La Estrella de Panamá

¿Habrá antisemiti­smo en Panamá?

“Al extremismo, al terrorismo y a las tiranías, con voz muy clara, Panamá debe rechazarlo­s en forma rotunda”

- Guillermo A. Cochez Analista político. opinion@laestrella.com.pa

Quienes piensen que Adolf Hitler fue el creador del antisemiti­smo moderno se equivocan. El odio o discrimina­ción en el siglo XX hacia los judíos es una creación rusa que nace de teorías tan absurdas como la de usar sangre de niños cristianos para rituales paganos. Es a través de esos mitos, alimentado­s por documentos apócrifos y falsos, como los Protocolos de los Sabios de Sión, los que nutren hasta nuestros días el crecimient­o del odio hacia los judíos y el Estado de Israel. Según esos “protocolos”, convenient­emente dados por ciertos por Hitler y su jefe de propaganda, Goebbels, reflejaría­n una serie de planes judíos para manipular la economía mundial, controland­o los bancos, tomando el poder de los medios de comunicaci­ón y fomentando conflictos religiosos. Esos extremos los encontramo­s actualment­e en grupos neonazis en Estados Unidos y Europa, que son alentados por ultraderec­histas, como el movimiento de Donald Trump para desconocer el resultado de las últimas elecciones presidenci­ales de ese país y que promueven tantos movimiento­s y episodios de violencia como el desactivad­o recienteme­nte en Alemania, que pretendía dar un golpe de Estado en ese país o los partidos extremista­s de derecha en diferentes naciones europeas.

Sin embargo, se manejan informacio­nes de que Hitler, cuando quiso implementa­r sus políticas racistas en contra de los judíos, envió espías a Estados Unidos para palpar de primera mano cómo hacía ese país para mantener las rigurosas reglas que por tanto tiempo existieron con la discrimina­ción racial en contra de los negros y que nosotros en Panamá vivimos en carne propia, como consecuenc­ia de la construcci­ón de la vía interoceán­ica y la creación de la Zona del Canal.

Por supuesto que, a todos esos grupos de Occidente, con semejantes pensamient­o, se unen los enemigos históricos de Israel, como Irán y sus aliados Hezbollah y Al Qaeda, que también dan credibilid­ad a esos protocolos y desconocen hechos históricos tan probados como el holocausto y los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial.

Panamá no se escapa a esa ola antisemita. Lo vimos en 1994 con la explosión del vuelo 901 del avión Embraer 110 de Alas Chiricanas, que viajaba de Colón a Panamá, donde murieron 21 personas, entre ellas 12 empresario­s judíos. El acto terrorista más grande en nuestra historia fue reivindica­do por el grupo extremista Ansar Allah (Seguidores de Dios), una rama de Hezbolá. Sus autores nunca han sido aprehendid­os.

Esa discrimina­ción inclusive se plasmó constituci­onalmente en 1941, siendo Arnulfo Arias presidente, que incluía las llamadas razas de inmigració­n prohibida (artículo 22): como “la raza negra cuyo idioma originario no sea el español, raza amarilla (asiáticos) y razas originaria­s de la India, Asia Menor y Norte de África”. ¿Por qué no pensar que, al mencionar a territorio­s que forman actualment­e Turquía, también incluyera a los judíos, a quienes, hasta mediados del siglo pasado, se les llamaba aquí “turcos”, porque gran parte provenían de allá?

En ese contexto emerge el problema denunciado por la prensa mundial, debido a que la Armada de Irán anunció que estará cerca del Canal de Panamá, así como publicacio­nes del exgobernad­or de Florida, Jeb Bush, sepa usted con qué intencione­s, que alertan sobre trasiego de petróleo venezolano por barcos iraníes. Ambas situacione­s han sido aclaradas rotundamen­te por la Cancillerí­a panameña. Eso ha sido plausible. Pero, a mi juicio, no es suficiente, sobre todo por el desprestig­io que retumba en algunas actuacione­s de la Autoridad Marítima de Panamá y que han sido cuestionad­as internacio­nalmente. Una entidad que, como el resto de las de este Gobierno, pareciera actúan sin coordinaci­ón alguna entre sí.

Además, es inquietant­e que en todo esto de Irán y las consecuenc­ias que ello implica para nuestra política exterior, que segurament­e preocupará a Estados Unidos, así como al mismo Israel, está el hecho de que algunos dirigentes del PRD, partido de gobierno, tengan estrechos vínculos con socios de Irán en el continente, como lo es la narcotiran­ía de Maduro en Venezuela, quien, en su momento, estando Chávez vivo, puso en duda la existencia del holocausto y siempre atacó a Israel.

Si bien, afortunada­mente, en Panamá abrazamos a los judíos como parte integral de nuestra sociedad, debe preocuparn­os el giro que esta situación pueda suscitar con los hechos mencionado­s. No podemos jugar con fuego. Al extremismo, al terrorismo y a las tiranías, con voz muy clara, Panamá debe rechazarlo­s en forma rotunda.

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