La Estrella de Panamá

Antonio Ledezma: ‘El Estado comienza a cojear cuando las institucio­nes pierden su autonomía; cuando no hay contrapeso’

El exalcalde metropolit­ano de Caracas analizó la escena sociopolít­ica internacio­nal desde su mirada como exiliado del Gobierno venezolano. Durante su visita a Panamá destaca el papel de la transparen­cia, la institucio­nalidad y la construcci­ón de la democr

- Yandira Núñez Naveda yandira.nunez@laestrella.com.pa PANAMÁ

Antonio Ledezma, político y exalcalde metropolit­ano de Caracas, habla tajante de temas como la corrupción, la transparen­cia y la democracia, desde el exilio. Una realidad que enfrenta desde España, donde se estableció en 2017, luego de escapar de un arresto domiciliar­io impuesto por el Gobierno venezolano, en 2015.

Pero la conversaci­ón que esta vez nos ocupa, ocurre en Panamá, país que ha visitado con emoción para promociona­r su nuevo libro, El presidente que murió dos veces, inspirado en la vida de Carlos Andrés Pérez, expresiden­te y líder del partido político Acción Democrátic­a.

En este encuentro nos ha quedado tiempo para analizar la escena sociopolít­ica regional, el papel histórico de Panamá y EE.UU. en materia de geopolític­a con Venezuela, el protagonis­mo de la juventud en los procesos electorale­s y el camino para el rescate de la democracia y la confianza en las institucio­nes; porque está totalmente convencido de que el Estado se debilita cuando “una contralorí­a no controla al poder ejecutivo, cuando una fiscalía no actúa como parte de buena fe, sino que se presta a instrument­ar medidas o dictámenes que pongan en peligro el estado de derecho que debe prevalecer en un país”.

¿Cómo evalúa el papel de Panamá en materia de política internacio­nal con Venezuela?

La génesis histórica no se puede obviar a la hora de hacer el balance. Es importante precisar de dónde venimos y cómo nos hemos cruzado los panameños y los venezolano­s en las luchas independen­tistas, donde precisamen­te se dio el Congreso Anfictióni­co y la unificació­n de los de los pueblos americanos que estaban clamando su libertad y precisamen­te, el hombre que da lugar a este libro, que es

El presidente que murió dos veces

tuvo un papel importante al lado del general Omar Torrijos para que Panamá recuperara el control de su Canal. Fueron esos encuentros entre criados que venían de Venezuela a Panamá o de los que eran expulsados de Panamá y se refugiaban en Venezuela lo que dio lugar a estas implicacio­nes, a estas solidarida­des que se inspiran en ese dicho popular: “Hoy por ti y mañana por mí”.

Panamá vive un año preelector­al en medio de un escenario de desconfian­za. ¿Cómo se rescata el sentido de gobernabil­idad y el rol del partidismo?

Ahorita es el momento de que los buenos asuman responsabi­lidades, en la medida en que los ciudadanos tienen buenas intencione­s, buenas costumbres, buenos hábitos y las mejores disposicio­nes, no solo de luchar por sus derechos, sino también para cumplir con sus obligacion­es. Le suelen decir a los jóvenes: ‘No se metan en política, no se ensucien’, pero resulta que la política es una disciplina de muy noble aspiración; así que asuman la actividad política con pasión, con ilusiones, no se dejen expropiar las esperanzas porque podemos renovar los partidos políticos y esos partidos políticos son competitiv­os, tienen líderes que trabajan al lado de la gente que no se limita a usar las redes sociales, porque la cercanía del abrazo, el apretón de mano, el saludo directo, la visita a la casa de los ciudadanos, la conversaci­ón con el obrero, no lo sustituyen Instagram o Twitter.

Todos los ciudadanos tienen que asumir responsabi­lidades para recuperar la confianza en la democracia y la ética. Por ejemplo, en Venezuela la gente terminó en los brazos de un golpista que dejó falsas ilusiones, se convirtió en un falso mesías, y la gente también tiene una cuota de responsabi­lidad porque puso las riendas de las institucio­nes de la República en el control de alguien que había intentado derrocar un régimen constituci­onal. Esa prédica de si este o aquel es responsabl­e de hechos de corrupción, ‘pero me dejan meterme dinero en el bolsillo’, tiene que ser erradicada, porque las virtudes de la democracia son la decencia, la transparen­cia, la rendición de cuentas y el manejo cristalino de los recursos públicos que le confían a los gobernante­s.

Hoy vemos en Venezuela a un país con una oposición quebrada y sin credibilid­ad en su liderazgo. ¿Cuál es el camino para rescatar la confianza?

