Una industria con impacto en el medio ambiente
La contaminación generada por este sistema de consumo, hace que la necesidad de una moda más sustentable sea cada vez más urgente
¿Sabía que la industria textil es la segunda más contaminante del planeta después de la petrolera? Aunado a ello, hasta el 85% de los textiles son desechados en vertederos o incinerados causando aún más contaminación. En esta entrega ahondamos al respecto, sobre el escenario presente y futuro para el sector
La industria textil es la segunda más contaminante del mundo después del petróleo, así lo declara la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que reporta que este sector
produce el 20% de las aguas residuales mundiales y el 10% de las emisiones globales de dióxido de carbono.
En 2016 ,en Estados Unidos se produjeron un total de 16,890,000 toneladas de ropa, de las cuales 11,150,000 acabaron en un vertedero, 3,170,000 se incineraron con valorización energética y 2,570,000 se reciclaron. Hablando en porcentajes, significa que el 67% de la ropa producida en Estados Unidos termina acumulándose en un vertedero y un 18% es incinerado. Es decir, que el 15% solo es lo que llega a reciclarse.
Según la ONU, confeccionar unos jeans requiere unos 7,500 litros de agua, el equivalente a la cantidad de ese líquido vital que bebe una persona promedio en siete años. Ese es solo uno de los varios hallazgos alarmantes de un estudio ambiental reciente que revela que el costo de estar siempre a la moda es mucho más caro que el precio monetario que pagamos por ello.
Además, los tintes usados para dar color a las distintas prendas de ropa muchas veces terminan en los ríos adyacentes a las fábricas, lo cual genera importantes impactos en la flora y fauna. Un caso conocido fue Bangladesh, cuyo río se presenta de distintos colores debido al vertido de aguas mezcladas con los tintes, según describe vidasostenible.org.
Sin embargo, esta industria al igual que la del turismo fue una de las más afectadas durante la pandemia. Grandes marcas como Zara, H&M o Primark tuvieron que cerrar sus tiendas a causa del SARS-COV-2, así como también tuvieron que ajustarse a la disminución del gasto de los clientes y los trabajadores de países como la India, Bangladesh
y China, siendo estas naciones las principales fabricantes de ropa del mundo.
De hecho, en Francia, en pleno Fashion Week, se vieron los efectos que este potente virus ocasionó, por lo que firmas como Chanel tuvieron que suspender desfiles planeados para China en mayo pasado, moviéndose a Londres.
Otro caso es el de Giorgio Armani, que celebró un desfile a puerta cerrada y temporalmente decidió cerrar todas sus fábricas en Italia. Hasta eventos importantes latinoamericanos en el ámbito textil también fueron cancelados.
De hecho, ahora con la pandemia durante el mes de julio 2020, las ventas del sector textil se situaron en un 23% por debajo del mismo nivel del año anterior. Y es que las familias optaron por ahorrar en ropa desde marzo de 2020 cuando se dio el brote del virus de la covid-19 en todo el mundo.
Innovación y sustentabilidad
Pese a las estadísticas desalentadoras, los productores y consumidores de moda están cada día más conscientes de que la industria necesita cambiar y numerosas compañías, incluidas las minoristas de ventas masivas, empezaron a integrar los principios de sustentabilidad a sus estrategias de negocios.
Por ejemplo, la cadena global H&M adoptó un esquema de recolección de ropa y la fabricante de jeans Guess forma parte de un programa de reciclaje de guardarropa; mientras que la empresa Patagonia produce chaquetas de poliéster obtenido de botellas recicladas.
Algunas compañías más pequeñas también se sumaron al movimiento para cambiar la industria del vestido e implementar un modelo de negocios sostenible. Entre ellas se cuentan la suiza Freitag, que utiliza lonas y cinturones de seguridad de camiones para hacer carteras y mochilas; Indosole, por su parte, fabrica zapatos con llantas viejas; y Novel Supply, de Canadá, tiene un esquema de devolución en el que los clientes pueden regresar sus prendas cuando ya no las usan para que la empresa las recicle.
Con la intención de frenar las prácticas ambientales y sociales destructivas de la industria del vestido y de aprovechar la pasarela para proteger los ecosistemas, diez agencias de las Naciones Unidas lanzaron en la Asamblea sobre Medio Ambiente, celebrada en marzo de 2019 en Nairobi, la Alianza de la ONU para una moda sostenible.
Elisa Tonda, jefa de la Unidad de Consumo y Producción del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), dijo que uno de los diez organismos de la ONU que forman parte de la Alianza, explicó que la producción mundial de ropa y calzado genera el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. “Y con esas manufacturas concentradas en Asia, la industria depende principalmente del carbón y el gas natural para generar la electricidad y el calor que necesita”.
“Si continuamos trabajando con el enfoque de negocios actual, las emisiones de gases contaminantes de esta industria aumentarán casi un 50% para 2030”, advirtió.
Si continuamos trabajando con el enfoque de negocios actual, las emisiones de gases contaminantes de esta industria aumentarán casi un 50% para 2030” ELISA TONDA, JEFA DEL PROGRAMA PNUMA DE LA ONU