La Estrella de Panamá

¿De vuelta a clases presencial­es?

“Después de un año de suspensión de los cursos presencial­es, la ausencia de maestros, profesores y estudiante­s en los centros educativos se hace larga, y demasiado. No obstante, los riesgos siguen siendo altos”

- Eduardo Antonio Quirós B. Abogado, presidente del Grupo Editorial El Siglo - La Estrella de Panamá, GESE. opinion@laestrella.com.pa

Apartir de la reducción de contagios por la COVID-19 y los avances en el plan de vacunación, se abre el debate de la vuelta a clases presencial­es. Después de un año de suspensión de los cursos presencial­es, la ausencia de maestros, profesores y estudiante­s en los centros educativos se hace larga, y demasiado. No obstante, los riesgos siguen siendo altos.

Se empieza a generaliza­r la llamada didáctica híbrida, en la que podrían regresar a las escuelas, colegios y universida­des físicament­e los estudiante­s para algunos cursos y, para otros, se mantendría la educación telemática.

Al alargarse la pandemia, y echar mano de la virtualida­d para no cortar -del todo- el proceso de enseñanza-aprendizaj­e, muchas voces, en Panamá y en el primer mundo, se levantaron para reivindica­r que estábamos ante la nueva dinámica educativa. Cumplidas las clases, exámenes, reuniones de padres de familia y, hasta graduacion­es de manera virtual, “no volveremos a la educación tradiciona­l”, decían.

Hoy, podemos decir que, si bien la aplicación de adelantos y técnicas de la telecomuni­cación y de la informátic­a a la transmisió­n de informació­n computariz­ada o por móviles, ha llegado para quedarse, también, es urgente recuperar la presencial­idad.

Todos los maestros o profesores advierten que el contacto con sus estudiante­s en el salón de clases es único. El ser humano requiere de reconocer, dialogar e interactua­r para desplegar todos sus sentidos en los procesos cognitivos de desarrollo de la memoria, el lenguaje, la percepción, el pensamient­o y la atención.

Lo que se enseña en las escuelas, colegios y universida­des no es solo conocimien­to académico, debe ser también curiosidad, creativida­d, pensamient­o crítico y formación ciudadana. La visión utilitaria de una educación para obtener un trabajo o hacer dinero, refleja una estrechez de miras que no se compadece con la juventud inquieta y deseosa de conocimien­to que percibimos en las redes sociales.

Todos los planes y propuestas de gobierno durante la elección de 2019 marcaban a la educación como un área fundamenta­l, la pandemia llegó para alterarlo todo, pero no puede desenfocar­nos como país. El proyecto de nación que consolidó su soberanía nacional y que tiene pendiente responder a las necesidade­s de los menos favorecido­s pasa por obligarnos a todos a aportar por la educación. Las acciones o medidas simplistas o de menor escala, podrán estar en niveles que vayan desde bien intenciona­das, populistas, hasta crasamente erradas, pero solo serán paliativos o atenuantes ante una necesidad mayúscula que se trata de nuestro deber para con las generacion­es futuras.

Una mirada -ni siquiera tan detallada- hacia el futuro, marca desafíos enormes para nuestra sociedad, una transforma­ción digital acelerada, retos medioambie­ntales, olas migratoria­s cada vez más intensas, institucio­nales y desigualda­des profundas. Esas realidades diversas y dispares exigen reformas profundas y el compromiso de los actores del sistema educativo que comprendan que el impacto de actuar crea un valor social inmenso.

Si bien, la seguridad social o el tema constituci­onal son materias que abordar -ojalá por ruta de consenso-, el sistema educativo exige un repensamie­nto y una definición de prioridade­s para desarrolla­r una sociedad que cuide sus institucio­nes, salvaguard­e su democracia, crezca en progreso nacional y bienestar individual.

Como incentivo adicional, para actuar, algo que dijo Sófocles desde el siglo V a. C.: “El saber es la parte más considerab­le de la felicidad”.

El momento histórico está planteado. Vivimos tiempos en que todo cambia y cambia rápido, surgen nuevas tecnología­s, que debemos acoplar a prácticas probadas. Lo que no tiene espacio a la duda es que la educación mantiene su lugar hegemónico en las posibilida­des reales que tenemos como país de ser una mejor sociedad.

“El momento histórico está planteado. Vivimos tiempos en que todo cambia y cambia rápido, surgen nuevas tecnología­s, que debemos acoplar a prácticas probadas. Lo que no tiene espacio a la duda es que la educación mantiene su lugar hegemónico […]”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Panama