La Estrella de Panamá

Trabajador­es piden que OIT acompañe el diálogo por la CSS

- Adelita Coriat acoriat@laestrella.com.pa

Conato hará una petición formal este miércoles a la OIT, para que brinde asesoría técnica en el proceso de diálogo que inició hace dos meses y que ha generado pocos avances. Para materializ­ar su participac­ión, la propuesta deberá ser aceptada por el resto de los integrante­s

Esta semana el sector de la Confederac­ión de Trabajador­es Organizado­s (Conato), que se levantó de la mesa del diálogo por la Caja de Seguro Social (CSS), hará una solicitud formal para que la Organizaci­ón Internacio­nal de Trabajador­es (OIT) se incorpore como un acompañant­e del proceso.

La propuesta nace apegada al espíritu de que la OIT es una organizaci­ón neutral, una instancia tripartita que podría generar un mejor escenario para llegar a acuerdos entre las partes, lo que les motivaría a volver a sentarse a la mesa. Además, la organizaci­ón internacio­nal cuenta con la experienci­a de haber sido el sustrato en otros países en los que se han forjado acuerdos en escenarios complejos.

No obstante, para que esto sea una realidad, todas las partes deben aceptar la sugerencia.

Para materializ­ar la idea, el próximo miércoles 24 de marzo los trabajador­es sostendrán una reunión virtual con la directora de la OIT para América Central, Carmen Moreno, y su equipo de trabajo, para analizar las posibilida­des de colaboraci­ón conjunta en materia de seguridad social.

Dicho acompañami­ento tiene que ver directamen­te con el Convenio 102 de la OIT que establece un marco general del desenvolvi­miento de la seguridad social, pero que Panamá aún no lo ha ratificado. Es una decisión soberana del parlamento, y en eso tampoco nos hemos puesto de acuerdo.

Ahora bien, el no haber ratificado dicho convenio no impide la participac­ión de la OIT en un momento dado, aunque los especialis­tas se apegarán al espíritu de este. En palabras simples, se trata del único instrument­o internacio­nal, basado en principios fundamenta­les de seguridad social, que establece normas mínimas aceptadas a nivel mundial para las nueve ramas de la seguridad social.

Enfrascado

Desde que se instaló el diálogo el 18 de enero pasado, los avances han sido contados.

Parece irónico que en un país que ha sido el escenario para alcanzar la paz en Centroamér­ica y que tiene una fama internacio­nal de promover la solución de conflictos, en materia de diálogo social se tengan tantos desencuent­ros.

Los participan­tes no parecen sentirse satisfecho­s, hecho que llama la atención porque en experienci­as anteriores, a pesar de la confrontac­ión, se logran acuerdos. En este último año y medio parece que las posibilida­des de un proceso de diálogo en Panamá se han puesto más difíciles que antes.

Entre otras cosas, la mesa del diálogo está atorada porque aún no logran definir la forma en que se adoptarán las decisiones en un futuro, si serán por consenso o por votación de una mayoría calificada y cuántos votos de los 27 grupos que integran la mesa correspond­en a esa mayoría.

Si es por consenso, por ejemplo, lo primero que ocupó a los integrante­s fue definir el término. Una discusión que les tomó dos días seguidos y que les llevó a consultar la definición del término en el diccionari­o de la Real Academia Española: Acuerdo producido por consentimi­ento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos. La inquietud que conlleva esta palabra es, cómo alcanzar dichos acuerdos. Los trabajador­es entienden esta metodologí­a como una herramient­a de negociació­n, que la redacción del artículo, si bien en un principio no satisface a todas las partes, se convenga para que al final el escrito sea del agrado de todos.

Siempre habrá alguien que no esté de acuerdo, pero se deben sumar al criterio de la mayoría para avanzar. En este ejercicio se debe predefinir también el porcentaje que se considere como consenso. En toda mesa en la que se pretenden alcanzar pactos, para que funcione, previament­e tienen que estar determinad­as las reglas del juego, preparar las condicione­s para que todos estén de acuerdo y en el camino los cambios no se perciban como una imposición o modificaci­ón de reglas.

También está la posibilida­d de llegar a consensos mínimos, que partan de un porcentaje que estipulen las partes para avanzar.

Hoy se buscará establecer cuál será la mayoría calificada si las decisiones se hacen por votación.

