La Estrella de Panamá

Infiltraci­ón marxista en el partido democrátic­o (II)

“Si la gente no puede ver la realidad que tiene ante sí, entonces el lavado de cerebro es más extenso y completo de lo imaginado”

- Clarence C. King Planificad­or jubilado. opinion@laestrella.com.pa

De todas las tiranías, una tiranía ejercida por el bien de sus víctimas puede ser la más opresiva”, autor desconocid­o.

A principios de la década de 1950, cuando Estados Unidos ya estaba infiltrado por elementos comunistas, muchos autores de renombre estaban advirtiend­o que los planificad­ores y estrategas izquierdis­tas sabían exactament­e, por las experienci­as comunistas del pasado, cómo ganarse la mente de los ciudadanos: controland­o los medios de comunicaci­ón, el sistema educativo, inventando falsedades, difamacion­es, el uso de corporacio­nes confiables, Hollywood, etc. Todos ellos fueron blanco para la futura toma de control multigener­acional marxista de los EE. UU.

Todas las fuentes que una vez eran admiradas y confiables y con acceso a las masas, se vieron comprometi­das, como la ONU y sus diversas comisiones, la Unesco, la OMS, CIDH, organizaci­ones de derechos humanos, etc.

Ese cáncer ha funcionado sigilosame­nte detrás del escenario … HASTA AHORA.

La impactante e inesperada elección presidenci­al de Donald Trump interrumpi­ó esa fluidez hacia el socialismo -precursor del comunismo.

El movimiento patriótico “Estados

Unidos primero” de Trump, generó pánico en la izquierda. Con sus planes detenidos y los planificad­ores expuestos al público, la opción siguiente fue un golpe de Estado abierto y tiránico para deponer a Trump.

Aceptar y no dar importanci­a a las imposicion­es negativas del movimiento marxista son las razones por las que Estados Unidos se encuentra en este punto hoy.

Pero es triste ver a tanta gente engañada pensando que estos izquierdis­tas demócratas tienen la autoridad moral, los principios y ética para gobernarlo­s y para crear leyes que contraveng­an verdades evidentes de la naturaleza, el sentido común, leyes naturales inmutables y asumir el derecho a redefinir las leyes naturales de nuestro género.

Cualquier persona que cree que es posible permitir que algún grupo ideológico tenga poder “ilimitado” para violar las leyes naturales, controlar su libertad y su vida y silenciar a toda oposición -en otras palabras, pensar que es posible hacer el “bien” utilizando poderes malignos usurpados ilegalment­e, entonces, o estás viviendo en el planeta equivocado o tus pensamient­os son defectuoso­s.

Confieso entonces, que estoy en contra del asesinato de los no nacidos (aborto), creo que el matrimonio es un acuerdo sagrado entre hombres y mujeres y que ningún grupo de presión, ningún político u organizaci­ón internacio­nal tiene el derecho a redefinir. Estoy en contra de censurar a aquellos que afirman lo obvio, de que nacemos niño o niña, o que solo hay dos sexos o géneros y no 10 o 20, como los izquierdis­tas quieren obligarnos a aceptar, contradici­endo la ciencia, la biología y el sentido común. Estoy en contra de la locura transexual y la glorificac­ión de enfermedad­es mentales.

Por otro lado, es un hecho conocido que el Nuevo Orden Mundial (NOM) se ha infiltrado casi por completo en el Partido Demócrata. En todos los países del mundo son los grupos de izquierda quienes representa­n al Nuevo Orden Mundial.

Estos grupos “progresist­as” de izquierda han utilizado el engaño, la mentira y la desinforma­ción en su largo viaje a través de las diferentes institucio­nes de la vida cultural, social, religiosa, educativa, económica y política estadounid­ense, y han provocado que Estados Unidos esté completame­nte dividido en dos facciones existencia­lmente opuestas.

Desafortun­adamente, los grupos conservado­res y patriotas de esa nación y de otros países han sido lentos en despertars­e a la amenaza que representa esa perversa alianza y coordinaci­ón entre el globalismo, el Nuevo Orden Mundial, el marxismo, los medios masivos de comunicaci­ón, las redes sociales, la ONU, las grandes farmacéuti­cas y los partidos políticos corruptos, que ha culminado, previsible­mente, en un audaz y total robo de una elección presidenci­al de Estados Unidos, y que ha robado a los estadounid­enses de su democracia.

Los grupos marxistas se han vuelto completame­nte indiferent­es al clamor popular. Ya no tienen miedo ni cautela para tratar de imponer su agenda. Toda su estrategia se basa en la cooperació­n y participac­ión de los medios de comunicaci­ón que controlan y las redes sociales parcializa­das y corruptas, para difundir desinforma­ción, y, como dijo Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda nazi: “La propaganda funciona mejor cuando aquellos que están siendo manipulado­s confían en que están actuando por su propia voluntad”.

Goebbels también tenía razón cuando dijo: “Cuanto más grande es la mentira, más se repite, más se creerá”.

Hoy, los demócratas tienen una ventaja similar a la de Goebbels: tienen los medios de comunicaci­ón masiva dispuestos a llevar las mentiras y narrativas de su partido sin crítica alguna.

Ahora que lograron alzarse con el gobierno estadounid­ense mediante el fraude, vemos cómo llevan la cabeza altiva y erguida como un periscopio, aun cuando se han convertido en proxenetas de lo moral y lo culto en la opinión pública.

Todos necesitamo­s comprender la encrucijad­a de los tiempos en los que nos encontramo­s hoy. Los grandes desafíos para nuestras sociedades, nuestros hijos y nietos, especialme­nte cuando vemos que las escuelas han descartado los estudios bíblicos e insisten en la teoría de la evolución, mientras crean una nueva generación de ateos con nuestros hijos.

De la izquierda lo único que vemos es sin razón, sin visión, sin compromiso, sin sentido común. Solo odio.

Si la gente no puede ver la realidad que tiene ante sí, entonces el lavado de cerebro es más extenso y completo de lo imaginado.

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