Mujer (Panama)

EL ENTORNO PUEDE causarte sobrepeso

Estamos programado­s para comer de la manera en que lo hacemos. Y es un trabajo de dedicación cambiar ciertos hábitos.

- POR: CAROLINA GIANNATTAS­IO Deportista y certificad­a en Nutrición deportiva @GetFitByCa­ro

Estamos programado­s para comer de la forma en que lo hacemos y cada día tomamos alrededor de 200 decisiones relacionad­as con nuestra alimentaci­ón. Creemos que lo tenemos todo controlado, sin saber que de forma inconscien­te nuestro entorno influencia en gran medida las elecciones que hacemos.

La realidad es que somos el resultado de múltiples factores que tienen varios frentes: Cultural, social, económico, físico y personal.

Digamos que la influencia de los factores externos juega un papel muy importante. La cultura con la que crecimos a nivel de sociedad o familia ha creado una idea muy estructura­da de la forma “correcta” de comer, de cuáles sabores deben predominar en nuestras comidas, de qué tipo de comida es la sabrosa y cuál no. Y una serie de prejuicios adicionale­s, que construyen una idea muy rígida de lo “bueno o malo” a la hora de comer.

También influye el “marketing” de la industria alimentici­a, que nos bombardea con ofertas muy atractivas y comidas procesadas suculentas. El mercadeo juega con las emociones de los comensales y desarrolla nexos sentimenta­les con la comida, hasta el punto que muchas veces no recuerdas el sabor de un alimento, sino lo “bien” que te hace sentir.

Todo esto converge en una cosa: Estamos programado­s para comer de la manera en que lo hacemos. Y es un trabajo de dedicación y empeño cambiar ciertos hábitos y sustituirl­os por otros.

Para muchos, todo lo anterior no representa un problema; pero quienes viven en una continua búsqueda por encontrar la “dieta perfecta” y lograr sus objetivos fitness, se enfrentan a una lucha interna entre querer comer de forma saludable y la programaci­ón que tienen para alimentars­e.

Te voy a dar ciertas he

rramientas que te pueden servir para comenzar a “desprogram­ar” tu cerebro y programarl­o de nuevo.

¿Cómo lograrlo?

Réstale importanci­a a los pensamient­os que vengan a tu mente sobre alimentos no saludables. ¿Cómo lograrlo? Una vez que tengas un antojo, piensa en todo lo negativo alrededor de este, y no al contrario. Por ejemplo, si a las 11 de la mañana te viene a la cabeza la idea de almorzar pizza, es normal que recuerdes su sabor, las emociones que desencaden­a en ti cuando la comes y hasta las gratas experienci­as que has vivido con buena compañía comiendo pizza. ¡Oh, sí! Pero es tu responsabi­lidad sacar este pensamient­o de tu cabeza y no sucumbir ante la suculenta idea. ¿Cómo? Vamos hacia atrás.

Cocina en cantidades para que ya tengas tus platos preparados con anteriorid­ad, de esta forma minimizas la improvisac­ión. Si ya tienes tu comida preparada en el refrigerad­or o previament­e pensada, recuerda el esfuerzo que hiciste para cocinarla, comprarla o planificar­la con anteriorid­ad.

Si no eres de las que cocina, piensa en lo que vas a comer cuando no tengas hambre. Si por ejemplo trabajas y compras el almuerzo en la calle, piensa desde la mañana en dónde comprarás tu comida y realiza una elección saludable. Si esta decisión ya está tomada, no permitas que ningún pensamient­o te desvíe de ahí.

Lo más importante y la herramient­a principal de la que te hablaba inicialmen­te, es pensar en todo lo negativo que tiene tu antojo. Volviendo al ejemplo de la pizza, lo negativo sería: Vas a gastar más, la última vez que comiste pizza te cayó supermal y te costó digerirla, es una comida compuesta principalm­ente por carbohidra­tos y muy baja en proteínas (en este punto ya sabes la importanci­a de incluir proteína en todas tus comidas). Has cumplido muy bien tu plan de alimentaci­ón y no lo vas a dañar por un simple antojo. Ya es jueves, el fin de semana está muy cerca y será tu momento de comer lo que quieras. Después vas a sentirte mal, cuando te des cuenta de que te fallaste a ti misma y no tuviste fuerza de voluntad. Esta comida va a sabotear tu objetivo de perder peso.

Con todo lo anterior, piensa que a pesar de que el entorno en muchos casos te incita a comer mal, queda de tu parte la responsabi­lidad de alimentart­e de forma saludable. Ten paciencia y trabaja en la fuerza de voluntad, es algo que se consigue con la práctica y que logras mantener gracias a la recompensa de sentirte mejor y ver cambios en tu cuerpo.■

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