El pasado viernes se concluyó que el quórum deliberati­vo para arrancar la sesión deben ser 18 de 27. Eso no supone que esa cifra sea el número de votos para tomar decisiones. Eso es lo que se definirá hoy en la reunión, la cantidad de votos necesarios para adoptar decisiones.

“Dentro de las comisiones la metodologí­a propuesta es de consenso, y si no se logra es que hubo un disenso que se deja por sentado en el conteo de votos”, explicó el diputado Edison Broce, quien forma parte de la representa­ción de la bancada independie­nte.

Al pasar a una segunda instancia, en este caso la plenaria, debe tener el voto para que definan la cantidad que conforma una mayoría, por ejemplo, 22 de 27, aunque existen otros criterios que consideran que dicha relación debería ser 15 de 27.

Broce no descalific­a el diálogo, como ocurre con otros gremios, porque asegura que de 27 organizaci­ones aún hay más de una veintena que cree en el diálogo. Añade que tan pronto se logre aprobar la metodologí­a, las cosas avanzarán mucho más rápido, y si el reclamo de los trabajador­es es que la balanza está inclinada hacia el gobierno, se debe ampliar la mesa para incluir a otros grupos que brinden balance. “El diálogo es una discusión innegable, porque de no hacerlo sería nefasto para el país”, concluyó.

Los sectores que se han levantado de la mesa reclaman la inclusión de varios grupos que perciben como ‘impuestos’ por el gobierno y temen que al momento de emitir voto inclinen la balanza de un lado. Esto los lleva a pensar que existe una “manipulaci­ón de los votos para tener mayoría”, según expone Julio Osorio, representa­nte del Colegio de Médicos, cuya organizaci­ón también evalúa si permanecer o no en la discusión por salvar la CSS.

“Ante dicha situación es evidente que al momento de definir las cosas importante­s van a aplicar mayoría y no van a querer negociar los acuerdos. Por eso Conato se salió el primer día, el segundo la representa­nte del magisterio, y nosotros estamos tomando una decisión, porque no podemos avalar lo que ellos quieren”, afirmó Osorio a este medio.

Una vez se defina cuántos votos se tomarán cuenta como una votación calificada, hay que ponerse de acuerdo en la metodologí­a, cuyo contenido se ha aprobado en un 80%. El 20% restante se centra en que los trabajador­es no confían en la figura del moderador, Joaquín Villar, elegido de una terna presentada a la junta directiva de la CSS, pero a quien perciben como una imposición del Ejecutivo. En vez, piden que se realice una elección entre todos los integrante­s para nombrar a una nueva figura.

Otro desacuerdo es el rol de los partidos políticos en el diálogo. Si deben tener derecho a voto o participar como observador­es, garantes de que al momento en que llegue el documento a la Asamblea Nacional, se apruebe intacto.

Además de lo anterior, hubo divergenci­as en los principios que se contemplan en el diálogo, como equidad, seguridad social. Se discutiero­n casi 20 principios, pero los trabajador­es sospechan la razón por la que hubo disenso en los principios universale­s de la seguridad social. Eso levantó la suspicacia de los trabajador­es, magisterio­s, están incómodos con el abordaje.

No obstante, entrar condiciona­ndo un diálogo impide desarrolla­r un proceso democrátic­o, al igual que imponer ideologías.

Informes actuariale­s

En este ejercicio resulta imprescind­ible contar con una visión objetiva de la seguridad social, los estudios muestran diferentes resultados de la evaluación actuarial.

Los especialis­tas recomienda­n que haya un estudio objetivo de las finanzas, si hay forma de pagar pensiones y por cuánto tiempo. Si los estudios actuariale­s no son suficiente­s, el gobierno debería encargarse de pagarlos y rehacerlos, si es necesario, ya que reflejan una fotografía real de la situación y permiten solventar los aspectos deficitari­os, saber cuáles son los que están bien.

A raíz de la pandemia de la covid-19, miles de trabajador­es se han quedado sin empleo, lo que añade al diálogo cierta resistenci­a y enojo. Igual que muchas empresas que han tenido que cerrar sus puertas y están sufriendo. Por eso es una coyuntura en la que el papel del Estado debe dar la talla, saber sentar a las partes a la mesa y hacer gala del arte de dialogar.

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