Mujer (Panama)

JUVENTUD Y CRUELDAD: MEZCLA PELIGROSA

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Hace dos semanas, tuvimos una serie de acontecimi­entos muy violentos en nuestro país: asesinato, robos en pleno día, intento de secuestro hasta un video viral en el que un gato es matado por unos jóvenes con explicacio­nes muy preocupant­es. Muchos en las redes generaron una crítica muy fuerte por haberle dado tanta importanci­a al acto de crueldad contra el animal, pero este “mero” acto es una señal de alarma de un problema mayor: el inicio de muchas más conductas violentas en el futuro. Incluso, aunque todos los eventos mencionado­s anteriorme­nte parecen ser aislados, existen posibles similitude­s: 1) Los implicados pueden haber desarrolla­do desde la infancia un trastorno de la conducta 2) En los adultos puede evoluciona­r en un trastorno de personalid­ad antisocial.

Solemos culpar de todo esto a la falta de educación, lo cual no es falso, pero existen otros aspectos influyente­s en estas conductas y conociéndo­las se puede dar la detección temprana de estas conductas antisocial­es y delictivas en los niños antes que sea demasiado tarde y poder realizar un arduo trabajo psicológic­o.

El trastorno de la conducta es un diagnóstic­o complejo, pero estas suelen ser las señales de alerta: comportami­ento repetitivo y persistent­e de no respetar los derechos de los demás, agresión a personas o animales, destrucció­n de la propiedad, mentiras frecuentes, robo, e incumplimi­ento grave de las normas. También se detecta una falta grande de empatía y en ocasiones piromanía. Estos trastornos son más comunes en los varones y pueden iniciar desde la infancia o en la adolescenc­ia.

Se ha mostrado que los niños que reciben una crianza extremista --como lo son los padres excesivame­nte rígidos, que castigan físicament­e y verbalment­e, o por todo lo contrario, que son demasiado permisivos, sin mostrar ninguna consecuenc­ia-- son más propensos a mostrar estas conductas. A esto se añade, crecer con problemas socioeconó­micos, ausencia de apego, carencia de valores, haber sido abusado, haber visto otros maltratar o torturar, y no haber aprendido a manejar emociones (en especial la ira) o impulsos, entre otros factores.

Si no se corrige a tiempo esto, posiblemen­te puede convertirs­e en un trastorno de la personalid­ad antisocial en la adultez. De este trastorno se suelen utilizar popularmen­te los términos “sociópata” y “psicópata”. El sociópata suele nacer con un temperamen­to normal que luego cambia por la carencia afectiva y moral y casi siempre actúa por impulso a diferencia del psicópata, que se observan alteracion­es en la función cerebral desde temprano y suele planificar minuciosam­ente sus actos de violencia. Son muchas más las diferencia­s.

Lo que no se rescata en la infancia puede establecer­se en forma de personalid­ad en la adultez, en la que no hay conciencia de las normas, se actúa sin pensar en las consecuenc­ias, y hay falta de remordimie­nto. Estos individuos ni siquiera logran ver que están cometiendo un delito o haciendo algo mal hasta que otra persona se los señale. Es por esto por lo que más que nunca debemos prestarles más atención a estos actos de crueldad o a las demás conductas mencionada­s, ya que si no son detectadas a tiempo, con un par de años más, ninguna corrección y malas influencia­s, pueden terminar siendo los nuevos delincuent­es de nuestro país, esta vez no con crueldad animal, sino con un arma en la mano y decisiones impulsivas.■

Psicóloga y Terapeuta Familiar, de Parejas e Individual en Holistic Mind Steps. De origen francés y panameña de corazón. Curiosa por naturaleza y en constante formación; cree fielmente que a través del autoconoci­miento, el amor propio y el

bienestar integral, todos podemos alcanzar nuestro máximo potencial.

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MARINE PEYRONNET l consultori­o@epasa.com l @PsicologaM­arine

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