350 años del traslado de la ciudad:
Usualmente las ciudades se configuran bajo una dinámica de periferia y centro que se da en torno al acceso a un espacio desde el cual se centraliza el acceso a los recursos, el poder político y la actividad económica de la ciudad. Los excluidos corresponden en gran medida a aquellos sectores de menores recursos que deben brindar su mano de obra a la clase privilegiada para poder subsistir. No obstante, estas dinámicas no son inmutables y la historia del desarrollo urbano de los centros urbanos latinoamericanos es abundante en casos de este tipo.
El traslado de la ciudad como resultado del ataque del pirata Morgan, en 1671, ante la negligencia en la protección y defensa de la ciudad, obligó a un proceso de reubicación que había sido postergado indefinidamente por las sucesivas autoridades durante el período colonial. Las desventajas de la antigua locación eran muchas. Panamá Viejo se encontraba en una zona insalubre, con un diseño urbano malogrado y con la agravante de la ausencia de un buen puerto. Es así como la destrucción de la ciudad abrió la oportunidad de una nueva locación y configuración urbana para la ciudad de Panamá, aquel 21 de enero de 1673.
De acuerdo con Alfredo Castillero Calvo en su libro
La ciudad imaginada: el Casco Viejo de Panamá
(1999), “con la mudanza, la élite se las arregló para apropiarse de la ciudad reservándola para sí. El pretexto que utilizó fue poderoso: el recinto urbano de la nueva ciudad era muy estrecho y solo dejaba espacio para 300 solares (...). Puesto que durante todo el siglo XVII la población negra había sido siempre una amenaza temida por su número creciente, la muralla no era solo una construcción defensiva para resistir un posible enemigo exterior, sino también una barrera contra el peligro interno, adquiriendo de esa manera un profundo sentido social”.
La aparición del arrabal es así una primera expresión de la marginación social y la segregación racial, situación que a partir de aquí se ha perpetuado, y que con la construcción del ferrocarril se expande en todo el entorno más próximo a la ciudad de Panamá y el camino de las sabanas. A este respecto, Tomás Sosa, en su artículo “Breve reseña de la evolución demográfica de la ciudad de Panamá” (1981), señala que, “podemos decir que la característica más sobresaliente en este período –durante el ferrocarril y hasta el canal francés–, es el nacimiento y consolidación de barrios marginales de carácter provisional, casas de madera de influencia antillana y francesa, verdaderos guetos en donde vivían los obreros y los desocupados por las constantes crisis”.
La separación de Panamá de Colombia y el inicio de la construcción del Canal por los norteamericanos, generó transformaciones en las dinámicas urbanas en torno a la ciudad amurallada. En primer lugar, aparece la Zona del Canal, espacio controlado por los estadounidenses, para la construcción, operación, mantenimiento y defensa del canal interoceánico.
● La implantación de la Zona del Canal dio origen a un proceso de expulsión de la población nativa y de trabajadores del Canal hacia los barrios de inquilinato que bordeaban el límite con la ciudad de Panamá, convirtiéndose en barrios segregados, habitados por trabajadores antillanos.
Este espacio surge como un espacio ordenado, de progreso, riqueza y bienestar, en contraposición con la ciudad de Panamá donde predominaban el caos, la decadencia, la pobreza y la enfermedad.
Eduardo Tejeira Davis describe en su artículo “Barrios céntricos y vivienda de alquiler”
que, “la población de la capital casi se triplicó entre 1905 y 1914, cuando llegó a unos 60 mil habitantes. Fue en esos años que se conformaron vastos barrios de barracones de madera hacia el occidente y norte del casco colonial, junto a los límites de la Zona del Canal o cerca de la de facto
El traslado de la ciudad al ‘sitio de Ancón’ el 21 de enero de 1673 abrió la oportunidad para la reconfiguración de la ciudad y su segregación social a partir de la construcción de un muro que dividía la ciudad formal, urbanizada y ocupada por 300 familias privilegiadas, de la población afrodescendiente. En este mapa de 1850 de Tiedeman se puede observar el muro y el foso que dividía ‘a los de los adentro y los de afuera’.