Un tiempo mejor para contar
“Falta la parte en donde lo actuado concreta sin ambigüedades la manera en que se redefinió la historia de la Nación; escribir desde el seno de un país decente”
Al asumir un puesto en los Gobiernos, algunas personas lo hacen con intenciones conocidas de usufructo personal, poder y glamur (RAE: “Encanto sensual que fascina”). Si documentáramos bien (cosa que no hacemos), no solo la gestión administrativa de los gobernantes, sino también su conducta personal y la de sus asistentes, tendríamos un escenario más completo del contexto histórico en que se dieron los acontecimientos. De que taras, malcriadeces o ínfulas sufren.
Eso ayuda a entender los resultados de su paso por la conducción del Estado y de la cosa pública. Los resultados de sus actos. Y nos ayuda a no cometer los mismos errores a la hora de escoger a los que deben conducir las cosas del Estado. A como dé lugar, la información serviría para entender la historia como un evento bien documentado, como novela fantasiosa o un cuento perverso.
Ya antes había sugerido que sería interesante ver dentro de unos cuantos años, tal vez un par de décadas, cómo uno o varios escritores de los buenos y creativos que forman parte de nuestro elenco literario, retraten, en broma y en serio, la realidad que estamos viviendo como consecuencia de la gestión de los Gobiernos de las últimas décadas. Desde la distancia del tiempo, deben poder darnos reflexiones literarias más prodigiosas cuando los temas hayan descansado por un tiempo. Ojalá, para entonces, hayamos corregido los males políticos y socioculturales que hoy nos agobian.
Quiero suponer que las investigaciones continuarán, mucha gente irá presa, se recuperarán cientos de millones de dólares y esos dineros serán invertidos en asuntos que beneficien directamente a los más necesitados. Y las penas cargadas a los malsanos, en cumplimiento o cumplidas, servirán de ejemplo y escarmiento para que nadie más se atreva. Quiero imaginarme también que en ese tiempo podremos mirar los sucesos de los últimos 60 años, por decir un número, y siempre sentir vergüenza por dejar que esto nos pasara.
Este tiempo que vivimos da para mucha literatura novelesca, y de la buena. Para libros de cuentos hay como para no acabar. Imagínense los hechos: un país que se vanagloria de sus estructuras de cemento y vidrio, pero que tiene sus escuelas en las peores condiciones. Es inconcebible; allí hay para mucho y en otras esferas pensarían que es fantasía.
Hay mucho misterio en todo esto.
Solo hay que pensar en lo que ha tenido que ver y oír un escolta de esos que les gusta a las altas autoridades tener cerca. No me refiero a las cosas serias o incluso las ilegales que no te dejarían dormir si las supieras. Misterio en temas en donde se hace lo posible por no mencionar a personajes de las altas esferas sociales. Esos que tú conoces y yo conozco, pero que preferimos decir que no conocemos. También hay misterio en los muchos e insólitos nuevos millonarios.
En el escenario educativo, ahora en pandemia da para muchos cuentos. Es decir, un buen escritor puede encontrar muchos relatos en ese escenario desde diferentes perspectivas: la de los maestros; el escenario de los muchachos que se distraen con lo que ocurre en su “burbuja”, o un padre de familia que hace lo posible porque su hijo atienda sus deberes y aprenda algo.
Hay otros cientos de escenarios y eventos. Los muy bien conocidos con sus personajes que se han retratado cada cual a sí mismo con sus pinceles enlodados (para mantener este relato dentro de las esferas artísticas). O digamos se han fotografiado con su propio celular (esa figura es para contextualizar la época).
Pero pareciera que este tiempo, si hay para ensayos históricos o novelas ficticias, no da para crónicas con héroes. No parece que los misterios entre los bancos y las entidades financieras se conocerán. Allí donde depositaron todos esos millones de dólares, a pesar de las restricciones sobre esa materia. Hasta ahora y por lo que sabemos, los entrelazados conspicuos o conocidos entre la mayoría de los personajes, sí se conocen, nadie está hablando.
Falta la parte en donde lo actuado concreta sin ambigüedades la manera en que se redefinió la historia de la Nación; escribir desde el seno de un país decente. De cómo se fueron dando las correcciones y el respeto por la otra persona y la certeza del castigo sea lo que nos gobierne.