Cincuentenario del ‘otro’ cine nacional
La irrupción de actividades cinematográficas en el escenario nacional hace 50 años, con la creación del Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU), fue todo un acontecimiento que motivó el entusiasmo de un nutrido número de interesados; sobre todo al ver Canto a la patria que ahora nace, documental basado en el poema de Pedro Rivera y realizado por él y Enoch Castillero. Desde allí se iniciaron las tareas del proyecto que dio un cambio a la cultura en el país.
El estreno de un trabajo fílmico que ahora ha dirigido Joaquín Horna, Chuchú y el general, que se presenta en el contexto del cincuenta aniversario de esta agrupación, rememora los momentos que rodearon la vinculación de José de Jesús Martínez, el filósofo y matemático universitario con el general
Torrijos, y quien le acompañó en diversas iniciativas, especialmente en la comprensión de muchos hechos de la geoestrategia internacional.
Cuando el ensayista, dramaturgo y poeta Martínez se acercó al GECU, se interesó en las tareas de producción y edición rudimentaria que en ese momento tenían lugar en la Universidad de Panamá. Coincidentalmente, se realizaba en Chile el golpe militar y surgió la idea de preparar una cinta sobre el acontecimiento y sus implicaciones. Viva Chile, mierda fue su título y Chuchú sugirió mucha de la información del contenido de la estructura argumental.
Con posterioridad, el Cine Club Universitario presentó un festival de cine africano y asistió la realizadora Sarah Maldoror, quien estrenaba su filme sobre los acontecimientos de Guinea Bissau. En las pláticas surgió la idea de preparar un trabajo fílmico, que sería realizado por el GECU en esa nación. La idea fue propuesta al general Torrijos y acogida con entusiasmo. Se advirtió que quienes participaran en el proyecto, tendrían preparación castrense por la situación política del lugar.
Tal como explica Fernando Martínez en el libro Conversaciones sobre el cine, se debía concurrir a la academia militar ubicada en Río Hato para los entrenamientos y sólo llegaron el poeta y él. Allí conoció al general Torrijos y desde entonces surgió una amistad, que hizo que el profesor universitario se involucrara en la estructura militar y llegara a obtener el grado de sargento. Esto generó un acercamiento con figuras internacionales de la literatura y la realidad política mundial.
De este encuentro surgieron diversas publicaciones, tanto de Chuchú, como del propio general Torrijos. Sin embargo, la película sobre Guinea Bissau nunca se concretó por cambios en la situación irregular en esa nación.
En el GECU se iniciaría una etapa de logros a escala regional con las premiaciones logradas en Leizig, en la República Democrática Alemana (RDA) con la cinta Soberanía y el acercamiento al cine cubano y latinoamericano que en esos momentos surgía y lograba un espacio en los diferentes países. A pesar de las difíciles condiciones en que se efectuaba la labor cinematográfica local, el GECU agregó nuevos títulos y temas, los cuales se sumaron a la filmografía nacional.
La llegada a Panamá de nuevos profesionales formados en cine en diferentes países, les permitió imbuirse en algunos compromisos de largo metraje, siempre orientados al desarrollo de los problemas nacionales. También se pudieron concertar esfuerzos a través de una relación estrecha con el canal de televisión del Sistema Estatal de Radio y Televisión, coyuntura que permitió una divulgación más amplia y fuera del ámbito universitario del material producido por el GECU.
Llegar a cincuenta años de aquella especie de aventura quijotesca con el cine, ha brindado suficientes motivos para ver nacer una perspectiva cultural, que ha dado frutos porque se han replicado los esfuerzos con una nueva generación de realizadores, que ha ampliado los escenarios, configurar así un cine nacional de una calidad no conocida antes y que nos sitúa en un campo diferente en el desarrollo de la cultura.