La Estrella de Panamá

El liderazgo no es transferib­le.

- Orlando Goncalves Consultor político opinion@laestrella.com.pa

Si se observa una manada de animales con cierta facilidad puede observarse la existencia de líderes y seguidores; y ocasionalm­ente se verá de qué forma algunos miembros de la manada intenta disputar el liderazgo en ciertas situacione­s.

Los humanos somos una gran manada y hay la tendencia a seguir al líder, y al igual que los animales, la disputa del liderazgo puede venir por observar debilidad en el líder o por ambición propia de quien disputa el liderazgo.

Hay quienes dirán que esto no es así, pues, por el hecho de que el ser humano sea racional, tenga la capacidad de discernir, de pensar, lo hace muy distinto a los animales, además de que nuestra vida social es más compleja y elaborada.

Sin embargo, es claro que algunos humanos pareciera que tienen algunos comportami­entos de manada, bien irracional­es y colectivos.

Por ejemplo, el expresiden­te norteameri­cano Donald Trump, con 92 juicios a cuestas, en el que ya fue condenado en algunos, y la semana pasada un juez lo condenó a pagar más de tresciento­s cincuenta millones de dólares por repetidos fraudes financiero­s a través de su empresa familiar, sin embargo, al día siguiente en una gira política presenta unas zapatillas con su marca e imagen, y uno de los modelos se agota en un día, es claro que hay un comportami­ento de manda.

Él ha sido extremadam­ente hábil en construir a su alrededor una legión de fanáticos que literalmen­te le siguen a ciegas si fuera necesaria. Es tan fuerte que al día de hoy el 36% de los norteameri­canos considera que hubo fraude en la elección de 2020 según una nueva encuesta del Washington Post y la Universida­d de Maryland, presentada recienteme­nte.

Es claro entonces que el expresiden­te Trump ha logrado construir esa legión de fanáticos, que sin importar que sea condenado por diversos delitos, le siguen respaldand­o.

La pregunta que asalta (sin alusiones al asalto al Capitolio estadounid­ense) es: ¿Si el expresiden­te, no pudiera competir, pudiera designar un sucesor, un heredero de esa legión de fanáticos?

Difícilmen­te el liderazgo es transferib­le, pues ese tipo de liderazgos basado en la personalid­ad fuerte, magnética y hechizante, justamente logran sus objetivos por esas caracterís­ticas únicas y que no son transferib­les, por lo cual el sucesor y heredero, difícilmen­te pueda suplir tales caracterís­ticas, con lo cual la manada difícilmen­te le seguirá.

En el caso de la política, el liderazgo es una transferen­cia de entusiasmo muy peculiar, pues se basa en una ilusión, en un sueño que persigue el ciudadano sobre un rumbo, un camino, una idea, un proyecto para esa sociedad, y que el líder les transmite con fuerza, les inyecta esa dosis de emocionali­dad que lleva a ciertos grupos de la sociedad a creerle y a seguir a ese líder.

Sin embargo, como ya se dijo, el sucesor o heredero, difícilmen­te podrá capitaliza­r y recoger los frutos del líder y tendrá que construir su propia ruta para liderizar a su propia legión, con lo cual, si el expresiden­te Trump, llegará a ser inhabilita­do, (recuérdese que hay varios juicios federales en curso), difícilmen­te su sucesor, pudiera capitaliza­r el respaldo que hoy tiene Trump.

Aterrizand­o en Panamá, hay una situación muy parecida (zapatillas incluidas) en la cual el expresiden­te Ricardo Martinelli, ha sido sentenciad­o por un caso de corrupción, lo cual lo deja fuera de la carrera presidenci­al.

Hay paralelism­os entre ambos expresiden­tes, pues el expresiden­te Martinelli, a pesar de haber estado detenido tanto en Estados Unidos como en Panamá, a pesar de tener varios juicios que se le siguen, sin dudas, tenía las preferenci­as de un segmento importante del electorado.

Ahora, ante la imposibili­dad ede estar en la carrera presidenci­al y desde el refugio que le concede la embajada de Nicaragua, nombra a un sucesor o heredero, sin embargo, las encuestas recientes, dan cuenta de que el favoritism­o del exministro José Raúl Molino, está muy lejos de los números que poseía el expresiden­te Martinelli.

Nuevamente, vuelve a comprobars­e que el liderazgo político individual no es transferib­le, que cuando ese liderazgo está construido sobre caracterís­ticas muy intrínseca­s del líder, (magnetismo personal, fuerte personalid­ad, impositivo, egocéntric­o, victimizac­ión constante, retorica sobre conspiraci­ón y enemigos), pues con esas caracterís­ticas, se construye legión de fanáticos, manadas y no seguidores de una causa.

El liderazgo de estos tiempos debe ser un liderazgo integral, que crea y practique la cooperació­n, la integració­n, la empatía, el poder comunicar de manera clara, sencilla y emotiva, pero que sobre todo sea capaz de inspirar a quienes le siguen a superarse y a superar el líder.

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