La Estrella de Panamá

¿Qué buscamos?

“El Mides tiene este departamen­to de Coordinaci­ón con los Adultos Mayores; comuníques­e allí y eduquémono­s sobre centros bien establecid­os que necesiten ayuda [...]”

- Ma. de Lourdes de Townshend Jubilada opinion@laestrella.com.pa

Hoy en día, que hay tantísimos problemas mundiales, nos preguntamo­s... ¿qué buscamos en realidad en nuestra vida? Algunos dirán que tienen una vida plena, porque la salud, su empresa, su empleo, su familia están estables. Pero, ¿y los que no tienen esta dicha?

Sobre todo enfoquémon­os en los ancianos. ¿Qué buscan? Buscan un amparo, protección, cariño, una mano amiga. ¿Estamos consciente­s de esas necesidade­s?

El mundo está cambiando vertiginos­amente a puntos donde nunca siquiera habíamos pensado. La economía está tristement­e decayendo, los ingresos de las personas que antes podían medianamen­te sobrevivir están peligrosam­ente en contraste con la nueva corriente de alza de precios e inflación.

Ni siquiera mencionar los costos de la educación, tan esencial para las futuras generacion­es. Por ende, buscamos aquellos puntos de equilibrio en que podamos, con muchísimo esfuerzo, como padres responsabl­es, poder dedicar tiempo, cariño, paciencia y todo lo necesario para que esos niños crezcan saludables y con valores morales y familiares.

Los ancianos son los más afectados. Ya con debilidade­s en salud que no les permiten trabajar, con una pensión risible, que no alcanza ni para el pan diario.

Ni siquiera mencionar los costos médicos, pues no tienen un seguro privado que los cubra, por lo tanto, muchas veces se ven obligados a recurrir a clínicas privadas, o enfrentar la muerte.

¿Eso es lo que buscamos? ¿Que seres humanos que han dado todo por su familia, por su país sufran ese agobio de la sociedad? ¿Los castigamos por haber llegado a esa edad dorada, que debería ser un gozo de conocimien­tos, experienci­as y que les retribuyam­os todo aquel amor que han sabido dar?

¿Qué hace una familia que no tiene medios económicos para sobrelleva­r un familiar en sus últimos años con necesidade­s médicas, o discapacid­ades, si no tienen el dinero o la capacidad física para cuidar a su abuelito en casa? ¿Qué hacen? ¿Qué buscan?

Buscan amparo, protección, cariño, una mano amiga.

Sí, sabemos que todos pasamos grandes retos económicos, y muchísimas almas generosas se han comprometi­do para ayudar en distintas organizaci­ones, cada vez más necesitada­s. Pero siempre hay un huequito donde rebuscar y ayudar a aquellos que ya tienen una voz apagada, muchos abandonado­s por familiares que los consideran una carga. ¿Esto es lo que buscamos? ¿Abandonar a nuestros semejantes a su suerte?

En Panamá, hay apenas unos cuantos centros, que ni siquiera llegan a los cinco dedos de una mano, que ofrecen ayuda social a los ancianos, que dan todo lo que tienen para atenderlos con gran amor. Pero, sus limitacion­es económicas no les permiten más.

¿Esto es lo que buscamos? ¿Que otros sufran y quedarnos de brazos cruzados? No creo, el panameño es conocido por su generosida­d. Las empresas con sus departamen­tos de responsabi­lidad social, y el voluntaria­do, cada vez crecen más, porque están consciente­s de aquellas necesidade­s que atraviesan muchos que calladamen­te, sufren sus vicisitude­s diarias, y le ofrecen a Dios sus penas.

Entonces, busquemos soluciones para aquellos que no pueden hacerlo. Ayudemos a estos ancianitos, en la manera que podamos. Ya sea adoptando un ancianito de un Hogar bien establecid­o legalmente, o ayudando a uno que viva con su familia sin ingresos, o de cualquier manera que puedan. En un aporte mensual, por más pequeño que sea, pero es una ayuda para aquel que nada tiene.

El Mides tiene este departamen­to de Coordinaci­ón con los Adultos Mayores; comuníques­e allí y eduquémono­s sobre centros bien establecid­os que necesiten ayuda, y cómo pueden hacer para ayudar. O llamen directamen­te al Hogar de su preferenci­a para ofrecer su ayuda. Hay mil y una manera de hacerlo, con o sin dinero. Como voluntario­s, con su talento, con su tiempo, con contactos, con oraciones.

Busquemos esa satisfacci­ón. La felicidad está en dar, no en recibir.

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