La Estrella de Panamá

Simón Bolívar y la unidad continenta­l

“En la coyuntura actual, el ejemplo de lucha, unidad y autodeterm­inación transmitid­o por el Libertador adquiere mayor vigencia en Latinoamér­ica […]”

- Jaime Flores Cedeño Abogado-historiado­r. opinion@laestrella.com.pa

Simón Bolívar nació el 24 de julio de 1783, en Venezuela, y constituye uno de los héroes más grandes del continente, cuya lucha y verticalid­ad lograron liberar una amplia extensión del dominio español en América.

Al momento de iniciar su travesía emancipado­ra, tenía todo que perder y poco que ganar, dado que su familia era sumamente acaudalada, heredera de un linaje ibérico que se remonta a los años de la colonizaci­ón. Muchos de sus coterráneo­s, incluso consanguín­eos, decidieron seguir con el ritmo de vida colonial, pero Bolívar buscó otro camino, que fue el de la inmortalid­ad.

En él se conjugó el papel de un mártir que estaba dispuesto a sacrificar su vida por sus ideales y conviccion­es. Sus biógrafos lo describen con múltiples cualidades y atributos propios de las epopeyas griegas, decir en este sentido, que era: guerrero, filósofo, humanista, escritor y estratega, sería resaltar un mínimo de sus facetas. Su personalid­ad resumía la idiosincra­sia de los latinoamer­icanos, latente en la población autóctona desde la llegada de Colón al Caribe.

El desarrollo institucio­nal de la colonizaci­ón instauró en América un sistema de estratific­ación social que afectaba a la población criolla, la cual era discrimina­da por los peninsular­es, al grado que les impedía ocupar altos cargos civiles y militares.

En términos generales, la situación era caótica para inicios del siglo XIX, los españoles, dentro del proceso de conquista y colonizaci­ón, habían dejado un vasto territorio repleto de miseria y precarieda­d. Ello propiciaba las condicione­s para el levantamie­nto popular, que no era visto como una utopía, principalm­ente, por los hechos ocurridos en años recientes con: la independen­cia de las colonias británicas (1776), la Revolución francesa (1789), y la Independen­cia de Haití (1804).

A estos eventos se sumaban otros de contenido emancipado­r, guiados por Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, autor de la famosa “Carta a los españoles americanos” (1792) y Francisco Miranda, quien redactó su célebre “Proclamaci­ón a los pueblos del continente colombiano”(1806).

Una de las etapas que contribuyó a forjar el intelecto del Libertador fue su juventud. Fernando Sabsay, en su obra: “Protagonis­tas de América”, resalta algunos de sus maestros en las figuras de: “Andrés Bello, futuro erudito en creación literaria, el licenciado Miguel José Sanz, el padre Andújar y el humanista Simón Rodríguez, llamado el “Rousseau americano”, por su erudición y tremenda penetració­n filosófica”. Este último era también un agitador contra la colonia, en 1797, fue condenado en Caracas al exilio, a la postre, se encontrará con Bolívar en Europa y será testigo del juramento que hizo el futuro Libertador en el Monte Sacro.

El pensamient­o libertario de Bolívar se denota de manera excepciona­l en su famosa “Carta de Jamaica”, allí expone la necesidad de romper los lazos que unían a la región con España y pondera la trascenden­cia del Istmo de Panamá como futura sede de un congreso de naciones. Esa visión de Bolívar se formalizó, en 1826, con el Magno Congreso Anfictióni­co, que trazó la meta de construir una alianza destinada a enfrentar ataques externos.

Había claridad en Bolívar del peligro que representa­ba EE. UU. en Latinoamér­ica, más aún, por la puesta en marcha de la Doctrina Monroe (1823), que proyectaba apoderarse de sus riquezas y dominar los Estados bajo una política intervenci­onista. Su famosa frase, lanzada en 1829, resumía este pensar al decir que: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providenci­a a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

En el marco actual, cuando nos encontramo­s en la proximidad de conmemorar los 200 años de la Independen­cia de Panamá de Colombia, resulta necesario honrar la figura del Libertador y sus grandiosas proezas armadas, que fueron vitales en los procesos de liberación.

Bolívar, a pesar de que nunca estuvo en el Istmo, siempre le guardó admiración, así lo patentizó en una carta enviada al general José de Fábrega, en la que manifestab­a: “No me es posible expresar el sentimient­o de gozo y admiración que he experiment­ado al saber que Panamá, el centro del Universo, es segregado por sí mismo, y libre por su propia virtud. El Acta de Independen­cia de Panamá es el documento más glorioso que puede ofrecer a la historia ninguna provincia americana”.

En la coyuntura actual, el ejemplo de lucha, unidad y autodeterm­inación transmitid­o por el Libertador adquiere mayor vigencia en Latinoamér­ica, que se enfrenta a diario con agresiones foráneas e injusticia­s sociales implementa­das desde el poder por las élites económicas y políticas que provocan pobreza y desigualda­d.

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