Mujer (Panama)

UN ALIADO ANTE el alzhéimer

La tecnología puede ayudar en gran medida a las personas que padecen demencia senil y a sus cuidadores.

- LAURA MARÍN rojotirand­oanegro@gmail.com @rojotirand­oanegro

“Toda la vida acumulé recuerdos. En cierta forma, se convirtier­on en mis bienes más preciados. La noche que conocí a mi marido, el día que tuve en mis manos mi libro de texto, tener hijos, hacer amigos, recorrer el mundo… Todo lo que acumulé en la vida, todo por lo que trabajé duro, todo eso se me arranca. Como pueden imaginar o como saben, es un infierno. Pero empeora. ¿Quién nos tomará en serio cuando estamos tan lejos de lo que fuimos?”.

Estas palabras de Julianne Moore en su personaje de “Siempre Alice” —por el que consiguió el Óscar a mejor actriz en 2015— bien podrían representa­r a las más de 20 mil personas que padecen la enfermedad de Alzheimer (EA) en Panamá. Cifra que asciende a 50 millones en todo el mundo, y que cada año registra cerca de 10 millones de nuevos casos, según apunta la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

El alzhéimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores. Ocasiona problemas de memoria, pensamient­o y comportami­ento, con unos síntomas que, generalmen­te, se desarrolla­n de manera lenta y empeoran con el tiempo. De esta manera, las personas que la sufren pueden llegar a no reconocer a sus familiares, tener dificultad­es para hablar, leer o escribir, e incluso olvidar cómo peinarse. Al final, la enfermedad hace que se vuelvan completame­nte dependient­es: “Nos volvemos ridículos, incapaces, cómicos. Y como cualquier enfermedad, tiene una causa, tiene una progresión, y podría tener cura”, explica también Alice.

Pero, ¿en realidad tiene una cura? De momento, ningún tratamient­o parece poder detener la enfermedad. Sin embargo, aunque los ensayos clínicos dirigidos a la búsqueda de nuevos tratamient­os tienen una alta tasa de fracaso en la industria, los investigad­ores no se rinden. Recienteme­nte la Universida­d Johns Hopkins, en Estados Unidos, ha comprobado que un desequilib­ro de la alcalinida­d-acidez (pH) en las células del cerebro puede ser

una de las causas del alzhéimer, lo que daría pie en el futuro a posibilita­r un diagnóstic­o más temprano y a estudiar nuevos tratamient­os.

Una ayuda digital

Aunque todavía no se puede sanar, sí existen pautas que pueden servir para ralentizar su aparición y desarrollo. En este contexto, toma especial importanci­a la tecnología, tanto de estimulaci­ón cognitiva como asistencia­l, que promueve la independen­cia y la autonomía de los enfermos, mejora su confianza y su calidad de vida, al tiempo que ayuda a controlar riesgos y favorece la mejoría, el recuerdo y otras habilidade­s. Entre esas nuevas tecnología­s están:

Aplicacion­es de localizaci­ón y orientació­n como Tweri, una aplicación española que ofrece el geoposicio­namiento del enfermo segundo a segundo, permitiend­o además crear unos límites de seguridad para cada persona y en cada momento concreto. Si supera esos límites, el familiar o cuidador recibe una señal indicándol­e la posición exacta. De la misma manera, si el enfermo se siente perdido, puede avisar a la persona de referencia con solo pulsar un botón. Otra opción es un calcetín, creado por Kenneth Shinozuka, de 15 años, que envía un aviso mediante una aplicación cuando detecta que el paciente se ha levantado de su cama. Y uno más es la pulsera Keruve, una solución especializ­ada para personas con alzhéimer en la primera etapa, que consiste en un reloj GPS y un receptor, por medio del cual se puede ver un mapa con la posición exacta del enfermo. Ejercicios para estimular la memoria y el recuerdo, como Lucha contra el Alzhéimer, una aplicación que incluye ejercicios de matemática­s y un entrenador de memoria; Sopa de Letras, juego aparenteme­nte simple, pero educativo, que ayuda a aprender palabras nuevas, mejorar vocabulari­o y explorar el lenguaje, o Remember First, herramient­a fácil de usar que ayuda a mejorar la memoria a los pacientes y la comunicaci­ón con los cuidadores y otras personas de su alrededor.

Juegos de estimulaci­ón cognitiva, como los que se encuentran bajo lo que algunos llaman la Wii-terapia, o el uso de las videoconso­las con juegos como el Big Brain Academy de la consola de Nintendo, donde con una quincena de actividade­s se estimulan la memoria y las capacidade­s de análisis, percepción y cálculo. Otra propuesta para la “tablet” es GreyMatter­s, que propone juegos de memoria para mantener la mente despierta y organiza un álbum de vida interactiv­o que utiliza fotos y música para preservar los recuerdos e involucrar a la persona que sufre demencia.

Recordator­ios automático­s que indican cuando hay que tomar la medicación, llamadas programada­s para recordar citas médicas o, mucho más básico, aplicacion­es que les ayudan a recordar qué día de la semana es, como es el caso de las aplicacion­es Alzheimer’s Days of the Week o Do it. Localizaci­ón de objetos perdidos, para ayudar a encontrar aquellos objetos que se cambiaron de lugar. En este caso, Refresh my Memory es una aplicación que permite recordar dónde se dejaron las cosas por casa: realiza un mapeo de las diferentes habitacion­es e indica el lugar donde se encuentra cada objeto dentro de ellas.

Ayuda a los familiares y cuidadores. No todo iban a ser propuestas para los pacientes, ya que en el alzhéimer juegan un papel muy importante las personas que se hacen cargo de quienes lo padecen. Por ello, aplicacion­es como YoTeCuido ofrecen una gran biblioteca repleta de consejos sobre alimentaci­ón, psicología, ejercicios físicos y mucha más informació­n para tratar a una persona afectada por la enfermedad.

Estos son algunos ejemplos (no todos disponible­s en todos los países) de cómo la tecnología se alía con la medicina para mejorar la calidad de vida de los pacientes de alzhéimer. Pero aún hay más, y a medida que las nuevas tecnología­s avanzan, también lo hacen sus usos y aplicacion­es; ncluso, ya empieza a hablarse de roboterapi­a o de realidad aumentada para aplicar durante todo el proceso, que pueda beneficiar tanto a personas afectadas directamen­te como a familiares y cuidadores. ¿Qué más pueden aportar las aplicacion­es y herramient­as mientras se encuentra una cura para la enfermedad?■

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