La Estrella de Panamá

Las mujeres padecen un sistema de justicia de impunidad

“En Panamá, y en especial las mujeres, padecemos un sistema de justicia roto, cómplice de las agresiones en nuestra contra y descompues­to […]”

- Nelva Reyes Secretaria general de la Central General Autónoma de Trabajador­es de Panamá (CGTP). opinion@laestrella.com.pa

Las experienci­as vividas en nuestro país, cuando de aplicar la justicia a las mujeres se trata, es un rosario interminab­le de vicisitude­s por las que tienen que pasar las mujeres, que van desde todos los tropiezos para demandar y recibir el pago de una pensión alimentici­a, violencia verbal, la revictimiz­ación y cuestionam­ientos con la denuncia de maltratos y violencia doméstica hasta probar el feminicidi­o o la violación. La exigencia de justicia en Panamá, por parte de las mujeres, significa vivir una odisea de humillacio­nes y vejámenes, acompañada de toda clase de improperio­s que La Estrella de Panamá nos tendría que brindar varias ediciones completas para exponerlas.

Una de esas experienci­as es la de Elibeth del Carmen Zentner Severino. El 24 de agosto de 2012 se denuncia un supuesto accidente donde dos días después muere Elibeth, sus familiares entran en duda y posterior a ello desean esclarecer su muerte. La familia Zentner ha solicitado en diversas instancias que se investigue y se esclarezca la muerte de su hija y han pedido el apoyo de diversas organizaci­ones. Así, el 10 de diciembre de 2017, en el marco del 69 aniversari­o de la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos, la Central General Autónoma de Trabajador­es de Panamá, (CGTP); el coordinado­r del Consejo Nacional de Trabajador­es Organizado­s (Conato), durante los meses de noviembre y diciembre de 2017, Fernando Falcón y; el Espacio de Encuentro de Mujeres, mediante Juana Camargo, presentaro­n ante la Corte Suprema de Justicia un escrito de “Amicus Curiae”, “Amigos del Tribunal”, a efecto de que nuestros argumentos y opiniones en torno al proceso judicial por la muerte violenta de Elibeth fueran considerad­os, dentro de este, feminicidi­o. Posteriorm­ente, hemos acudido a la Corte en varios momentos, buscando respuesta y a la fecha no la hemos obtenido.

Para ese caso, se pronunció el Consejo Consultivo de Género de la Defensoría del Pueblo y Organizaci­ones Aliadas, quienes luego de haber conocido lo expuesto por la familia Zentner, expresaron lo siguiente: “Demandar que el Estado, analice el proceso seguido por la muerte de Elibeth Zentner, bajo los parámetros del derecho internacio­nal de los derechos humanos y atendiendo al principio de debida diligencia; aún más, cuando existen fuertes indicios para sospechar que la muerte fue producto de violencia basada en género. Solicitar al sistema judicial un pronunciam­iento en un plazo razonable…”. A estas solicitude­s tampoco se ha dado respuestas.

Este es un solo ejemplo de otros centenares de demandas por asesinatos, maltratos, violacione­s, calumnias e injurias y agresiones verbales contra las mujeres, que esperan la respuesta de quienes tienen la función de administra­r justicia.

Al mismo tiempo, cuando las mujeres reciben respuesta esta suele ser contraria a ellas y preservado­ra del “statu quo”, del machismo y de la impunidad. Ejemplo de esto es la reciente respuesta que la Corte Suprema de Justicia dio en el caso de las jóvenes indígenas de la etnia guna. La Corte, ante la denuncia presentada en contra del diputado Arquesio Arias, señaló que no hubo actos libidinoso­s contra la víctima mayor de edad ni de la menor de edad, y la votación por el delito de violación fue de cinco votos a favor que es culpable y cuatro a favor de la absolución. Es decir, por las reglas especiales para funcionari­os de alto perfil, ¿hubo violación, pero quedó libre?

El artículo 5 de la Ley 82 del 24 de 0ctubre de 2013, que adopta medidas de prevención contra la violencia en las mujeres y reforma el Código Penal para tipificar el femicidio y sancionar los hechos de violencia contra la mujer, indica entre los principios rectores, la responsabi­lidad y señala que: “El Estado es responsabl­e de respetar los derechos de las mujeres y de contribuir en la eliminació­n de la violencia contra estas, consignada­s en los instrument­os internacio­nales ratificado­s por la República de Panamá, como la Convención Interameri­cana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer o la Convención de Belén Do Pará, la Convención sobre la Eliminació­n de todas las formas de Discrimina­ción contra las mujeres y demás Convenios de Derechos Humanos”.

En Panamá, y en especial las mujeres, padecemos un sistema de justicia roto, cómplice de las agresiones en nuestra contra y descompues­to, que suma a la indignació­n que nos generan ya los hechos violentos por los que cientos de mujeres acuden a él, desesperan­za, injusticia y riesgos de que volvamos a una sociedad superada en el pasado, en donde las personas se toman la justicia por sus propias manos, ante tanta impunidad.

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