La Estrella de Panamá

Urgente: políticas de Estado en materia educativa… ya

- Rodrigo Quijano Marcucci Educador por siempre. opinion@laestrella.com.pa

La valiosa generación de los años 40 del pasado siglo 20, que ayudaron estructura­lmente a consolidar el Estado-nación, que había nacido traumatiza­do en 1903, cuando la nefasta oligarquía colombo-panameña entregó al imperialis­mo norteameri­cano nuestra valiosa posición geográfica y que de manera prepotente Teodoro Roosevelt pronunció el 18 de noviembre de 1903 cuando se firmó en la capital norteameri­cana el oprobioso Tratado Hay-bunau Varilla, que, según el ilustre dolegueño Domingo H. Turner, ningún panameño firmó.

A partir de ese momento, la antipatria, no solo colaboró con sus amos, los rubios blancos, sino que avaló en todo momento y aplaudió frenéticam­ente las diversas intervenci­ones en nuestro país por parte de EE. UU. Ignoró por completo los ideales de patriotas como Mariano y Justo Arosemena, Urracá, Victoriano Lorenzo, Prestán, Felipillo, Mateo Iturralde y otra pléyade de istmeños que jamás se doblegaron a los macabros intereses del Tío Sam.

En el ámbito educativo sobresalen: Manuel J. Hurtado, Domingo F. Sarmiento y los reformista­s de Córdoba (Argentina), dirigidos por la benemérita orden jesuitas, quienes abanderaro­n una educación liberadora, democrátic­a científica y sobre todo como sustento de un auténtico proceso de liberación nacional en las jóvenes repúblicas de América Latina. Recordamos, con emoción, que los primeros colegios de la República de Panamá fueron públicos, cómo no recordar el Glorioso Nido de Águilas, donde, de acuerdo con su glorioso himno, se formaron las cariátides de bronce de nuestra gloriosa nación. Además, fueron los normalista­s, olivarista­s, artesanos, nodoistas, profesiona­les como Isabel Herrera, Pedro Pablo Sánchez, Moisés Castillo, Instituto Urracá, etcétera, los grandes colegios de la República,

donde se formaron los jóvenes panameños que ayudaron a reconstrui­r y resanar la República impulsada por Belisario Porras, Harmodio Arias M., Omar Torrijos H., y paremos de contar.

Hoy, tenemos en el Palacio de las Garzas, en su mayoría, caricatura­s de estadistas que con sus actitudes genuflexas continúan doblegándo­se ante el poder transnacio­nal y grupos económicos que históricam­ente toman las decisiones estructura­les, que priman actualment­e en el controvers­ial Estado-nación en crisis ascendente.

A finales de marzo, en plena etapa del declive de la tragedia sanitaria que afecta sustancial­mente al mundo terrenal, la ocasión es propicia para hacer un llamado patriótico al ciudadano presidente de la República, Nito Cortizo, para que tome una decisión responsabl­e y justiciera a la hora de tomar la responsabi­lidad ejecutiva de demostrar con hechos que en verdad la educación, en todos los niveles, es la estrella de su Gobierno en funciones, sancionand­o la Ley 508 que fue aprobada unánimemen­te por los 71 diputados de la República, que regulan y ponen el orden a las empresas mercantile­s que ofrecen la educación privada en nuestro país. Especialme­nte en estos momentos, cuando la pandemia mantiene a miles de estudiante­s y padres de familia llevando a cabo las llamadas clases virtuales y no presencial­es, como tradiciona­lmente estamos acostumbra­dos.

Vetar esta Ley, por presión de los empresario­s utilitario­s de este negocio, sería ponerse del lado de los que usufructúa­n de este servicio que, en los países desarrolla­dos del mundo, es público, democrátic­o, científico, de excelencia académica, formando parte de un desarrollo sostenible de los países del llamado primer mundo.

Señor presidente, no deje que la opacidad y oscuridad opaquen su lema de promoción electoral, la educación es la estrella de su controvers­ial Gobierno. Estaremos pendientes y vigilantes de su accionar en este importante tema, para la salud cívica, social, económica de nuestro querido Panamá.

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