LOIS IGLESIAS
La fotógrafa de origen guna ha llevado a otros continentes la cultura panameña, por medio de sus imágenes.
Lois Iglesias nunca pensó que lo que comenzó como un “hobby” la llevaría lejos. Sus coloridas fotografías, que muestran la riqueza cultural panameña, le han merecido reconocimiento local y se han exhibido en otras latitudes. Iglesias, oriunda de Guna Yala, se ha dedicado a captar, durante más de dos décadas, desde bailes congos, junta de embarra, polleras y festivales, hasta costumbres de los pueblos indígenas.
La fotógrafa ha realizado exposiciones de su trabajo en países como México, República Dominicana, Costa Rica y Perú. La más reciente es en Israel, donde durante el mes de marzo se presentan 20 de sus más representativas imágenes, a través de una muestra itinerante.
Entre dos culturas
Lois Iglesias creció en un ambiente de dos culturas: su madre hablaba guna y usaba mola; mientras que su padre (hijo de una estadounidense y un guna, quien creció en Estados Unidos), se graduó y trabajó en Finanzas.
La niña que nació en la paradisíaca isla Ailigandí y que a los cinco años fue llevada a ciudad de Panamá para estudiar, conoció la fotografía a través de su padre, quien le regaló su primera cámara fotográfica cuando ella tenía 11 años. “Cada vez que yo viajaba de vacaciones a mi isla, capturaba y congelaba las imágenes de lo que veía. Así empecé”, rememora.
Lois aprendió el arte de manera empírica y lo fue perfeccionando. A pesar de su inexperiencia en fotografía, a sus 16 años comenzó a trabajar en la Asamblea Nacional. Luego estudió Diseño Gráfico. Así consiguió su primer empleo como reportera gráfica, en el diario El Siglo.
“Siempre tuve la inquietud de donde vengo, de mis raíces… y quería llevarlas a otros sitios”, señala Lois. Entonces, entró a la Universidad del Arte Ganexa a estudiar Fotografía.
Tener raíces gunas no le garantizó a Iglesias poder acceder a la cultura de forma sencilla. “No fue fácil hacer fotos a los grupos indígenas. He llorado, he sufrido, me han quitado la cámara… porque como no crecí en el ambiente, había muchas cosas que no conocía y que no podía hacer”, manifiesta.
Con su trabajo, talento y respeto por las culturas, Lois se ha ganado la confianza de los tres grupos originarios del Istmo (Emberá, Ngäbe y Guna). “Hoy en día me buscan cuando hay congresos y rituales. Las fotos que tomas en el territorio indígena tienen que tener el visto bueno y no se pueden tomar si no te invitan”, advierte.
En su carrera, Iglesias ha sentido doble discriminación: por ser mujer e indígena. Consciente de lo difícil que ha sido llegar a la cima, ella busca ser una punta de lanza para los niños talentos, especialmente de las comarcas. “Actualmente trabajo con ocho chicos y hemos hecho cuatro exposiciones colectivas”.
Fascinada por su cultura, Lois siempre vuelve a sus raíces por medio de su arte. Aunque de niña no vestía la mola, hoy siempre acude a los eventos ataviada con el atuendo tradicional de la mujer guna, ya que así se siente “poderosa” y “bella”. Precisamente, otro de sus proyectos es hacer una muestra de féminas profesionales vestidas con el traje, para demostrar que “las molas también las pueden utilizar aquellas mujeres que no son indígenas”, reflexiona.■