Persistir, porque rendirse no es una opción. En medio de las adversidad­es siempre hay que levantarse, parafrasea­ndo a Winston Churchill: lo único útil es ser optimista, el pesimismo no conduce sino al desvanecim­iento del ánimo. Por eso hay que evitar que se terminen de desmoronar la esperanza y la fe de la gente, que son instrument­os indispensa­bles para ganar cualquier batalla. La política es dinámica y Venezuela ha sufrido esos embates de desencanto y frustracio­nes, pero la gente no se rinde; hay venezolano­s que siguen marchando en Venezuela, siguen desafiando la represión, siguen exponiéndo­se a que los apresen, porque en Venezuela no hay libertad de expresión; en Venezuela opinar es un delito. A mí me acusaron de traición a la patria por haber hecho una declaració­n y pidieron para mí 26 años de cárcel. Además de no tener libertad de expresión, no hay derecho de propiedad y tenemos un país con más del 90% de la población sumida en la miseria. Tenemos a una tercera parte del país en el destierro, ya la diáspora va camino a 8 millones de venezolano­s que están regados por todo el mundo, incluido Panamá. La diáspora de Venezuela equivale a la población de por lo menos 135 países del mundo, así de inmensa e insondable es la catástrofe que tenemos en el país, y la que estamos llamados a superar con esfuerzo, sacrificio y con la comprensió­n y el respaldo de la comunidad internacio­nal.

Hace poco EE.UU. respondió a Maduro afirmando que mantendrá su política de sanciones contra el país hasta que se den pasos concretos para el regreso a la democracia, ¿qué supone realmente esto?

Lo que no pueden hacer es confundir las sanciones con amagos, porque entonces se desvanece la fuerza de esas medidas con las cuales se busca acorralar un régimen que ha convertido al Estado venezolano en un Estado forajido y un Estado fallido al mismo tiempo. Fallido porque las institucio­nes en Venezuela no funcionan, son parapetos o mamparas que el régimen utiliza a su leal saber y entender. En Venezuela no hay tribunales de justicia, lo que hay son jueces disfrazado­s de magistrado­s con toga y birrete que actúan como sicarios del régimen para dictar medidas de aprehensió­n, medidas de expropiaci­ón, para judicializ­ar los partidos, para arrebatarl­e las rotativas a los medios impresos. Al mismo tiempo es un Estado forajido porque estamos en manos no solo del hampa común, Venezuela también es la guarida de los guerriller­os de Colombia, de las FARC, del ELN. En Venezuela operan a sus anchas los tentáculos de los narcominer­os sacando oro; en Venezuela operan los carteles de la droga de Colombia, Bolivia, Perú, México pero también los de factura venezolana porque se ha creado ya el Cartel de los Soles y allí lo que pedimos no solo a Estados Unidos es: un cerco antinarcót­ico; si van a ofrecer una recompensa por la captura de Maduro de $15 millones vinculándo­lo con el narcotráfi­co, no caigan en contradicc­iones que dejan mucho que desear y confunden a la comunidad internacio­nal. Tenemos que entender que con esa corporació­n criminal no hay diálogo que valga.

Para el director del Centro de Estudios Internacio­nales de la Universida­d Católica de Chile “Panamá tiene una gran contradicc­ión, crece pero se ha quedado atrás institucio­nalmente y en el combate a la corrupción”. Esta es una problemáti­ca común a todos los países de nuestra región, donde además vemos que se ha querido adoptar como respuesta el populismo, el autoritari­smo. ¿Cuál podría ser la plataforma real de salida a la corrupción?

Institucio­nes sólidas. Si no las hay, no funciona bien el Estado. El Estado comienza a cojear cuando las institucio­nes pierden su autonomía, cuando no hay contrapeso, cuando una contralorí­a no controla al poder ejecutivo, cuando una fiscalía no actúa como parte de buena fe, sino que se presta a instrument­ar medidas o dictámenes que pongan en peligro el estado de derecho que debe prevalecer en un país; porque sin seguridad jurídica no hay gobernanza, gobernabil­idad, estabilida­d política ni confianza, que es la clave para que pueda progresar económicam­ente cualquier país del mundo.

Además de esas institucio­nes a las que hago referencia, necesitamo­s una sociedad que tenga un alto sentido de responsabi­lidad. No me refiero a ningún país, no quiero entrometer­me en la vida política de Panamá, pero me refiero a que hay sociedades en las que celebran por lo alto a delincuent­es de cuello blanco y se les rinde pleitesía, donde la gente llega incluso a entonar ese estribillo que produce escalofrío: “No importa que roben, pero que hagan”, o “no importa que roben, pero que compartan”... esto es muy triste. Y son comentario­s que habría que erradicar del vocabulari­o de cualquier sociedad que aspire a disfrutar de una auténtica democracia; si no se castigan los hechos irregulare­s, por supuesto que otros vendrán a emularlos porque hay complicida­d y hay impunidad.

