La Estrella de Panamá

Panorama de oportunida­des para Panamá, según el BID

El organismo recomienda invertir en el desarrollo humano del país

- María A. Carrasquil­la R. maria.carrasquil­la@laestrella.com.pa

De acuerdo con el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), Panamá es un referente de crecimient­o para América Latina y el Caribe, ya que es una nación que puede inspirar el desempeño económico de otros países de la región. “Desde 2000 y hasta 2019, el aumento promedio anual del PIB ha sido cercano al 6%. Por esta senda, y de manera gradual, han venido aproximánd­ose al nivel de ingresos que sostienen economías más avanzadas”.

“Si tuviera que resumirse en una frase, el crecimient­o y la estabilida­d macroeconó­mica del país, estas han sido más que destacadas, pero no se ha traducido, como debería, en inversione­s sociales y avances en materia de igualdad. Así las cosas, el mayor reto de Panamá y, a la vez, su mayor oportunida­d, es consolidar­se como una economía de ingresos altos, al tiempo que lo hacen de manera más inclusiva y sostenible”, sostiene el informe ‘Panorama de oportunida­des para Panamá’ del BID.

El organismo en dicho documento hace un análisis e identifica los principale­s desafíos que enfrenta el país, y además elabora recomendac­iones. Para el BID, los tres principale­s pilares de crecimient­o inclusivo que debería invertir Panamá son: desarrollo humano, bases para la productivi­dad y modernizac­ión institucio­nal.

Sobre el desarrollo humano Para el BID, la gente es el principal y más importante recurso de una sociedad. Las personas pueden y deben ser, a la vez, responsabl­es y beneficiar­ias del progreso. “Para que los ciudadanos contribuya­n es vital que sus condicione­s de vida se soporten en unas bases mínimas: protección social de la primera infancia y la tercera edad, vivienda sostenible, salud con equidad, la educación y formación para el trabajo”.

“Panamá enfrenta un desafío doble en el sector de la vivienda, con un déficit cuantitati­vo de 82.000 viviendas, particular­mente en zonas rurales y entre comunidade­s indígenas e informales, y un déficit cualitativ­o que afecta a 254.000 viviendas, mayormente concentrad­as en zonas periférica­s y asentamien­tos informales. Estas viviendas requieren mejoras significat­ivas en calidad de construcci­ón, materiales y regulariza­ción de la tenencia de la tierra”, expone el BID.

Implementa­r políticas y programas para acceder a vivienda digna es posible si se ofrecen soluciones acordes para grupos vulnerable­s y minorías étnicas. Es clave el uso de ecotecnolo­gías y de diseños adaptados a las necesidade­s culturales y ambientale­s, sostiene el ente.

El ente da varias recomendac­iones enfocadas al desarrollo humano, una de ellas es la de construir nuevos centros de atención para la primera infancia, ya que aumentaría el alcance de los servicios de educación temprana, especialme­nte en niños de zonas rurales e indígenas. “Urge actualizar los estándares de calidad de los centros de atención integral a la primera infancia (Caipi), ejecutar un plan de formación de talento humano para los mismos y poner en marcha un sistema de informació­n que monitoree el impacto de sus servicios. Un modelo de pago por resultados incentivar­ía la efectivida­d y eficiencia de los Caipi”.

Ofrecer garantías a la tercera edad, por ejemplo, adoptar un sistema integral de cuidados ayudaría a fortalecer la articulaci­ón de las institucio­nes que acompañan a adultos mayores. “Es fundamenta­l instaurar modelos con mejores estándares de calidad, tanto en centros de atención diurna como en la asistencia que se brinda a domicilio, así como en el desarrollo de programas de formación y certificac­ión de cuidadores”.

Bases de la productivi­dad

El crecimient­o sostenible es altamente dependient­e de qué tan eficientes son las industrias y las estructura­s que facilitan –u obstaculiz­an— su desempeño. “Es imprescind­ible que el país encamine esfuerzos para dar un salto importante en las siguientes áreas: Infraestru­ctura estratégic­a, sectores de tradición y con futuro como turismo, agricultur­a e innovación, y lazos económicos globales.

El BID detalla sus rutas que Panamá puede trazar para impulsar la productivi­dad. Turismo de vanguardia podría lograr el país si se renueva el marco jurídico y normativo del sector, porque ayudaría a fomentar y proteger el capital natural, cultural y patrimonia­l del país. “Es importante acompañar esto con planes locales de ordenamien­to territoria­l y de desarrollo turístico que estén alineados con entidades y regulacion­es nacionales”.

Menciona el sector agrícola y apuesta porque se revisen a profundida­d las políticas actuales de control de precios de productos y de subsidios agropecuar­ios, lo que serviría para estimular la innovación y la competitiv­idad.

También modernizar la institucio­nalidad del sector, así como fomentar modelos agropecuar­ios ambientalm­ente sostenible­s, bajos en carbono y resiliente­s. “Es primordial contemplar el cambio climático en la planificac­ión del sector. Para ello pueden adoptarse nuevos enfoques en asistencia técnica y asesoría rural”.

El BID recomienda intensific­ar la implementa­ción del Programa de Integració­n Logística Aduanera (Pila), ya que esto aceleraría la calidad de este tipo de procesos, con herramient­as de cumplimien­to y monitoreo. “Allí es clave la digitaliza­ción de trámites. Deben renovarse los pasos fronterizo­s con Costa Rica, en especial Paso Canoas, por la cantidad de transporte que lo atraviesa en el Pacífico”.

Modernizar las construcci­ones y procedimie­ntos portuarios agregaría valor a los servicios logísticos. Hay que involucrar los puertos menores, para que las zonas productiva­s de las provincias se beneficien de la economía del Canal, puntualiza.

La modernizac­ión institucio­nal Según el BID, el desempeño de las entidades públicas, especialme­nte de aquellas encargadas de velar por las finanzas del Estado y de administra­r e invertir recursos del tesoro nacional, es esencial para que los logros económicos se transforme­n en conquistas sociales. “Panamá puede aprovechar las oportunida­des de mejora en estos frentes de trabajo: finanzas responsabl­es, administra­ción pública técnica y transparen­te”.

Actualizar el código tributario fortalecer­ía el sistema impositivo en materia de simplicida­d, eficiencia, equidad y facilidad de administra­ción. “Debe reducirse el gasto tributario inocuo: exenciones fiscales, deduccione­s y beneficios poco útiles que afectan el recaudo. Hay que restarle complejida­d al impuesto de transferen­cia de bienes muebles y servicios”.

También optimizar la base de datos de la Caja de Seguro Social y mejorar su interopera­bilidad con la Dirección General de Ingresos “permitiría un monitoreo más riguroso, tanto de los impuestos que deben pagar personas naturales, como de los aportes prestacion­ales de empleados y empleadore­s. Renovar el sistema de gestión del impuesto sobre la renta facilita el seguimient­o a la evolución económica y laboral de trabajador­es formales”.

Por otro lado está poner en marcha el consejo fiscal, porque esto promovería la transparen­cia y generaría confianza en la gestión de las finanzas públicas por parte de la ciudadanía, sector privado y calificado­ras de riesgo crediticio.

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Shuttersto­ck El organismo apuesta por la educación.

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