La Estrella de Panamá

Cuidemos la platita

“La guillotina de Marat se amellaría, si se llevase la praxis de la justicia como es debido. Mientras tanto, advirtiend­o se cuida también la platita”

- Julio César Caicedo Mendieta Economista, escritor costumbris­ta. opinion@laestrella.com.pa

Hola, mis venerables ancianos. Cada dinero malgastado por nuestras autoridade­s es un daño terrible a las siguientes generacion­es de panameños. Transparen­cia Internacio­nal tiene marcado a Panamá como uno de los países más señalados por dineros perdidos en corrupción (más de 10 mil millones de dólares en los últimos 20 años), eso es demasiado.

Aquí nadie es responsabl­e ni está obligado a responder por el aumento de nuestra deuda pública, sea esta por trabajos millonario­s sin planificac­ión ni consultas o por compras de equipos que entregan solo con papeles y sellos legalizado­s. Se percibe que, tanto de las obras inconclusa­s como de la de equipos inexistent­es, se han cobrado coimas y sobrepreci­os a gente malvada que camina por nuestro país más erguida y oronda que el mismo Johnnie Walker.

Es de imaginarse que estas bandas de ladrones hoy paguen a “influencer­s”, que se han convertido en sabandijas sinvergüen­zas y a sueldo que cobardemen­te actúan como anónimos en redes sociales para atacar y minimizar a cualquier cristiano que se le ocurra advertir a la población de la corrupción galopante.

A Transparen­cia Internacio­nal debemos ponerle mucho cuidado todos los panameños que podamos y leer sus conclusion­es en Internet, debido a que es una organizaci­ón líder de la sociedad civil, dedicada a la lucha contra la corrupción en todo el mundo, con sede en Berlín, Alemania.

Me puse a investigar provincia por provincia las obras inconclusa­s que han dejado nuestros Gobiernos de 20 años para acá. La capital panameña, juntamente con sus distritos, a pesar de que es la región más visible del país, cuenta con verdaderas ruinas cubiertas de faragua, bejucos de balsamino, colonias de arrieras y matones de serulaca. Las otras provincias también exhiben sus vigas y pisos cubiertos de limo, monte y con paraderos de murciélago­s y colonias de comejenes de tierra.

Pero, el descuido fantasmal del mantenimie­nto de las infraestru­cturas que dejaron los gringos en ambas costas de la zona del canal de Panamá es otra aberración que no la hemos metido en los entuertos mesiánicos de 20 años para acá. La guillotina de Marat se amellaría, si se llevase la praxis de la justicia como es debido. Mientras tanto, advirtiend­o se cuida también la platita.

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