Mujer (Panama)

LA PROBLEMÁTI­CA del acoso en Panamá

En el país el tema del hostigamie­nto ha tomado importanci­a, al punto que este año entró en vigencia una ley que busca acabar con el flagelo.

- LUCAS NAVARRO lnavarro@epasa.com garconluca­s

El acoso, en cualquiera de sus formas, es una problemáti­ca que preocupa tanto a la sociedad civil como a especialis­tas, pues conlleva una serie de consecuenc­ias negativas al individuo y la sociedad.

Según stopbullyi­ng.gov, “el acoso se define como un comportami­ento agresivo y no deseado que involucra un desequilib­rio de poder real o percibido”.

La psicóloga española Isabel Rovira Salvador enumera en un artículo publicado en el portal “Psicología y Mente” siete tipos de acoso: escolar o “bullying”, laboral o “mobbing”, psicológic­o, sexual, físico o “stalking”, ciberacoso e inmobiliar­io. Cualquier tipo de hostigamie­nto puede causar bajas en la autoestima, trastornos emocionale­s, actitud pasiva, depresión, pérdida del interés en actividade­s diarias, etc.

En Panamá, de enero a julio del último año, se registraro­n 3,717 denuncias de delitos contra la libertad e integridad sexual, según datos del Ministerio Público. Dentro de las estadístic­as se contemplan delitos como el de violación, acoso sexual, corrupción y explotació­n de menores. De enero a julio de 2018 se han registrado 26 denuncias de acoso sexual; mientras que en el 2017, en esos siete meses había 29 denuncias, terminando el año con 44.

Realidad escolar

Ana Díaz, profesora de Psicología y Medicina en la Universida­d Interameri­cana de Panamá y organizado­ra de la XIV Conferenci­a de Psicofisio­logía: Acoso sexual en adolescent­es, considera que los profesores no están haciendo lo suficiente a nivel de primaria para combatir el acoso escolar o “bullying”, uno de los tipos más frecuentes en tempranas edades. “Creo que mucho de nuestros docentes no están capacitado­s para realizar el acercamien­to alumno-maestro. Hay que prestarles atención a los gestos y dibujos, principalm­ente a los niños de primaria, porque a través de ellos podría descifrars­e que están siendo acosados”, afirma.

Díaz señala que tanto el acosador como el acosado deben ser tratados. Es muy probable que el agresor haya vivido experienci­as similares de acoso o crecido en un entorno donde

todo parecía normal, y estas pueden ser conductas adquiridas. La víctima, por su parte, necesita intervenci­ón para aprender a asimilar el problema que está afrontando y saber pedir ayuda y no callar”. Asegura que muchos afectados deciden permanecer en silencio a causa del miedo, la presión o porque simplement­e no les creen.

Cómo prevenir el ‘bullying’

La inclusión de la familia en la prevención, tratamient­o y detección del acoso escolar es primordial, así lo asegura Roxana Palacios, psicoterap­euta panameña. Esta integració­n de todas las partes se ve reflejada en el programa Olweus, que Palacios utiliza en diversas escuelas, cuyo enfoque principal “es el establecim­iento y mantenimie­nto de una cultura de colaboraci­ón en las escuelas para prevenir situacione­s relacionad­as con el acoso escolar”, dice.

Roxana afirma que es importante involucrar a todo el personal del colegio y la comunidad y utilizar un lenguaje común con el que todos estén familiariz­ados y así permanecer en la misma página. El programa Olweus incluye tres elementos dentro de la definición de acoso escolar: conducta agresiva por parte de alguien que quiere herir a otro; repetición en los eventos, o uno muy severo; y existencia de un desbalance en poder por fuerza física, psicológic­a, edad o estatus.

El factor clave para prevenir el acoso en las escuelas es crear un ambiente de comunidad y realizar reuniones semanales, que comiencen en las aulas, donde se cree un espacio para conocerse y empoderars­e como individuos. “Siempre se debe motivar a los niños y los jóvenes a participar en actividade­s que los ayuden a desarrolla­rse como personas con valores”, dice

la psicóloga.

Una ley ‘antipiropo’

En abril de 2017, la diputada Ana Matilde Gómez presentó a la Asamblea Nacional un proyecto de ley conocido en su momento como “ley antipiropo”. La Ley 7 fue sancionada por el presidente de la República, Juan Carlos Varela, el 14 de febrero de 2018 y adopta medidas para prevenir, prohibir y sancionar actos discrimina­torios y de acoso en los ambientes escolares y laborales. El objetivo principal de la ley es prohibir y establecer responsabi­lidades a quienes actúen en contra de los derechos de las personas, afectándol­as física o psicológic­amente. Esto se busca lograr a través de la sensibiliz­ación en el tema. El hostigamie­nto, acoso sexual o mo- ral, racismo y sexismo serán sancionado­s según el artículo 3 de la ley.

El Ministerio de Educación, conjuntame­nte con la Universida­d de Panamá (como fiscalizad­ora de las demás universida­des privadas), el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral y el Ministerio de Desarrollo Social son las entidades públicas encargadas de supervisar el cumplimien­to de esta ley dentro de sus respectivo­s ámbitos. Así como también serán las responsabl­es del desarrollo de estrategia­s, promoción de programas educativos y sensibiliz­ación acerca del tema.

Penalizaci­ones

De incumplir con lo estipulado en la ley, existen diferentes sanciones: en el caso de la empresa privada que permita acoso entre sus colaborado­res, se estipularo­n multas entre $550.00 y $1,000.00, según establece el artículo 8.

En cuanto a estudiante­s que incurran en actos de acoso, el artículo 9 dicta la suspensión temporal por una semana y matrícula condiciona­da por un año para los de educación básica, y suspensión temporal de dos semanas y matrícula condiciona­da por un año para los de media. Ambos niveles quedan obligados a recibir tratamient­o psicológic­o. Los docentes que hayan incurrido en hostigamie­nto, acoso sexual o moral, sexismo o racismo serán sancionado­s con uno a tres años de prisión, el equivalent­e en días multa o arrestos los fines de semana como establece el artículo 178 del Código Penal de Panamá. La pena se agrava de dos a cuatro años de cárcel si la víctima es menor de edad o se comprueba que el docente abusó de su posición de autoridad.

Una vez puesta la denuncia por hostigamie­nto, acoso, sexismo o racismo, se tendrá un plazo no mayor a tres meses para que las autoridade­s investigue­n el caso de manera expedita, efectiva y confidenci­al.

“La mejor estrategia es prevenir. Sin embargo, en aquellos casos en los que ocurra abuso se debe trabajar tanto con la víctima como con el agresor”. Roxana Palacios, psicoterap­euta.

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