JUVENTUD ARMADA
más atención a nuestra juventud en general. Lo que la sociedad dicta de ser hombre o mujer está cambiando y evolucionando cada día (en algunos aspectos para bien, en otros, bueno sería para otra columna). Lo que sí es cierto es que la mayoría de los tiroteos escolares son ocasionados por varones. El acoso escolar, el aislamiento social, la falta de guía y, sobre todo, de herramientas para manejo y regulación de emociones son ingredientes altamente peligrosos en el desarrollo de los jóvenes que los convierten en una bomba de tiempo. Y no solo hablo de tiroteos, sino también de suicidios, trastornos alimenticios, adicciones, etc.
Como padres, maestros, entrenadores, mentores, cuidadores, y simplemente adultos, tenemos la responsabilidad de acercarnos a la juventud, en vez de ais- larla con etiquetas como “Millenials” o la “Gen Z”, que lo único que hace es una brecha comunicacional más grande. Debemos reconectar con ellos. Convertirnos en pequeños turistas de sus mundos y cuestionar con curiosidad y no con prejuicio como viven el día a día, reflejarles las emociones que puedan sentir como miedo, angustia, enojo, frustración y mostrarlas como aceptables; decirles que no duran para siempre y se pueden manejar. La verdadera vida no es como Instagram, los “likes” no son muestras de apoyo y sentirse mal es aceptable. Hay que dejar los teléfonos a un lado y conversar con nuestros hijos o los de nuestros amigos, asistir a clases para padres si es necesario y orientarnos con profesionales. La prevención siempre será la mejor solución.■