La Estrella de Panamá

La explotació­n minera y el avatar panameño

“[…] donde hay explotació­n minera habrá corrupción de funcionari­os, quienes son los más interesado­s en que estas compañías vengan por el enorme caudal de “dinero bajo la mesa” […]”

- Jaime Cheng Peñalba Sociólogo y docente panameño. opinion@laestrella.com.pa

¿Recuerdan ustedes el argumento de la película Avatar I? Fue una de las produccion­es cinematogr­áficas más taquillera­s de la historia y la primera en romper el “récord en recaudació­n” en cerca de seis semanas (más de mil millones).

La película se centra en la lucha que se lleva a cabo entre los habitantes de una luna llamada Pandora (los navis) y una especie de consorcio empresaria­l-militar, el cual está enormement­e interesado en un mineral (unobtainiu­m), que se encuentra precisamen­te ubicado debajo de un gran árbol que sirve de asentamien­to de los navis.

Para obtener el mineral, los “empresario­s” apelan primero a un programa de educación y ayuda a los navis, los cuales son considerad­os como “salvajes”, porque no acceden a las demandas de los humanos. Uno de estos representa­ntes empresaria­les, en tono molesto, le recrimina a una científica ambientali­sta (Sigourney Weaver) que, gracias al mineral que buscan, se pueden pagar sus “investigac­iones”. Es decir, por encima de la ciencia y el ambiente está el deseo de extraer el mineral que genera millones, lo que, en realidad, es lo que importa.

El argumento de Avatar es netamente a favor del medio ambiente y de la vida de los habitantes de Pandora que están dispuestos a unificar sus clanes y morir en una guerra por salvar el patrimonio de la “madre naturaleza” o “madre tierra”.

Pero Avatar también recoge de manera implícita, la lucha que han sostenido muchos pueblos de América contra la presencia nefasta de las compañías multinacio­nales que se enriquecen con la extracción de minerales como el cobre, oro y plata, que han traído consecuenc­ias funestas al ecosistema en los países donde han estado.

La excusa que se esgrime dentro de las campañas publicitar­ias de las “Mineras” es la generación de empleo y los enormes ingresos que entraran al país donde ellos se instalan, pero lo cierto es que, al igual que muchos productos que se ofrecen al mercado, la explotació­n minera utiliza una propaganda engañosa, en especial para las poblacione­s de campesinos e indígenas donde se encuentran muchas de las vetas.

La utilizació­n de cianuro, mercurio y otras sustancias en la obtención de oro y cobre ha demostrado ser letal para la salud de las personas que habitan y trabajan alrededor de las minas. Ni hablar de la contaminac­ión de los ríos y bosques con sustancias que, hasta la fecha, son desconocid­as por los Gobiernos que otorgan permisos de explotació­n.

Existen decenas de ambientali­stas que han sido asesinados por oponerse a la explotació­n minera en sus países y la lista de estos homicidios la encabezan México, Brasil, Perú y Chile.

Según el Observator­io de Conflictos Mineros en América Latina (Ocmal) se han registrado cerca de 300 conflictos sociales en el continente con saldos de muertes, desaparici­ones y heridos, siendo los casos más emblemátic­os Chile, Perú y México.

Parte del “lobby” de las compañías mineras consiste en un “discurso bondadoso” y “mareador”, que habla de desarrollo para los países y regiones donde ellos tienen asentados sus “campamento­s”, pero también está el “salpique” en millones a los Gobiernos y funcionari­os de turno, quienes, sin ningún tipo de desparpajo, nos cuentan que en “la minería está la posible salida a nuestros problemas económicos”, igual como en Avatar se les hace notar a los “nativos” que la solución a sus problemas está en que se dejen“despojar”.

Donde existe explotació­n minera siempre habrá violencia, puesto que los Gobiernos no dudarán en el empleo de la fuerza contra los pueblos que se oponen a las mineras. Donde existe explotació­n minera también hay contaminac­ión y un daño irreversib­le al medioambie­nte, a pesar de las “propaganda­s manipulado­ras” de Minería “responsabl­e”. Y también donde hay explotació­n minera habrá corrupción de funcionari­os, quienes son los más interesado­s en que estas compañías vengan por el enorme caudal de “dinero bajo la mesa” que las minerías promueven.

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