¡El presidente Varela es un fracaso!
Hace aproximadamente cuatro años que la ciudadanía panameña viene pregonando, a través de los medios de comunicación, en las calles y en la plaza pública, su reiterada sospecha de que el “desgobierno” de Juan Carlos Varela ni legisla ni gobierna a favor del bien común. La sospecha se ha tornado en realidad. El presidente Varela, cuyo lema “El Pueblo Primero”, fue su norte y guía, vale decir, su objetivo fundamental en la campaña política, no ha funcionado en modo alguno durante su maltrecha administración. Parece haberse convencido de que no puede hacer un papel normal de gobernante, que no tiene fuerza de opinión suficiente dentro de la política constitucional usando de las instituciones establecidas. Todo Panamá sabe que el desgobierno Varela, desde sus inicios, dejó de lado su firme compromiso con “El Pueblo Primero” como se definió frente a su responsabilidad histórica. Contrario a lo esperado por el pueblo esperanzado, pronto afloró y se incrementó escandalosamente el nepotismo, la corrupción y, sobre todo, la incapacidad para gobernar como un corolario del comportamiento oficial.
Por falta de un Gabinete de ministros competentes, por falta de coraje en la toma de decisiones, de tolerancia, de mesura, de buen sentido, de una adecuada y científica planificación educativa, económica y social; por ese empeño que pone en equivocarse siempre, el desgobierno Varela, en vez de corregir la mala fortuna con alguna nueva empresa medianamente sensata y aceptable, pretende cual Sansón al rape, sepultar en su propio fracaso nuestra aún incipiente democracia, que es lo mismo que decir, toda la vida pública panameña.
En general, el “Desgobierno Varela”, en breve lapso, ha degenerado en una política personalísima, que ha puesto en duda la separación de los poderes del Estado panameño. Al fin y al cabo los ministros y ministras del Gabinete y demás altos funcionarios de la administración, llevan todavía en la mano programas, principios jurídicos, proyectos internacionales, de la manera que los bailarines, cuando abandonan en las madrugadas carnavalescas el baile de máscara, llevan en la mano el antifaz.
En realidad, quisiéramos algún día proporcionarnos el insólito placer de dar la razón al actual régimen en reconocimiento a algún mérito o acierto. Pero, ¿cómo llegaremos nunca a reconocerle acierto alguno si el “Desgobierno Varela” renuncia a presentar evidencias de que legisla y gobierna para las grandes mayorías nacionales?
Todo lo que la dirigencia del Desgobierno Varela entrega a la opinión pública se basa en una confusa retórica saturada de improvisaciones, de “legalismos o leguleyadas” más o menos formales en desmedro del aspecto moral, de lo social y de lo esencialmente humano como estímulo para una verdadera convivencia democrática.
No sabemos si la desconfianza de la opinión pública, si el resultado adverso de las últimas encuestas nacionales, si las frecuentes manifestaciones de descontento popular, los cuestionamientos empresariales, las huelgas, paros, etc., les habrán servido de advertencia a los actuales gobernantes, porque, no obstante, los últimos acontecimientos que han sacudido la conciencia patriótica, cívica y social del país (las tan cuestionadas designaciones de dos magistradas para la Corte Suprema de Justicia (Zuleyka Moore y Ana Lucrecia Tovar de Zarak), rechazadas a su vez por la Asamblea Nacional), ponen de manifiesto que el régimen de Varela se dispone abiertamente a hacer lo que le venga en ganas, vale decir, ¡hacer política sin velo ni disfraz!