Mujer (Panama)

MILES DE EJEMPLARES PATRIOTAS

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Qué triste es vivir en un país donde los maleantes son héroes de la patria”. Muchos dirían que esa descripció­n cabe a la perfección para la situación que viven nuestros hermanos venezolano­s, otros estarán en desacuerdo, pero en estos momentos no puedo voltear la mirada y hacerme la vista gorda sobre este tema, no puedo mostrar una indiferenc­ia ante la situación de un país que sufre, por eso hoy quiero escribirle a todos los que están y que alguna vez lucharon en las calles, haciendo historia, haciendo Patria, quiero asegurarle­s que no están solos, que en estas últimas semanas todos los hemos visto, y lo que hemos observado es una nación que ha volcado su alma por la democracia.

Venezuela es una nación que me hace trasnochar, llorar, asustarme y aliviarme, porque cuando lo medito por un segundo, cualquiera de nosotros pudiera estar en esos zapatos, pero también es una nación que me hace infinitame­nte orgullosa porque parece que está hecha de puro corazón.

Un pueblo que sin medicament­os, sin seguridad, con escaza comida, en muchos casos sin servicios básicos generales, sigue en pie de lucha por lo que cree justo. Miles de personas que han decidido despertar y luchar.

Un estado fallido con un pueblo que está herido pero con pecho a tierra y con ganas de seguir luchando con honor por un “Gloria al Bravo Pueblo”. ¿No es esa acaso la definición de un patriota, una persona que ama profundame­nte la patria propia y trabaja y se arriesga por esta? ¿No es esa acaso la manera de pelear por la democracia?

Como diría el político español Múgica Herzog “la democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlo­s”. Allí es

“LA DEMOCRACIA NO ES EL SILENCIO, ES LA CLARIDAD CON QUE SE EXPONEN LOS PROBLEMAS ”

donde entran en acción herramient­as como esta revista, herramient­as que quizás no son más que una fuente de informació­n, entretenim­iento y expresione­s de distintos puntos de vista, pero que mantienen la comunicaci­ón y el intercambi­o de ideas y conceptos. Pocas veces callarnos es una opción, podemos decidir ceder, pero no sin antes expresarno­s. Y para eso hay que aprender a escuchar al que tengo al lado sin juzgarlo.

¿Qué hemos hecho como sociedad? ¿Hemos aprendido a escuchar a vecinos de otras naciones, o juzgamos antes de tiempo? Uno nunca sabe dónde va a estar, así que es mejor no escupir hacia arriba porque no hay ni que decir qué ocurre luego. Por esas razones no podemos ser indiferent­es y voltear la mirada ante esta situación, de la cual estoy segura saldremos victorioso­s.■

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