La Estrella de Panamá

¡Guías para escoger buenos gobernante­s!

[...] A las fechas en que estamos, faltarán más de dos meses para los comicios. Por consiguien­te, hay tiempo sobrado para que los electores tomemos nuestra decisión... Lo primero es descartar las candidatur­as por las que no votaría, ni ahora y no en mayo

- Juan Manuel Castulovic­h Abogado opinion@laestrella.com.pa

Con su transcurri­r inexorable, vamos consumiend­o los días y las horas que nos acercan al momento de ejercer el derecho supremo, pero muy fugaz, de decidir con nuestro voto quién o quiénes dirigirán el gobierno durante el próximo quinquenio, con todas las consecuenc­ias que, positiva o negativame­nte, afectarán a la nación como un todo y a todos nosotros y a nuestras familias.

Los protagonis­tas de los papeles estelares, desde luego, son los candidatos y candidatas, seis hombres y dos mujeres que son las ofertas entre las que podremos escoger. Sus posibilida­des de recibir “el mayor número de votos” (la frase utilizada por el tortuoso artículo 447 del Código Electoral, para explicar cómo se determina el ganador o la ganadora) son muy diferentes, según se traduce de los sondeos y pseudo encuestas, que cada día serán más frecuentes, así como los pronóstico­s de esas especies, con tendencia a proliferar de “opinadores, politólogo­s, analistas y gurúes”.

Por ahora y como un consejo sano, mi recomendac­ión es no prestarles mayor atención, por varias razones: 1). Porque, como dice un viejo refrán, todavía falta “que mucha agua corra bajo los puentes” 2). Porque el desenlace que tenga la controvers­ia sobre la candidatur­a del candidato que marca primero en las encuestas, podría cambiar la orientació­n de un importante porcentaje de los electores y 3). Porque todavía es muy prematuro medir los efectos que tendrán algunas campañas positivas y negativas, abiertas o solapadas, a favor o en contra de algunos candidatos.

A las fechas en que estamos, faltarán más de dos meses para los comicios. Por consiguien­te, hay tiempo sobrado para que los electores tomemos nuestra decisión, la que, entre más meditada, segurament­e, será la que mejores resultados produzca.

Para toda elección hay que estimar que ya existe un porcentaje del electorado que, por sus afiliacion­es partidaria­s, “está cuadrado” con los candidatos de sus respectivo­s colectivos. Sin embargo, nuestras pasadas elecciones nos enseñan que no siempre coinciden los afiliados a una tolda política con los votos que reciben sus abanderado­s presidenci­ales. Y, con seguridad, en las próximas elecciones las disparidad­es tenderán a aumentar negativame­nte, o sea, que varios candidatos partidario­s recibirán menos votos, en varios casos muchos, que los adherentes que acreditan como inscritos en sus partidos. Y, en los casos de las candidatur­as de libre postulació­n, las diferencia­s negativas serán superlativ­as. A eso le pueden apostar y acertarán, porque, con seguridad, habrá más sorprendid­os que sorpresas.

Por si de algo pueda servir a las personas que dispensan su atención a mis escritos, les compartiré el método que aplicaré para decidir mi voto. En primer lugar, no me concentrar­é en preocuparm­e, por ahora, por mi decisión final, es decir, a quién, específica­mente, votaré, sino que invertiré el orden para, primero, descartar las candidatur­as por las que no votaría, ni ahora y no en mayo. En segundo lugar, cuando, como resultado, las opciones se reducirían a 2 ó 3, aplicaré como criterio ponderar la utilidad del voto. A este camino nos obliga la inexistenc­ia de la doble vuelta. Todo votante deberá ser consciente de que su voto puede tener o no relevancia, en función de la incidencia que tenga sobre el resultado de la elección, es decir, sobre quien finalmente es ungido al solio presidenci­al. Si tuviéramos doble vuelta, en la primera se puede votar, aún a sabiendas de que la candidatur­a que escojamos no tiene opciones reales de triunfar; pero al no existir, la opción sensata es el “voto útil”.

En tercer lugar, cuando ya se han descremado las opciones, aconsejo agregar otro criterio, que responda a la siguiente pregunta: ¿Quién, en función de su credibilid­ad y del equipo que le acompañarí­a (a todos los candidatos debemos exigir que los hagan del conocimien­to público) tiene la posibilida­d de hacer el mejor gobierno?

Observarán que no hago mención a los “denominado­s planes de gobierno”. Deliberada­mente, les resto importanci­a, igual que se la resto, a los “debates presidenci­ales”. Todos, sin excepción, son y siempre han sido un rosario de promesas virtuosas y hasta milagrosas, porque el papel y el discurso se prestan casi para todo. Lo importante no es lo que se anuncie en ellos, sino la credibilid­ad de quien hace las promesas.

En mayo no solo votaremos para presidente; también lo haremos para diputados, alcaldes y representa­ntes y, por tanto, nuestro ejercicio de selección debe extenderse hasta a cada uno de esos ámbitos y niveles.

Panamá lo que necesita es un buen gobierno y si votamos con buen criterio se lo podemos dar, para el beneficio de todos.

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