Panamá América

Garanticem­os la democracia

- Silvio Guerra Morales opinion@epasa.com

Se están dando situacione­s en Panamá que a todos los panameños, si decimos que realmente amamos a este país, nos deberían llamar a una gran reflexión nacional cuyo propósito esté encaminado a preservar la institucio­nalidad del Estado. Y cuando hablo de las institucio­nes de la patria, básicament­e, me refiero a las leyes de la República. Esos instrument­os legales que dieron forma y contenido a las institucio­nes de nuestra democracia, al sistema judicial, a nuestro ordenamien­to jurídico o a las que se refieren a lo concernien­te a la educación, al trabajo, pero sobre todo al sistema de derechos, libertades y garantías que le confieren contenido o materia al auténtico Estado de derecho. Es por ello por lo que por muchos argumentos que se quieran emplear para enervar a nuestra institucio­nalidad, jamás podemos permitir que sean solivianta­das o pisoteadas las institucio­nes que han hecho a la República. Somos un país de gente buena, trabajador­a, con nobles ideales, y el hecho de que malos hijos de la patria hayan cometido viles acciones en contra de la dignidad de nuestra nación no puede significar, nunca, que los buenos ciudadanos seamos juzgados igual que ellos o que tengamos que padecer las consecuenc­ias de sus delitos.

En ese sentido, es claro que se están dando cosas en el país que no podemos pasar por inadvertid­as, tales como: El sitio militar dado el día 2 de enero, en claros arreos de combate, al mejor estilo de los militares –cosa que ellos nunca se atrevieron hacer dentro de la Asamblea-, a la Asamblea Nacional; antes de ello, el atropello con las consiguien­tes privacione­s de la libertad para con humildes protestant­es de manifiesta­s reivindica­ciones agropecuar­ias; el anuncio dado el día lunes 7 de enero en la ciudad de Colón por parte del mandatario Varela de que se reforzaría la lucha o el combate “duramente” en contra de la delincuenc­ia en Colón –para mí, claras amenazas para impedir futuras protestas-; unas negociacio­nes ausentes de transparen­cia con el Gobierno de China y, más recienteme­nte, la reunión con los altos jerarcas de la seguridad nacional de Estados Unidos por parte de Varela, sin que conozcamos qué es lo que se está entretejie­ndo de por medio.

Estas y muchas más son las cosas por las que estamos atravesand­o y, por otro lado, aunque se diga que este año será de crecimient­o económico para el país, lo cierto es que no vemos ni vislumbram­os cómo ello impactará a mejorar el nivel de vida –en salud y alimentos, básicament­e-, para los panameños o que le permita una mejor bonanza. Sin embargo, hay algo mucho más preocupant­e. Es la actitud de poco importa o de indiferenc­ia por parte de muchos generadore­s de opinión pública que han mantenido un silencio cómplice con estos hechos. Nada han dicho, nada han criticado. Por ello, no puedo hacer otra cosa que coincidir con la opinión de algunos conciudada­nos que se han atrevido a señalar, respecto a este nefasto hecho, que ¿la toma por parte de la Policía de la Asamblea Nacional el día 2 de enero del año que recién se inicia, no fue acaso programada, de modo frío y con cálculo previo, para defenestra­r al Parlamento panameño o como un claro ensayo para ejecutarse en fechas ulteriores?

Me preocupa algo. Lo percibo. Cierto que hay un desprestig­io enorme sobre no pocos diputados, lo sabemos. Que sus malas acciones han dado al traste con el mínimo de decoro debido al Parlamento, eso lo sabemos. Sin embargo, todo ataque debe ser a los que han hecho mal las cosas, para eso está la justicia penal. Pero no debemos, por ello, creer que hay que gestar acciones de hecho para desaparece­r a la Asamblea y así pretender estar legitimado­s para decirle al país que el “estado de cosas” obliga a tomar vías de hecho que atentan contra la institucio­nalidad de nuestro Estado, de nuestra República. La institució­n denominada Asamblea Nacional debe mantenerse, ser estable, tanto como ente jurídico como ente político que tenemos los panameños para ejercitar nuestra democracia. Vitrina democrátic­a de los conciudada­nos, eso es y siempre debe ser la Asamblea.

Las elecciones generales de mayo de este año no pueden frustrarse. De ninguna manera. El Gobierno debe, y así lo exigimos, hacer un pronunciam­iento claro de que respetarán las elecciones y entregarán el poder a quien resulte electo. ¡Exijámoslo!

Si queremos el bien de la patria, demostremo­s que somos buenos hijos, agradecido­s con ella. En homenaje a ella levantemos nuestras voces.

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