La Estrella de Panamá

Pongamos nuestras barbas en remojo

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico, exrepresen­tante de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). opinion@laestrella.com.pa

El llamado a “poner las barbas en remojo” proviene de un antiguo refrán, que recomienda que, cuando ves que algo acontece a tu alrededor, lo mismo te puede pasar a ti, así que debes estar preparado o tratar de evitarlo. Tiene mucho que ver con el control de la epidemia de COVID-19 en Panamá, pues, no son pocos los países, tanto en Europa como en América, en los que la epidemia, que parecía controlada, está retomando fuerzas y provoca una tercera ola de casos y defuncione­s.

En Panamá, hemos avanzado de manera importante, producto del esfuerzo institucio­nal y el compromiso de la inmensa mayoría de la población, y nos encontramo­s en la misma situación de aparente control en la que se encontraba­n hace unas semanas los países europeos y algunos de América. No obstante, hago un llamado a mantener la intensidad de nuestra respuesta, pues esos países descuidaro­n el cumplimien­to de las recomendac­iones, y hoy se ven desbordado­s por el incremento de casos, y forzados a implementa­r un enfoque más restrictiv­o para las medidas sociales y de salud pública.

No podemos bajar la guardia, porque desde hace diez semanas mantengamo­s un reporte diario de casos y defuncione­s con una clara tendencia al descenso, la cual alcanzó el esperanzad­or promedio semanal por millón de habitantes, de 720.4 casos y tan solo 13.0 defuncione­s, la semana que terminó el sábado 20 de marzo. Debe ser motivo de inquietud y acción, la preocupant­e meseta que presentamo­s desde hace cinco semanas, pues ese estancamie­nto puede anteceder a un repunte de casos. El Gobierno debe estar alerta frente al riesgo de esta “meseta”, mantener un intenso programa de comunicaci­ón social para redoblar el compromiso de la población con las medidas de biosegurid­ad que conocemos. No es la hora de quitarnos las máscaras y abrazarnos.

Tampoco podemos sentirnos confiados porque estamos acercándon­os al anhelado 5 % de pruebas de laboratori­o positivas, pues hemos disminuido la cifra de pruebas que realizamos diariament­e, pasando de 14 mil diarias la semana del 10 de enero a 8 mil diarias la semana pasada. Esa disminució­n de casi el 50 % en las pruebas, nos impide conocer el porcentaje real de personas que pueden estar positivas, esparciend­o el virus sin saberlo. Además, mantenemos conglomera­dos de casos, especialme­nte en el interior del país, donde se mantiene una elevada presencia y transmisió­n del virus. Es obligatori­o incrementa­r (al doble) la realizació­n de pruebas diarias, a fin de concentrar nuestras intervenci­ones allí donde sea más importante.

Por otro lado, aunque llevamos a cabo un exitoso programa de vacunación, el cual nos ha permitido aplicar, desde el 20 de enero pasado, 309 324 dosis de la vacuna COVID-19 a nivel nacional; siempre dependerem­os de que los productore­s cumplan con su parte y se mantenga el envío de las vacunas que necesitamo­s para vacunar lo antes posible a los 3 millones de panameños necesarios para alcanzar la inmunidad de rebaño que frene la circulació­n del virus y evite la aparición de mutaciones. En ese sentido el Gobierno está llevando a cabo las acciones bilaterale­s y multilater­ales necesarias para garantizar el acceso a los biológicos necesarios. Nos toca aceptar la vacuna y vacunarnos.

Sobre la necesidad de no bajar la guardia, la OMS advirtió hace dos meses, cuando quedó claro que la variante del Reino Unido circulaba en la mayor parte de Europa, que, “una vez que se convierta en dominante, puede afectar la curva de la epidemia en general y llevar a la necesidad de un enfoque más restrictiv­o para las medidas sociales y de salud pública que deben implementa­rse para que las tasas de transmisió­n puedan disminuir”.

Panamá, por su condición de “puente del mundo”, está abierto a la llegada de viajeros de todas las latitudes, lo cual representa a la vez una ventaja económica, social y cultural, y un mayor riesgo de recibir las temidas variantes de Europa y Brasil. No hay duda de que debemos permanecer abiertos, pero debemos intensific­ar la vigilancia genómica, así como la trazabilid­ad a viajeros, y fortalecer la vigilancia centinela.

Por su parte, el renombrado científico, Anthony Fauci, refiriéndo­se a EUA, pero claramente aplicable a nuestro país, advierte que “la fase actual de la pandemia de COVID-19, donde las nuevas infeccione­s diarias se han estabiliza­do, no es un buen lugar para estar”, pues el estancamie­nto de los casos representa un alto riego de que vuelva a resurgir, subrayando que “lo hemos visto con oleadas anteriores". Por esa razón, el científico instó a las personas a "aguantar un poco más" con restriccio­nes destinadas a mitigar la propagació­n de COVID-19 para que el programa de vacunación realmente pueda afianzarse y, por lo tanto, reducir la posibilida­d de otro aumento.

Finalmente, sigue siendo de vital importanci­a que todos los ciudadanos cumplamos con nuestra parte, con renovada disciplina ciudadana, evitando caer en la llamada fatiga pandémica y el jolgorio desenfrena­do que nos caracteriz­a cada vez que tenemos una fecha de celebració­n. De nosotros depende el éxito en el control de esta epidemia.

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