KARINA DEGENHARDT
Su historia es una oda a la lucha por la igualdad de género en un campo que solo pertenecía a los hombres.
La panameña Karina Degenhardt, oriunda de Calidonia, conoce bien la palabra lucha. Desde cuarto año de secundaria, Karina trabajaba y estudiaba, pues debía aportar en su casa. Su situación no era negociable: era una realidad que debía afrontar para salir adelante. Logró graduarse a sus 25 años y, a pesar de no haber ingresado a la universidad por no contar con el tiempo ni el dinero necesario, logró desarrollarse en el oficio que escogió: tractorista.
Empezó siendo agente de seguridad para Eulen en el Puerto de Balboa, pero luego el rubro de la maquinaria pesada le llamó la atención. “No sabía nada, no tenía ningún tipo de conocimiento sobre manejar tractor. En esa empresa me dieron la oportunidad de aprender el oficio en mi tiempo libre”, expresa. Al poco tiempo, la compañía cerró y entonces Karina le solicitó trabajo a un supervisor de Hutchison Ports PPC, a quien no conocía, aun sabiendo que ese era un rubro dominado por el sexo masculino, donde en ese momento no se aceptaban mujeres. “Me dijo que no me prometía nada, pero que iba a ver si rompía ese paradigma de que solo los hombres podían trabajar en Hutchison Ports PPC”. Al día siguiente habían contactado a Karina para comenzar a laborar, convirtiéndose en la primera mujer tractorista de la empresa.
Los primeros meses de trabajo fueron todo un reto. Karina entró en el grupo de los encargados de mover la carga (contenedores) de los barcos al puerto. “Es un trabajo pesado.
Los hombres solían decir que no iba a aguantar ni a durar mucho”, rememora Karina. Sin embargo, lo que nadie tenía presente es que la fuerza interna de una mujer no es algo que se puede subestimar. “Me gusta lo que hago, para mí no es difícil”, menciona.
Hoy día, Karina es la única mujer que maneja las grúas RTG, estas máquinas son las que retiran los contenedores de los tractores, los apilan y los desplazan a diferentes puntos del patio del puerto. La dinámica de trabajo ya es cómoda y familiar para Karina.
Al ser la única fémina, asegura que a veces se siente sola, pero que sus compañeros la estiman. “Me he ganado su respeto porque estoy a la par de ellos, la única diferencia es que soy mujer. Para ellos soy como una hermanita más”, resalta. Otro desafío importante de su rutina son los turnos rotativos.
Su historia es el reflejo de lo que ocurre cuando los paradigmas se rompen. Con su pasión y tenacidad, Karina ha abierto nuevos caminos en favor de las generaciones femeninas que le suceden e incluso ha cambiado su propia vida. “Nunca pensé en llegar hasta donde estoy. Esta experiencia me ha ayudado mucho personalmente. Vivo en otro lugar ya... todo ha cambiado, he logrado avanzar”, expresa Karina.
Alienta a otras mujeres a luchar por salir adelante y demostrar que sí podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos. “Lo resumo en querer es poder”, concluye.■