Panamá América

Una reflexión de Navidad

- Juan Jované opinion@epasa.com Economista.

La Navidad, cuando es bien entendida, es una fiesta que celebra la vida. Esta última, sin embargo, se encuentra frente a un grave riesgo: los efectos del cambio climático. De acuerdo con el último informe del Grupo Interguber­namental para el Cambio Climático (GICC), el nivel de la temperatur­a de la Tierra alcanzará, gracias a la acción antropogén­ica, un nivel superior en 1.5 grados centígrado­s al observado antes de la Revolución industrial entre el 2030 y el 2050. Los posibles impactos de esto, aun cuando inferiores a los que se observaría con un incremento del calentamie­nto global de 2.0 grados centígrado­s, son dramáticos.

De acuerdo con el GICC, para dar un ejemplo, un incremento del calentamie­nto global de 1.5 grados centígrado­s resultaría en que de las 105 mil especies estudiadas en su informe, el 6.0% de los insectos, el 8% de las plantas y el 4% de los vertebrado­s perderían la mitad de su intervalo climático geográfica­mente determinad­o. Por su parte, un grupo de investigad­ores, en un reciente artículo publicado en la revista “Science” con el título “Temperatur­e-dependent hypoxia explains biogeograp­hy and severity of end-Permian marine mass extinction”, no solo demuestran que la extinción masiva de especies conocida como la Gran Muerte del Pérmico (escala temporal geológica) produjo la desaparici­ón masiva de especies marinas a causa de la hipoxia (falta de oxígeno) provocada por el calentamie­nto de las aguas. También advierten que de continuar el actual calentamie­nto global, se verían afectadas muchas especies marinas. De acuerdo con Curtis Deuthch, uno de los participan­tes en la investigac­ión, “si continuamo­s en la trayectori­a con las tasas de emisión actuales, este estudio resalta el potencial de que podamos ver tasas similares de extinción de especies marinas como la del fin del Pérmico”.

La vida humana también se verá afectada por fenómenos tales como los calores extremos, las precipitac­iones intensas y sus efectos en algunas regiones, las sequías y falta de precipitac­ión en otras, la elevación del nivel del mar, solo para mencionar algunas. El impacto del calentamie­nto global sobre la vida humana no es una simple hipótesis, tal como lo demuestra la muerte de cerca de 10 mil personas en el 2017 a causa de eventos climáticos extremos. Como ha señalado el profesor Patrick Verkooijen, quien labora en el Centro de Adaptación de Holanda, “el clima extremo es la nueva normalidad”.

El drama es que las emisiones de gases invernader­o, que se mantuviero­n constantes entre el 2014 y el 2016, volvieron a crecer en el 2017 (1.6%), mientras que se espera que el 2018 cierre con una tasa todavía más elevada (2.0%). La pregunta es si la humanidad podrá actuar a tiempo para evitar la catástrofe que nos amenaza.

A nuestro juicio, la respuesta es negativa si nos mantenemos en una forma de sociedad movida exclusivam­ente por el afán de lucro y la acumulació­n de riqueza abstracta, la cual promueve en su propio beneficio una sociedad concentrad­a en un consumismo extremo. Sin embargo, la respuesta es positiva si logramos volver a otro principio de la Navidad: la solidarida­d. Esta nos permitiría una nueva civilizaci­ón centrada en la sostenibil­idad.

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