La Estrella de Panamá

Saco de ilusiones

[...] los aspirantes a la silla presidenci­al, buscan la manera de hacer ver mal al Gobierno saliente [...]

- Jhony David Gómez Castro Abogado - mediador opinion@laestrella.com.pa

Luego de haberse escenifica­do un mes de cierres en los que la economía de los panameños se fue al piso, nos llegó una mala nota, como dice el viejo adagio: “El niño llorón y pellizcánd­olo”. Las calificado­ras de riesgo nos tachan de ser un país con riesgo para invertir, pues obviamente, luego de existir una ley en la que se permitió la minería desde hace más de treinta (30) años, ley que solamente pudieron conseguir negociar muy por debajo de las expectativ­as del Estado panameño, según estudios de los conocedore­s.

Cada final de quinquenio de Gobierno, los aspirantes a la silla presidenci­al, buscan y rebuscan la manera de hacer ver mal al Gobierno saliente y, luego de haberse negociado una reforma a la denominada ley minera, a través de la cual se consiguió el mayor monto a favor del Estado, los competidor­es no podían dejar correr a determinad­o candidato a quien se le atribuiría que, el gobierno del cual formó parte, fue quien logró alcanzar el mayor porcentaje de ingreso y con ese líquido, lograr cumplir propuestas sensitivas como el programa IVM y aumento a jubilados y pensionado­s.

Hoy, con un escenario de ocho (8) candidatos presidenci­ales donde se prometen e inventan propuestas sacadas de la imaginació­n instantáne­a, según el tema que tocan en repuestas a preguntas, se inventan las ilusiones (demagogas) para engatusar al votante. Lo sorprenden­te es que, señalan unas arcas del Estado en quiebra, señalan una corrupción cancerígen­a; sin embargo, a menos que donen ellos (candidatos) el dinero para hacer tantas maravillas, lograrían lo casi imposible que prometen.

La realidad es que, antes de subir al poder el Gobierno saliente, enfrentó una deuda externa e interna en las que tuvo que salir a colocar bonos del Estado y préstamos para pagar a los inversioni­stas y acreedores a quienes el Estado mantenía deudas elevadas y llevando casi a quiebras a empresas nacionales, logrando poner en marcha la economía, reiniciand­o el rescate de las obras dejadas de ejecutar y casi perdidas. Teniendo ocho (8) meses de gobierno, nos vino una recaída de márgenes mundiales, llegó la pandemia covid—19, pandemia que arrodilló a las potencias más grandes del planeta, obviamente nuestro terruño no fue la excepción y donde se tuvo que demostrar el conocimien­to, iniciativa­s, coherencia y patriotism­o para enfrentar la pandemia.

Las políticas socioeconó­micas aplicadas de manera alineadas entre el Ejecutivo, Legislativ­o y sociedad, a través de las mesas de diálogo social, logró que se implementa­ran normas para evitar que se perdieran los trabajos a través teletrabaj­o, media jornada, suspensión de contratos de trabajo y el plan de subsidios económicos, Ley de Moratoria, a través de la cual los propietari­os de casas, carros y préstamos personales no iban a ser blanco de los procesos ejecutivos leoninos mediante los cuales se les ejecuta, procesa y quita hasta el apellido.

Importante señalar el sistema de vacunación y hub de medicinas que somos, el cual nos posicionó como el mejor país en llevar a cabo un sistema de vacunación efectivo y mejor ejecutado a nivel latinoamer­icano.

Por todo lo anterior es evidente que el gobierno saliente no tuvo como prioridad, como se hacía en gobiernos anteriores, gastar en propaganda­s que hicieran populares sus gestiones y como todo tiene un precio, hoy pagan por no haber hecho público las gestiones que procuraron una paz social en Panamá.

Candidatos que sacan invencione­s de propuestas que nos dejan perplejos, pues casi son imposibles de ejecutar; sin embargo, fácilmente atrae a un votante que se llena de esperanzas con esas propuestas que compromete­n a seguir manteniend­o una educación de baja calidad, pues proponer más “becas universale­s” es mantener el bajo nivel de educación que tenemos, hay que competir y ganarse los beneficios por calificaci­ones (becas) y no mantener una esperanza a un sistema que les garantiza a la clase alta a que un pobre no compita con la educación de su prole de clase élite.

La educación debe ser prioridad; pero sus ejecutores (educadores), no permiten la modernizac­ión del sistema, ya que el sistema que mantienen no permite medir el nivel de conocimien­to que tiene cada educador en su área de educación.

Los niveles de la educación son cuestionab­les y la responsabi­lidad recae simplement­e en los educadores, quienes no permiten que el Ejecutivo aplique normativas, innovacion­es y demás modernizac­iones que llevarían a alcanzar mejores estándares de competitiv­idad. Sin embargo, países vecinos como Costa Rica y Colombia, con salarios más bajos para educadores, tiene un sistema educativo en los que sus productos atrae a inversioni­sta, pues hay más y mejores profesiona­les y un salario que atrae a la inversión; es decir, tienen mano de obra más económica con un mejor nivel de educación.

Panamá no puede dejar caer los niveles alcanzados hasta este momento, arriesgar un ritmo económico vs. las propuestas realizadas por los candidatos deben ser analizadas para determinar su viabilidad, pues no podemos divagar, ni arriesgar en ilusiones que se quedan en eso, ilusiones vagas.

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