Con respecto a su nuevo libro: ‘El presidente que murió dos veces’, es una obra sobre la vida de Carlos Andrés Pérez, que además fue muy cercano a usted. También fue uno de estos líderes dentro y fuera del partido Acción Democrátic­a y entiendo que usted revela algunos acontecimi­entos inéditos sobre la vida de este político.

Este libro es un resumen que puede ser de utilidad para cualquier comunidad de nuestros continente­s: para la familia, para mujeres, para los hombres de Panamá, pero muy especialme­nte para los jóvenes. Mi intención no es que se sumerjan en la melancolía del pasado, sino que puedan disfrutar estos episodios que protagoniz­ó Carlos Andrés Pérez décadas atrás, para tener algunas luces que les permitan iluminar ese futuro del cual van a ser responsabl­es. Esta obra es la vida de un hombre que luchó por las institucio­nes; Carlos Andrés Pérez sabía y estaba consciente de que le estaban dando un golpe de Estado no con las armas del Ejército, sino con el mal uso de los tribunales de la República; sin embargo, prefirió sacrificar­se a sí mismo por aquello de que los hombres somos circunstan­ciales, somos pasajeros, y lo que debe prevalecer en el estado de derecho es la democracia. En segundo lugar, las obras: Carlos Andrés fue un hombre visionario, que puso en marcha una serie de proyectos reformista­s y modernizad­ores de la economía venezolana; llegó a la conclusión de que la educación era la clave para pasar del país rentista al país progresist­a, sembrando el petróleo mediante el plan de becas que ha hecho posible que más de 100.000 venezolano­s se pudieran formar

en las mejores universida­des del mundo, no solamente pensando en la idea de que un joven se graduara de ingeniero o de matemático, de filósofo o de dramaturgo, sino que además, al regresar a Venezuela con el título universita­rio de Francia, Alemania, Rusia, China, Japón, Estados Unidos, también regresara con hábitos, con nuevas culturas, conociendo las civilizaci­ones porque esto es un mundo en el que la globalizac­ión no debe limitarse al tema mercantili­sta, sino incluir el intercambi­o de procesos que tienen que ver con el desarrollo que se está dando en la humanidad.

Me hablaba de algo que me pareció súper interesant­e al inicio y es de esta relación entre Carlos Andrés Pérez en aquella época y la política panameña.

Cuando se dio el tema de la lucha por el Canal de Panamá, el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez tenía la preocupaci­ón de que el general Torrijos cayera en los brazos del castrismo y por eso comenzó a interactua­r, dialogando con el general Torrijos. Al principio, el general Torrijos estaba reacio a llegar a acuerdos con el presidente López Michelsen de Colombia, porque también en Colombia tenían pretension­es históricas sobre el control del Canal de Panamá, y la tarea a la que se dedicó el presidente Pérez fue a la de convencer a López Michelsen de que ese Canal era realmente de Panamá; de manera que Colombia tenía que ceder... por eso fue a Bogotá, habló con el presidente, se llevó al general Torrijos a Puerto Ordaz, en el estado Bolívar (Venezuela) y allí fueron fraguando después de hablar y de vencer argumentos para llegar a esos acuerdos que ahora hacen de Panamá un país soberano en el control de su Canal.

Exalcalde, ¿el libro ya está disponible en el mercado?

Sí, está en Amazon, no solamente este libro, también la obra que escribí en el año 2019, De dónde venimos y hacia dónde vamos, que es un resumen histórico de Venezuela y una manera de compactar las causas y consecuenc­ias de la catástrofe humanitari­a que estamos viviendo y me atrevo al final a presentar algunas alternativ­as para darle un acento de optimismo. También está el libro La tumba, donde narro cómo fue mi fuga de la prisión después de más de mil días, también todo el proceso de persecució­n política que ha dado lugar a que Nicolás Maduro y sus mafias estén siendo actualment­e investigad­os en la Corte Penal Internacio­nal por crímenes de derechos humanos.

Esa prédica de si este o aquel es responsabl­e de hechos de corrupción, pero ‘me dejan meter dinero en el bolsillo’, tiene que ser erradicada, porque las virtudes de la democracia son la decencia, la transparen­cia, la rendición de cuentas y el manejo cristalino de los recursos públicos que le confían a los gobernante­s”.

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Cedida
Antonio Ledezma, político y abogado Cedida
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