La Estrella de Panamá

Renta básica universal

“La renta básica universal es adecuada para la situación latinoamer­icana y podría ser la forma más eficaz y simple de hacer que los beneficios del dinero público sean destinados para paliar la pobreza […]”

- Ernesto Tamayo Sociólogo opinion@laestrella.com.pa

El concepto de renta básica universal ha tomado un auge sin precedente, por la actual situación de la pandemia provocada por la COVID-19. El temor al contagio ha provocado que los Gobiernos a nivel mundial impongan la paralizaci­ón total de ciertos sectores de la economía y el estancamie­nto parcial del sector primario, con el fin de evitar la masificaci­ón del virus y la consecuent­e pérdida de vidas humanas.

Estas nuevas condicione­s han profundiza­do y sacado a la luz las profundas desigualda­des económicas y la pésima capacidad de los Estados latinoamer­icanos para distribuir los recursos a la población que más los necesita. La pandemia ha sido como un faro que le ha mostrado a los que antes no querían ver ese mal que nos persigue desde nuestra independen­cia, la corrupción.

Para comenzar este análisis, diremos que la renta básica universal es “una transferen­cia directa a individuos” de parte de las arcas públicas. Al igual que muchos, al principio el concepto de renta básica universal me pareció un despropósi­to, pero al seguir estudiándo­la me doy cuenta de que no forma parte de una sola corriente ideológica, sino que es propugnaba por autores que defienden el capitalism­o como sistema económico y social y al mismo tiempo es resaltada, sin una variante tan profunda, por autores que rechazan el capitalism­o como sistema económico y social.

De la primera perspectiv­a tenemos a Milton Friedman que, aunque le llama “impuesto negativo sobre la renta”, y bajo este concepto busca eludir las denominada­s trampas de pobreza que al final solo fomentan que los individuos no intenten buscar otro trabajo y de esta forma no perder su subsidio.

Por otro lado, también busca “simplifica­r el sistema de protección social, ahorrando costes administra­tivos”. Hay que aclarar que el concepto de renta básica no es completame­nte nuevo, sino que la idea original fue levemente planteada por Tomás moro en su obra “Utopía”, allá en el año de 1516 y en esta planteaba: “Prefieren azotar a educar. Se promulgan penas terribles y horrendos suplicios contra los ladrones, cuando en realidad lo que habría que hacer es arbitrar medios de vida. ¿No sería mejor que nadie se viera en la necesidad de robar para no tener que sufrir después por ello la pena capital?”.

Posteriorm­ente, en 1795, Thomas Paine, en su ya legendario libro “Justicia agraria”, presenta una idea similar, la interpreta­ción de Paine parte de la premisa de que la tierra en sus inicios es “patrimonio de todos los individuos" y por lo tanto aquel que la utilizaba debía compensarl­o por el derecho a disfrutarl­a.

La idea de la renta básica avanza y ya para 1918 el filósofo Bertrand Russell habla de “un cierto pequeño ingreso, suficiente para las necesidade­s, sea asegurando a todo el mundo, trabaje o no”.

En América Latina no existe nada parecido al modelo europeo de Estado de bienestar y por lo tanto el establecim­iento una renta básica universal sería un logro sin precedente para la región.

Lo más parecido es cuando se da dinero del erario como forma de subsidio para poder paliar la pobreza, por lo menos en el caso panameño, es entregado como premio a los que apoyaron al Gobierno de turno para hacerse del poder político.

Y los más allegados a la cúpula del poder quedan formando parte del funcionari­ado estatal, que no para de crecer y ya para el 2018 la planilla promedio era de 240 millones de dólares y para 2020, en plena pandemia, es de 375 millones mensuales, por tal razón vemos que en Panamá todavía funciona en la práctica lo que en otros países con visión de futuro fue eliminado hace mucho tiempo, me refiero al “Spoiles System”, que en EE. UU. deja de existir desde 1883, con la Ley Pendleton.

Esto, unido a los casos de corrupción, ha hecho que las arcas estatales sean vistas por los distintos actores políticos como un mero banco que utilizan para repartirse los beneficios de los impuestos de los ciudadanos y de las empresas, por tal motivo y bajo el sistema imperante en Panamá y en la mayor parte de América Latina, donde la cosa pública es utilizada por grupos y partidos como una forma de aumentar su riqueza personal, no es posible implementa­r un Estado de bienestar al estilo europeo.

La renta básica universal es adecuada para la situación latinoamer­icana y podría ser la forma más eficaz y simple de hacer que los beneficios del dinero público sean destinados para paliar la pobreza y no para una cúpula en el poder.

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