Panamá América

‘Me llevo de Panamá la alegría con que celebran su libertad’

- Miriam Lasso miriam.lasso@epasa.com @mlasso12

» La Jornada Mundial de la Juventud te crea una experienci­a que te sirve para seguir con tu vida en Cristo y profesiona­lmente, asegura el voluntario. » No es fácil hablar de Venezuela sin dejar de pensar en lo mal que la está pasando mi pueblo, y me quedo con la campaña jesuita: ‘Nadie es Ilegal’.

Decirle al mundo que, a pesar de los momentos difíciles que atraviesa su país, los venezolano­s siguen dispuestos a servir, es la meta del joven venezolano Eduardo González, quien habló con El Trino sobre sus cuatro meses en Panamá, como voluntario de la Jornada Mundial de la Juventud. ¿Qué te motivó a ser voluntario para la Jornada Mundial de la Juventud?

Mi intención no era venir a Panamá, pero estaba en los planes de Dios que estuviera en un proyecto supergrand­e y que cada vez me sorprende más. Todavía no logro asimilar lo grande que es reunir a la juventud del mundo en un mismo espacio y al mismo tiempo.

¿Cómo lograste ser considerad­o?

Antes de venir a Panamá estuve encargado de la línea gráfica del encuentro juvenil de jóvenes en Venezuela, un trabajo enfocado en llevar el evento a aquellos jóvenes que no podían asistir por la situación que vive el país. Fue así como la Conferenci­a Episcopal me fue evaluando.

¿Qué persigues a través de este servicio?

Mi compromiso es dejar el nombre de Venezuela en grande. Para nadie es un secreto que el nombre de mi país está en listas negras; yo quiero que los jóvenes que estamos apostando por una mejor vida le demostremo­s al mundo que el venezolano es mucho más que aquel que sale a robar o vandalizar.

¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentast­e?

Fue difícil. Una de las limitacion­es más fuertes fue el visado. Me tocó suspender el vuelo en agosto, además aceptar que estaría mucho tiempo alejado de la familia era un reto, aunque por lo rápido que pasó todo, no hubo tiempo para aflorar las emociones.

¿En algún momento pensaste desistir?

Cuando pasó la segunda semana sin resolver el tema del visado, yo desistí de mi viaje a Panamá, pero al final lo dejé en manos de Dios y aquí estoy.

¿Cómo te preparaste para el viaje y qué sabías de Panamá?

Una de las cosas que me ayudó fue que desde diciembre de 2017 ya trabajaba con la Jornada Mundial de la Juventud y conocía un poco la cultura a través del trabajo en las redes sociales. También tengo amigos que habían venido a Panamá, que me hablaron del país.

¿Qué más tomaste en cuenta antes de viajar como voluntario a Panamá?

La preparació­n psicológic­a, espiritual y personal. Es importante porque como voluntario debes prepararte para dejar todo en el trabajo que realizarás. Ser voluntario es estar cuando te necesitan no cuando quieras y no puedes venir indispuest­o.

¿Cómo es un día para un voluntario de la JMJ?

Es muy loco. Siento que cualquier persona no está dispuesta. Hay que entregarse de todo corazón al proyecto. Es un trabajo superajetr­eado, pero muy lindo, que te deja muchísimas enseñanzas.

¿Es tu primera experienci­a en JMJ?

Sí, y me erizo cada vez que pienso en las calles de Panamá con cientos de peregrinos caminando. Veo imágenes de las jornadas anteriores y es increíble imaginarse cómo tantas personas se unirán en un mismo proyecto y con un mismo sentido. Aún no puedo creer que estoy aquí. Será un recuerdo y una enseñanza para toda mi vida. patria. Fue hermoso y es algo que me marcó mucho y me llevo el querer que en mi país también celebre|mos la libertad, nuestras fiestas patrias con la convicción de que es nuestra, y nadie nos la puede quitar.

¿Cómo fue la reacción de tus compañeros a tu llegada a Panamá?

Más que llegar un voluntario de Venezuela era el querer saber cómo estaba mi país. Para mí no es fácil hablar de Venezuela sin dejar de pensar en lo mal que la está pasando mi pueblo.

¿Se sienten los venezolano solos en esta lucha?

Estando allá muchas veces el venezolano siente que el mundo está ignorando la situación; ciertament­e, hay estigmas porque muchos venezolano­s han salido a hacer cosas malas, pero el mundo ha demostrado que sus ojos están en Venezuela y es una realidad que no se puede esconder.

¿Cómo trabaja la Iglesia con esta población?

En el caso de la juventud ha sido bien cercana. Es la población más afectada y son la mayoría de los migrantes. El acompañami­ento de la vida religiosa ha sido el impulso para que el pueblo siga adelante.

¿Qué mensaje envías a quienes cierran las puertas a los migrantes?

Es increíble cómo siendo parte del mismo continente nos cerramos las puertas. Me quedo con la campaña de los jesuitas en Costa Rica que dice: ‘Nadie es Ilegal’. Me marcó mucho. Ciertament­e, debe haber límites migratorio­s, pero no debemos estigmatiz­arnos.

¿Esperan al papa en Venezuela?

Quizás no pronto, pero sí en un futuro sería un gesto hermoso que un sucesor de Pedro nos visite y que conozca lo que es el día a día de un venezolano. Sería un gesto precioso de Dios.

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»Eduardo González viajó a Panamá desde el estado de Aragua, en Venezuela, como voluntario.

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