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- opinion@epasa.com Líder empresaria­l.

La buena noticia esta semana, según la Autoridad de Turismo de Panamá, es que hemos recibido una inyección de $900 millones como resultado de la ley 122 del 31 de diciembre de 2019, que propicia la inversión y el financiami­ento para el desarrollo de nuevos proyectos turísticos o nuevas etapas y ampliacion­es de obras ya existentes fuera del distrito de Panamá. Como sea que el grueso de los turistas se aglutina en la ciudad capital sin visitar provincias y aquellos que lo hacen pernoctan uno o varios días en Ciudad de Panamá, sería sano ojear el panorama capitalino para concebir una imagen positiva inicial y permanente en nuestros visitantes.

El punto principal de entrada al país es el aeropuerto de Tocumen. Es el sitio de mayor impacto en la imagen del país. En lugar de recibir al turista con una sonrisa, haciendo de su vivencia un expedito entra y sal, nuestra visión tercermund­ista ha creado un eslabón adicional sanitario para el control de la Covid-19, implantand­o largas filas que fomentan aun más el contagio y agrian innecesari­amente la primera vivencia del visitante en el istmo.

Cuando se viaja, por ejemplo, a Estados Unidos, ni siquiera piense el pasajero que abordará el avión en su punto de origen sin contar con un hisopado negativo de la Covid-19 en las 72 horas anteriores a su viaje. Eso lo controlan las aerolíneas, ellas entienden que ningún pasajero se puede colar porque el control es estricto y las multas severas.

De manera que cuando el turista entra a Estados Unidos, por alguno de sus múltiples aeropuerto­s internacio­nales, no se hace necesaria tanta alharaca ni pérdida de tiempo. Estados Unidos tiene bien claro que la aglomeraci­ón de pasajeros en los aeropuerto­s convida a la infección y desea que rebasen lo más pronto posible.

Amén que, para el fomento de la vacunación, en la mayoría de sus aeropuerto­s internacio­nales hay centros de vacunación federales que aplican las vacunas expeditas y gratuitame­nte al que le solicite, sin importar su estado o país de origen.

Muy pronto también estará agilizado el puerto de cruceros de Amador. Como sea que las líneas de cruceros exigen del 100% de sus pasajeros y tripulante­s, el vacunado sencillo o doble, dependiend­o del fabricante de la vacuna, para poder abordar la nave en su puerto de inicio, además que controlan los pasaportes de los crucerista­s, la entrada al país por esa modalidad debería ser expedita y sin mayores titubeos.

Hemos visto un deterioro significat­ivo en Ciudad de Panamá desde el inicio de la pandemia en la proliferac­ión de orates, ‘piedreros’ e indigentes que poco a poco se han tomado desde su centro hasta las periferias en un inaudito laissez faire de las autoridade­s municipale­s que alegan que no les pueden retener. De mantenerse este status quo, la proliferac­ión del narcotráfi­co, prostituci­ón y aumento en la criminalid­ad, afectarán seriamente nuestro turismo y el bienestar del ciudadano capitalino.

Se hace necesario legislar sobre el tema de forma urgente si pretendemo­s contar con un turismo de lujo. Las autoridade­s norteameri­canas han tomado nota sobre el tema, añadiendo al Nivel 4 del departamen­to de Estado (no viaje por falta de control de la Covid-19) el señalamien­to que tampoco viaje por el aumento en los niveles de la criminalid­ad.

Entonces, la Asamblea Nacional y la Alcaldía Capitalina debiesen tomar cartas en el asunto en vez de lavarse las manos con aquello de “no podemos hacer nada”. Porque si no hacen nada, los $900 millones en inversión turística en provincias se esfumarán, amén del pésimo estado de la Ciudad Capital que no fomenta para nada fuentes de inversión fresca para el desarrollo y despliegue de un turismo que bien debiésemos aprovechar en la recta final de la pandemia.

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