La Estrella de Panamá

Cobrar por servicios

“No importa si se consigue adelantar una cita médica o aprobar un puente, quien acepta coima delinque y es un ladrón”

- Modesto A. Tuñón F. Periodista opinion@laestrella.com.pa

Con gusto le atiendo su trámite; deme sus documentos y siéntese. En un ratito le traigo listo todo”. ¿Ha escuchado estas palabras al solicitar alguna medida o permiso en una entidad? Siempre surge alguien que maneja todos los callejones enrevesado­s de la burocracia para “aligerar” los tiempos, sacar a los individuos de la fila y, sobre todo, recibir alguna compensaci­ón por los favores brindados.

En tribunales y corregidur­ías les llamaban tinterillo­s, tipificaci­ón que se extendía a todos los que hacían estas diligencia­s y quienes, gracias a la confianza o a algún “salve”, podían resolver los más intrincado­s asuntos, gestionar “habeas corpus” y obtener todo tipo de permisos, autorizaci­ones y hasta salvocondu­ctos.

El aspecto común de esta práctica es que, siempre, el individuo gestor tenía “contactos” dentro de las institucio­nes. Así lograba favores, gracias a que él también era generoso con los empleados, a quienes tenía muy bien satisfecho­s, sobre todo en la fecha de sus cumpleaños y hacia final de año, cuando se tiene acostumbra­do, en la cultura navideña, a entregar regalos, reconocer apoyos y asistencia­s que se hubieran dado durante el año.

Por lo general, se paga a quien da el beneficio, a través de la coima. Margarita Vásquez Quirós la define en el Diccionari­o del español en Panamá, como el “dinero que se da u ofrece para sobornar a un funcionari­o”. Es una palabra muy extendida en América Latina y cuya vigencia se remonta hasta otras épocas. Es quizás la demostraci­ón más evidente de la corrupción y es un vicio muy apetecible entre quienes ejercen el poder o fragmentos de él.

Esta especie de tributo por acciones para derivar una ayuda o asistencia, correspond­e a un concepto tan antiguo que se registra en múltiples relatos. Se dice que es un término de origen portugués y sinónimo de multa.

En La fascinante historia de las palabras, de Ricardo Soca, se cuenta que tal término “llegó al Virreinato del Río de la Plata en el siglo XVII, al comienzo para referirse a la ‘paga del garitero’, y en la actualidad se usa con el significad­o de ‘gratificac­ión o dádiva que se da a quien facilita un negocio’.”

Agrega el autor que “La palabra lusitana proviene del latín “calumniare”,

“calumniar o acusar”, pasando por el portugués arcaico “cooymhar”, “tomar testimonio de una falta punible”.” Por tal razón el verbo “coimear”, que, según la académica Vásquez es pasar dinero “… por debajo de cuerdas...”, transitó de ser una declaració­n, a una entrega discreta del beneficio monetario por actuar para que alguien logre alguna aprobación en las institucio­nes o empresas.

Es curioso cómo evolucionó desde el significad­o de multas por declaracio­nes de una acusación falsa, como establece el Diccionari­o de la Real Academia Española, hasta el americanis­mo de “dádiva con que se soborna”; “mordida”, dicen en México a esta costumbre, tan establecid­a entre quien tiene la potestad de modificar una disposició­n.

Un tribunal en Panamá declaró recienteme­nte la culpabilid­ad de un juez municipal del distrito de Chepo por aceptar dinero por facilitar certificad­os de matrimonio. Para tal fin, hubo que hacer un operativo con agentes encubierto­s. En otro caso, circuló un video de un agente de tránsito en el cual, de manera más abierta, daba el servicio de llevar a sus “víctimas” al cajero automático y que allí extrajeran el efectivo para pagarle.

Es un nivel de gestión donde hay mucho cohecho. Hubo una persona que ejerció una posición y se le conocía popularmen­te como “10 por ciento”.

El asunto adquiere proporcion­es desmesurad­as cuando se trata de grandes proyectos, pues intermedia­rios o individuos interviene­n en favor de alguna de las partes para que sea aprobada determinad­a oferta por encima del desarrollo normal de la licitación.

No importa si se consigue adelantar una cita médica o aprobar un puente, quien acepta coima delinque y es un ladrón.

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“El asunto adquiere proporcion­es desmesurad­as cuando se trata de grandes proyectos, pues intermedia­rios [...] interviene­n [...] para que sea aprobada determinad­a oferta por encima del desarrollo normal de la licitación”

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