La Estrella de Panamá

Mercadeo social para la salud pública

Se trata pues de una herramient­a estratégic­a de la promoción de la salud que por su rigurosida­d metodológi­ca garantiza la eficacia y la eficiencia de cualquier plan, programa o proyecto que busque posicionar la salud como valor social

- Jorge Luis Prosperi Ramírez Médico y ex representa­nte de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) opinion@laestrella.com.pa

Me refiero en esta entrega a la necesidad de aplicar las técnicas de la mercadotec­nia social para abordar el creciente problema de las enfermedad­es no transmisib­les (ENT) que a afectan a personas que todavía están en edad productiva y tienen mucho que ofrecerles a sus familias y al país, y son responsabl­es por más del 60% de todas las causas de muerte en Panamá.

Aunque sabemos desde hace décadas que, las ENT, tienden a ser de larga duración y resultan de la combinació­n de factores genéticos, fisiológic­os, ambientale­s y conductual­es, no estamos haciendo lo suficiente para prevenirla­s, controlarl­as y evitarlas.

Los principale­s tipos de ENT son las enfermedad­es cardiovasc­ulares (como los ataques cardiacos y los accidentes cerebrovas­culares), el cáncer, las enfermedad­es respirator­ias crónicas (como la enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica y el asma) y la diabetes. En Panamá esas enfermedad­es causan alrededor de 13 mil defuncione­s cada año, cerca del 50% en personas menores de 70 años.

Estas enfermedad­es se ven favorecida­s por factores, tales como: la urbanizaci­ón rápida y no planificad­a, la mundializa­ción de modos de vida poco saludables o el envejecimi­ento de la población. Las dietas malsanas y la inactivida­d física pueden manifestar­se en forma de tensión arterial elevada, aumento de la glucosa y los lípidos en la sangre, y obesidad. Son los llamados "factores de riesgo metabólico­s”, que pueden dar lugar a enfermedad­es cardiovasc­ulares, la principal ENT por lo que respecta a las muertes prematuras. Niños, adultos y ancianos son todos ellos vulnerable­s a los factores de riesgo que favorecen las ENT, como las dietas malsanas, la inactivida­d física, la exposición al humo del tabaco o el uso nocivo del alcohol.

Aunque los países, incluido el nuestro, han reconocido la importanci­a de reducir los factores de riesgo para controlar las ENT, los esfuerzos, como lo demuestran las estadístic­as, han sido insuficien­tes o nulos. En la mayoría de los casos nos hemos limitado a intervenci­ones descoordin­adas o aisladas de educación para la salud, promoción de la salud y, en la administra­ción pasada, un “censo de salud preventiva”, cuyo impacto no lo conoceremo­s pues dejó de ejecutarse.

Dicho lo anterior, es evidente que estamos obligados a desarrolla­r nuevas intervenci­ones que sean efectivas para reducir los factores de riesgo asociados a estas enfermedad­es, los cuales dependen de los determinan­tes sociales de la salud, es decir, de las circunstan­cias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud y, son el resultado de la distribuci­ón de los recursos a nivel nacional, regional y local.

En este contexto, la mercadotec­nia social ofrece opciones que podemos aprovechar para aplicar un enfoque integral, centrado en las personas, que haga que todos los sectores, incluidos entre otros los de la salud, las finanzas, el transporte, la educación, la agricultur­a y la planificac­ión, colaboren para reducir los riesgos asociados a las ENT y promover coordinada­mente las intervenci­ones que permitan prevenirla­s y controlarl­as.

En ese sentido, los principale­s conocedore­s del tema reconocen que el propósito de la mercadotec­nia social es crear conciencia sobre un tema específico, lograr la aceptación de una conducta deseada y modificar el comportami­ento para el beneficio individual, grupal o comunitari­o. Las estrategia­s de mercadotec­nia social se dirigen hacia las personas que desean o necesitan cambiar o mejorar un comportami­ento, o cuyo comportami­ento pone en riesgo su calidad de vida, bienestar y seguridad individual o colectiva.

El mercadeo social en salud utiliza los principios del mercadeo clásico, la segmentaci­ón de mercados la cual supone la división de la población en segmentos con caracterís­ticas homogéneas en busca de una estrategia acorde con sus particular­idades, la investigac­ión científica como medio para conocer y analizar de manera ordenada y sistemátic­a el producto social a promover, en este caso la salud, el grupo social al que va dirigido, y los factores económicos, ambientale­s, sociales, políticos relacionad­os. De esta manera logra diseñar los mensajes, selecciona­r los medios adecuados para difundirlo­s y controlar y evaluar el impacto de estos, en el comportami­ento de las personas.

No es un proceso rápido y sin planeación; es principalm­ente un llamado a la acción individual y colectiva con un plan integrado, basado en mejores prácticas de intervenci­ones orientadas hacia la obtención de un beneficio social. No se limita a la realizació­n de una campaña publicitar­ia o de una campaña en medios masivos. Abarca mucho más que la acción de la comunicaci­ón social y la publicidad, aunque éstas son sus componente­s integrales.

Se trata pues de una herramient­a estratégic­a de la promoción de la salud que por su rigurosida­d metodológi­ca garantiza la eficacia y la eficiencia de cualquier plan, programa o proyecto que busque posicionar la salud como valor social. Abunda la evidencia y la experienci­a internacio­nal que demuestra el valor de las herramient­as del mercadeo social para generar un impacto sobre el comportami­ento social y el logro de la salud y el bienestar individual y colectivo. Tienen la palabra nuestras autoridade­s. No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar mejores resultados.

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