Mujer (Panama)

¿SLOW O FAST FASHION?

- OLGA RECIO @olga.recio Diseñadora, empresaria, consultora, mamá y sobre todo mujer. Ciudadana del mundo, amante del arte y de la cultura. "Viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer".

Mucho se viene hablando en los últimos tiempos de Slow Fashion y Fast Fashion, pero, ¿qué es realmente lo uno y lo otro? Escuchamos estos términos por todos lados, pero ¿sabemos de qué están hablando?

Voy a contarles un poco de qué se trata cada uno y al final de la nota ustedes podrán decidir con cuál de estas dos tendencias de consumo se sienten más identifica­dos.

El Fast Fashion, como la propia palabra en inglés lo indica, significa moda rápida. Es la manera en la que está estructura­da la moda convencion­almente. Se refiere a cómo las marcas masivas, una vez que detectan las tendencias establecid­as por los diseñadore­s en las pasarelas o las tendencias impuestas por las revistas, salen casi al instante a generar sus copias a bajo costo para dinamitar el mercado con estas piezas. Para poder lograr esto, es decir, volumen en poco tiempo y a bajo costo, se usan métodos que a veces no son éticamente correctos, se utiliza mano de obra no calificada, condicione­s de fabricació­n no reguladas, se sustituyen los materiales naturales por los sintéticos, etc.

Para hacer frente a estas produccion­es masivas, en tiempo récord y a muy bajo costo, hay que recurrir a condicione­s que dan como resultado consumos de energía muy elevados, gran consumo de petróleo, ya que para la fabricació­n de la mayoría de las fibras sintéticas se utilizan derivados del petróleo. También hay explotació­n de la mano de obra, explotació­n infantil, de esa manera se reducen los costos y un gran ataque al medioambie­nte, al reducir los costos se usan fibras y tejidos sintéticos, puesto que son muchísimo más baratos y al no ser biodegrada­bles se terminan convirtién­dose en productos contaminan­tes.

El Fast Fashion, a su vez, nos ha llevado a generar en el consumidor esa necesidad de consumir y comprar por impulso, y casi como obligación para estar a la moda, o para seguir una tendencia. Y con el concepto de lo barato, han creado en el consumidor la mentalidad de consumir y descartar, todo es descartabl­e, no importa si se descose después de lavarlo la primera vez, ¡es tan barato que lo uso y después lo tiro!

En contraposi­ción a todo esto, aparece el Slow Fashion. En el año 2013, a raíz del accidente que hubo en Bangladesh, donde murieron 1,100 personas porque se derrumbó una fábrica textil que no cumplía con los requisitos básicos de seguridad, se empezó a tomar conciencia de todo lo que el Fast Fashion llevaba implícito y muchos de los consumidor­es y diseñadore­s de moda, entre los que me incluyo, empezamos a cuestionar­nos acerca de toda esta dinámica que venía establecid­a por años. Fue a partir de ese momento que empieza a tomar fuerza el movimiento del Slow Fashion, que como su propio término en inglés indica significa despacio.

El Slow Fashion busca tomar conciencia, crear una moda sostenible y éticamente correcta, con materiales a ser posible no contaminan­tes basados en las fibras naturales, con terminacio­nes y cuidados en las prendas que las hagan duraderas y no descartabl­es. Proponiend­o que las piezas de moda tengan la versatilid­ad de la atemporali­dad en lugar de ser estacional­es, que se puedan mezclar y usar a lo largo de los años, y que su compra sea a conciencia, entendiend­o que el precio correspond­e a una pieza de calidad, éticamente correcta, con materiales sostenible­s y que va a perdurar en el tiempo.

Por este motivo, las empresas que sostienen la filosofía del Slow Fashion suelen ser transparen­tes en sus procesos de fabricació­n, cuidadosas en la selección de sus tejidos, y muy consciente­s a la hora de implementa­r sus diseños, creando una moda sostenible y responsabl­e, sin dejar de ser moda.■

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