológicos y creen que, al poder acceder al conocimiento tras una rápida búsqueda en sus aparatos inteligentes, ellos poseen la sabiduría. La realidad es que no tienen conocimientos, y mucho menos sabiduría, y ello se demuestra en las pruebas de aptitud que se realizan en escuelas y colegios con resultados catastróficos, así como en las entrevistas de trabajo que arrojan insuficiencia a la hora de cubrir puestos laborales de importancia y decisión.
Legiones de “influencers” aparecen cada semana, pero muy poca gente está realmente cultivándose intelectualmente. Mucho menos gente está manteniendo vivo el conocimiento para trabajar la tierra, y eso sí que pone en riesgo la capacidad alimentaria del país, y del mundo, porque el fenómeno es mundial. Eso es un caldo de cultivo ideal para la producción de mano de obra barata e ignorante, y en eso nos estamos convirtiendo. Pronto, cuando los “influencers” y sus seguidores se den cuenta de que no pueden comer “Tiktok”, tendrán que enfrentar el mundo real.
Al negarnos a cultivar nuestra mente, truncamos nuestra habilidad de entender aquello que nuestros antepasados sabían hacer de sobra: obtener alimento. “El alimento nos da vida, pero la educación nos dará alimento”. Es un ciclo que se ha roto.
La gente de siglo pasado tuvo una vida difícil. Y esas dificultades produjeron personas fuertes y capaces de buscar soluciones. Ahora, nos hemos olvidado de las dificultades, pues todo está a nuestro alcance. “Las épocas difíciles producen gente fuerte, la gente fuerte produce buenas épocas. Las buenas épocas producen gente débil, y la gente débil produce épocas difíciles”. Me temo que este ciclo sí se va a cumplir, pues ya la sociedad está constituida en su mayoría por gente débil.
Siendo débiles, buscamos que nuestros líderes nos representen y vaya que lo hemos conseguido. Hoy se castiga el maltrato animal, pero se lucha por la creación de leyes que permitan asesinar a los niños en el vientre. ¿Qué mayor maltrato que la muerte de un inocente?
Manifestaciones de zombis se oponen a la producción de alimentos de origen animal, vistiendo ropas que se hacen con productos animales, y habiendo crecido comiendo proteína animal, ¿o acaso creerán que las hamburguesas, las pizzas y los deditos de pollo crecen en árboles?
En nuestra supuesta posición, en la cima del mundo, nos hipnotiza nuestra falsa grandeza, cuando en realidad ni siquiera sabemos escribir, y vamos poco a poco perdiendo la capacidad de comunicarnos, y la habilidad de pensar.
Hemos involucionado de ensalzar a la gente extraordinaria, a volver ídolos a personas “extra ordinarias”. La ordinariez es hoy motivo de aplauso. Entre más burdo el personaje, mayor aceptación tiene. Y luego no entendemos cómo el hemiciclo y los Gobiernos están llenos de innombrables. El mundo al revés.
Vamos panameño, “preocupate un poquito má, un poquito má”.