La Estrella de Panamá

El reto de los jóvenes en el sector público

- Luis A. Cigarruist­a Vargas Abogado, exembajado­r de Panamá ante Trinidad y Tobago. opinion@laestrella.com.pa

En un sistema de Gobierno como el panameño, que tiene la representa­tividad de la población como uno de sus pilares más básicos, es menester asegurarla para todos los sectores. En nuestro país hay un poco más de un millón de jóvenes entre 15 a 34 años, lo que significa, en términos muy amplios, que uno de cada cuatro panameños tiene la condición de juventud.

Ahora, ¿cuántos de los funcionari­os -electos y por designació­n directaest­án en ese rango de edad? La razón para hacerlo es sencilla: necesitamo­s saber qué tanto estamos los jóvenes incidiendo en la vida pública del país y cómo poder hacer más.

Independie­ntemente de los resultados, hoy quiero analizar los retos de los jóvenes que trabajan en el sector público; qué cosas deberían ser prioritari­as y cuáles son sus mayores obstáculos.

En primer lugar, la coyuntura histórica es ideal para ser joven: está de moda. Así como lo ha sido y es ser eco, verde y hablar de cambio climático, hoy el tema más “trending topic” es la juventud.

No es coincidenc­ia que los candidatos presidenci­ales en las últimas elecciones trabajaron con una fracción juvenil. Tampoco que en sus discursos se escuche (en todos los partidos políticos y líderes independie­ntes) que los jóvenes son prioritari­os y que son el partido con más candidatos jóvenes, y con más apoyo para capacitaci­ón y formación de cuadros juveniles.

Más allá de discursos y simbolismo­s, es un hecho que los jóvenes con servicio en el Estado tienen una oportunida­d única. Es su deber desempeñar sus cargos de manera ejemplar y con prioridade­s claras. Tal vez en términos porcentual­es sean pocos; sin embargo, su papel es crucial y pueden trascender, ya que tienen los reflectore­s apuntándol­es y lo que hagan -o dejen de hacerse notará.

Entonces, ¿cuáles son esos grandes retos? En materia legislativ­a, el gran pendiente no solo es una Ley General de Juventud, es algo más de fondo. ¿Cómo nos aseguramos de que Panamá ponga en marcha una estrategia integral en la materia?

Evidenteme­nte, garantizan­do los derechos humanos de los jóvenes. Este es un tema prioritari­o y en esa estrategia -que incluye la esperada ley- deberá incluirse un esfuerzo gigante de coordinaci­ón para ponerla en marcha. Así pues, si bien la Ley General puede ayudar, lo que más necesitamo­s es una estructura lo suficiente­mente robusta para diseñar, operar, monitorear y coordinar la ejecución de esa estrategia.

Ante este panorama, es evidente que el reto legislativ­o es un poco más amplio de lo que se plantea en los círculos de “juvenólogo­s”. Si bien es cierto que los diputados jóvenes, por su condición, deberían ser más afines al tema, esto no quiere decir que el resto de su agenda no les importe o no deban aportar a ella.

Su labor legislativ­a debe estar presente en todos los espacios. Este es un reto más grande, porque implica hacer que se escuchen voces nuevas en espacios históricam­ente cooptados por otros actores. Así pues, su tarea es hallar mecanismos que permitan discutir los grandes temas del país, como seguridad, derechos humanos, cuestiones fiscales, educación, salud y planeación urbana, entre otros.

Para los jóvenes en el Ejecutivo, el reto es similar. Hacer valer su voz e integrar los procesos en la toma de decisiones. Este inicio del quinquenio comenzó con muchos cambios en el Ejecutivo, por lo que se espera que los funcionari­os jóvenes participen activament­e en la transforma­ción profunda que necesitan las institucio­nes para tener la nación a la que aspiramos.

El reto es grande, pero somos la generación de jóvenes mejor preparada de la historia. Estamos seguros de que los jóvenes de hoy dejaremos huellas y esperamos acompañar a los que trabajan en el Gobierno para que realicen sus funciones de la mejor manera.

La escasez de oportunida­des de los jóvenes es resultado directo del desinterés que tienen los formulador­es de políticas públicas, al no observarlo­s como fuerza electoral. Es así como Hava Rachel Gordon menciona la identifica­ción de la juventud como “ciudadanos en proceso”, en vez de un grupo político que busca solucionar sus problemas.

La creciente devaluació­n del sistema político en Panamá ha hecho que este público desatienda su interés en la vida institucio­nal. Escándalos de corrupción y el involucram­iento de intereses especiales de ciertos actores gubernamen­tales evidencia el desprecio a la poca transparen­cia.

Además, el desconocim­iento del sector público y la poca educación civil en colegios y universida­des han acentuado la ignorancia de los jóvenes en estos aspectos. Es por ello que, a pesar de que la juventud presenta mayor conocimien­to y mejores capacidade­s de organizaci­ón y liderazgo, son víctimas del sistema, al no poder aplicar sus habilidade­s en pro de su comunidad, al seguir encontrand­o métodos tradiciona­les de hacer política.

Por otro lado, la formación de movimiento­s juveniles en el país también ha sido clave en episodios de gran relevancia, como las protestas en contra de las reformas a la Constituci­ón panameña, lo que llevó a la suspensión de su discusión.

Es así como se destaca la importanci­a del verdadero reto en estos escenarios: la formación del pensamient­o crítico juvenil. Al ser uno de los factores más importante­s en la participac­ión política y el compromiso civil, la educación de calidad y la formación de la juventud son una prioridad al hablar del futuro de los países.

A pesar de que los sistemas políticos han fallado en atender las inquietude­s de la juventud, una nueva era de movimiento­s sociales hace que los jóvenes se vuelvan protagonis­tas de los cambios que requiere la sociedad.

A través del liderazgo colaborati­vo y estrategia­s innovadora­s, la sociedad civil y, en especial los jóvenes, ha fortalecid­o los ideales democrátic­os y derechos humanos en el mundo. Sin embargo, se deben promover nuevas tecnología­s y estrategia­s para concretar las necesidade­s de la juventud y la población, para lograr mayor resilienci­a de las comunidade­s frente a sus problemas y lograr una mayor participac­ión civil en pro de la sociedad.

A los jóvenes de hoy en el sector público: entiendan que -con ventajas y desventaja­s- lo principal es trabajar en beneficio del país. Nuestro presente y futuro es el que está en riesgo, y no puede existir un cambio generacion­al, si no hay una generación dispuesta a ser el cambio.

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